El deseo más profundo de todo ser humano, creámoslo o no, es aprender a estar en paz con lo-que-es. Observemos que no dije estar en paz con lo-que-es, dije, APRENDER a estar en paz con lo-que-es. Porque todo lo que hemos aprendido es a intentar controlar, manipular, cambiar nuestras circunstancias para "entonces" poder estar en paz. Y eso es poner la carreta en frente al caballo.
En un principio,
aprender a estar en paz con lo-que-es se experimenta como una tarea tan difícil
dado que la mente está tan condicionada a intentar “controlarlo” todo, creyendo
que de esa manera va a experimentar “seguridad”. Pero después de tantos años
intentando controlar la vida y encontrándose una y otra vez con la constante
frustración de que las cosas irán como tengan que ir, es que generalmente,
aunque no siempre, se empieza un proceso de rendición, y comienza la búsqueda
"espiritual", la búsqueda de contestaciones, la búsqueda del sentido
de la vida.
En un principio,
esto tiende a experimentarse como un sacrificio, surge un desanimo, la
experiencia de vida se experimenta como apática. Pero este periodo temporal
tiene lugar mientras se está empezando a desarrollar la confianza en la vida.
Sólo que la confianza en la vida de la que estamos hablando no tiene nada que
ver con la manifestación de deseos personales, no tiene nada que ver con que
sueños se cumplan, no tiene nada que ver con que nada en el mundo cambie para
que de alguna manera altere mi estilo de vida. Más bien tiene que ver con un
estado de paz que arropa nuestra mente en la que dulcemente podemos descansar.
Paradójicamente,
cuando hay confianza en la vida, al estar en paz con lo-que-es, nos abrimos a
la experiencia de, no sólo nos sentimos plenos, sino que nos sentimos seguros.
Seguros de que la vida nos apoya y nos atiende. Seguros de que hay un amor que
nos sostienen, libre de preocupaciones sobre el futuro al igual que libre de
culpa sobre un pasado. Bajo esta nueva comprensión surge un gran
descubrimiento: que eso de estar bien con lo-que-es está directamente
relacionado con vivir el momento presente.
No estar bien con
lo-que-es implica un constante rechazo al momento presente. Y vivir el momento
presente da lugar, no a una vida apática, no a una vida aburrida. Todo lo
contrario. Da lugar a una vida ¡excitante! Que no implica lleno de adrenalina
ni ansiedad o excitación. Hablo de del verdadero disfrute de la vida, en la que
las cosas se hacen por el gozo de hacerse, sin agenda ninguna. Como el niño que
juega por el disfrute de jugar, sin compararse con nadie, comparte sus
juguetes, busca otros niños con quién jugar, no con quien competir.
Pero ese rechazo
al momento presente, que es el único momento que hay, es lo que da lugar a
llevar la atención hacia un futuro “mejor”. Es la zanahoria que constantemente
se persigue, que, al implicar un futuro, abre un espacio en la mente para que
surja la preocupación. Dicho de otra manera, ese pensamiento sobre ese futuro
“mejor” surge en el momento presente, y es lo que hace que el presente se
experimente como preocupante.
Lo mismo sucede
con un pensamiento sobre el pasado, que abre un espacio para que la culpa
también pueda tener lugar. Entonces el momento presente, que, de nuevo, es el
único que hay, se tiñe de culpa y preocupación, que no son más que pensamientos
y ¡no hechos!
No te estoy
pidiendo que creas estas palabras. Te pido que las pongas a prueba ahora mismo.
Trae a tu mente ahora mismo un pensamiento preocupante. Hazte luego la
siguiente pregunta, ¿cuáles son los hechos ahora mismo? Los hechos son que
estás leyendo estas palabras, y que eso de lo que te estás preocupando no está
teniendo lugar ahora. Lo que está teniendo lugar ahora, es que, si la mente
está pensando un pensamiento futuro, y se lo está creyendo, está viviendo el
ahora lleno de preocupación. Lo mismo con el pasado, que es sólo un pensamiento
de un suceso, que, aunque decimos que “ocurrió”, por eso le llamamos pasado,
ahora mismo no está aquí. Sin embargo, se experimenta la culpa en este momento
presente sobre un pasado ¡que no existe!
La gente quiere
ser feliz a raíz de rechazar su experiencia presente en pos a su concepto de lo
que ser feliz es. Porque creen que ser feliz tiene que ver con una sensación,
con una postura en función a lo que han aprendido. Pero la felicidad, que es la
experiencia presente libre de conceptos, está constantemente siendo vivida.
De nuevo, hagamos
una investigación. Me podrías preguntar, ¿cómo es posible que ahora mismo pueda
ser feliz si me siento triste? Y yo te digo, deja de etiquetar la emoción que
estás experimentando como triste ¿y qué es lo que queda? No me podrás dar una
respuesta dado que ahora estás viviendo la experiencia presente, esa misma
emoción o sentimiento libre de etiquetas. Suelta ahora la creencia de lo que tú
crees la felicidad es. Si juntas las piezas del rompecabezas, se puede deducir
que si tu esencia es felicidad, al soltar la etiqueta de lo que la felicidad
es, y simultáneamente dejas de etiquetar tu experiencia presente como
“tristeza”, de nuevo, al tu esencia ser felicidad, no puedes sino que ¡ahora
mismo ser feliz!
Y de nuevo, esa
sensación que le llamabas tristeza es ahora solo una sensación. Nada mas y nada
menos. Así es como puede uno estar en paz con lo que venga, con la sensación
que surja. Y si uno está en paz sintiendo lo que esté sintiendo, pensando lo
que esté pensando, ¡ESO ES SER FELIZ!
Si puedes poner
en práctica este ejercicio, tarde o temprano descubrirás que no puedes, sino
que ser feliz siempre. No importa lo que ocurra, no importa lo que sientas,
pase lo que pase, no puedes dejar de ser tu esencia, que es felicidad. No te
pido te creas nada de lo que estoy diciendo. Simplemente investígalo.