“Aquello que te reservar sólo para ti, se lo quitas a Aquel que quiere liberarte. A menos que se lo devuelvas, tu perspectiva de la realidad permanecerá inevitablemente distorsionada y sin corregir.” T-17.I.3:5-6
Imagínate que estás durmiendo y estás
soñando. Hay una escena en el sueño que deseas quedarte con ella y por
consiguiente no quieres soltar. Eso es lo que no te permite despertar del sueño
y por consiguiente es lo que le niegas a Aquel que quiere
liberarte.
Este mundo siendo un sueño, todo aquello
que no queremos soltar es lo que no nos permite despertar de él. Y lo que no
queremos soltar, no sólo son bienes materiales sino que nuestra identidad
personal.
El Espíritu Santo, o dicho de otra manera, Aquel que quiere liberarnos, no nos pide que sacrifiquemos
ninguno de nuestros bienes materiales ni nuestra identidad mientras todavía
estemos identificados con ellos.
Lo que Él nos pide es que reconozcamos lo
importante que es la paz interior para que conscientemente empecemos a darla
valor a ella, y así podremos reconocer como la misma se pierde cuando nos
identificamos con una identidad personal al igual que cuando nos apegamos a
cualquiera de nuestros bienes materiales.
Ese discernimiento consciente es lo que
permite que el Espíritu Santo tome posesión de nuestro sistema de pensamiento.
Según el cambio de percepción toma lugar en nuestra mente donde el conflicto es
reemplazado por la paz, sin ninguna sensación de pérdida ni sacrificio, vamos a
ir experimentando un desapego psicológico al mundo y es así como el mundo de lo
físico deja de ser una distracción.
Ahora la mente descansa en una paz libre de
apego, libre de miedo, ya lista para dejar el sueño a un lado, y en su debido
momento, despertamos a nuestra realidad en Dios. Mientras tanto seguimos
funcionando como seres humanos en un mundo de ilusiones, solo que con una mente
libre de miedo y llena de paz.
Y es por eso que se nos recuerda: “Hay una manera de vivir en el mundo que no es del mundo, aunque
parezca serlo. No cambias de apariencia, aunque sí sonríes mucho más a menudo.
Tu frente se mantiene serena; tus ojos están tranquilos.“ W-pI.155.1:1-3
Lo que no queremos ahora es hacer de este
proceso una meta que alcanzar de debido a que eso puede convertirse en un
obstáculo. No hay que alcanzar nada, simplemente el mero hecho de tomar
consciencia de que solo la paz es lo que importa, continuamos viviendo nuestra
vida “normal”, solo que siendo mas conscientes, y tenemos acceso a esa paz
ahora.
Si hacemos de esto un proceso intelectual,
donde estamos buscando hacerlo para estar en paz, podemos caer en la tentación
de negar cada momento presente como “imperfecto” ya que no cumple las
expectativas de lo que según el ego sería estar en paz. Esto es algo que según
uno va siendo consciente, empieza a descansar en esa paz, aun cuando la
situación en la forma aparente no ir como según la lógica del ego debería ir
para ser uno feliz.
En otras palabras, uno puede experimentar
esa paz, aun cuando las cosa no van “bien.” Y esto no se puede entender con el
sistema de pensamientos del miedo, eso es una experiencia que toma lugar,
simplemente cuando valoramos la paz mental sobre todas las cosas. Por lo tanto,
para que Aquel que puede liberarme haga Su trabajo, no
tengo que hacer nada especial, sino que mas bien, ser honesto conmigo mismo y
observar conscientemente todo aquello que deseo, no para negarlo ni
sacrificarlo, sino que para recordar que la paz de Dios es lo que
verdaderamente deseo, y así puede permitir que El corrija mi percepción equivocada.
Pues hay que ser consciente de que, "Cada cosa que valoras aquí no es sino una cadena que te ata al mundo;
y ése es su único propósito.“ W-pI.128.2:1 También nos recuerda, "Cualquier cosa en este mundo que creas que es buena o valiosa,
o que vale la pena luchar por ella te puede hacer daño y lo hará."
T-26.VI.1:1 La Biblia lo plantea de la siguiente manera: “‘No
acumulen para sí tesoros en la tierra, donde la polilla y la herrumbre
destruyen, y donde ladrones penetran y roban; sino acumulen tesoros en el
cielo, donde ni la polilla ni la herrumbre destruyen, y donde ladrones no
penetran ni roban; porque donde esté tu tesoro, allí estará también tu
corazón.’” [Mateo 6:19-21]
El Espíritu Santo no te quita las cosas,
solo quiere que las intercambies por algo mejor. “No estamos
haciendo hincapié en que renuncies al mundo, sino que lo intercambies por algo
mucho más satisfactorio, algo rebosante de alegría y capa de ofrecerte paz.”
W-pI.129.1:3
Este proceso en realidad es muy simple. La
única razón por la cual tememos entregar nuestro sistema de pensamientos al
Espíritu Santo es porque cuando elegimos la paz sobre todas las cosas, el
sistema de pensamientos del miedo lo interpreta como que vamos a perder algo.
Sin embargo cuando nos aferramos a las cosas del mundo y empezamos a
experimentar el dolor de perderlas, inclusive el dolor psicológico por el miedo
a perderlas, es ahí cuando empezamos a valorar la paz que por cierto es lo que
nos conduce a la búsqueda espiritual.
Y es por esa razón que se nos recuerda; "La resistencia al dolor puede ser grande, pero no es ilimitada.
A la larga, todo el mundo empieza a reconocer, por muy vagamente que sea, que
tiene que haber un camino mejor,” T-2.III.3:5-6
Por consiguiente tenemos acceso a la paz de
Dios ahora mismo. ¿Y qué es lo que se requiere para poder experimentarla?
Desearla. , “Deseo la paz de Dios: Decir estas palabras no es
nada. Pero decirlas de corazón lo es todo. Si pudieras decirlas de corazón,
aunque sólo fuera por un instante, jamás volverías a sentir pesar alguno, en
ningún lugar o momento." W-pI.185.1:1-3