“Cuando te invade la ira, ¿no es acaso porque alguien no llevó a cabo la función que tú le habías asignado?” T-29.IV.4:1
Leamos esa oración muy conscientemente.
¿Cual es la función que constantemente le adjudicamos a todo? La función de que
nos haga feliz. Entramos en relaciones de pareja, en trabajos, en busca de
actividades, objetos, en fin, todo con el deseo de que eso que elegimos nos
haga feliz. En relaciones quiero que tu te comportes de una manera para que yo
sea feliz. Quiero que hagas las cosas como yo lo deseo para que yo sea feliz.
Quiero que el mundo sea como yo quisiera que fuese para yo ser feliz. Y como
nada ni nadie puede cumplir con mis deseos, ya que inconscientemente yo he
preparado el escenario para justificar mi sentido de victimismo, todo lo que
voy a hacer es sentir ira y proyectársela a aquello a que o a quien yo le he
adjudicado la función de hacerme sentir feliz.
Teóricamente suena muy simple mas si
embargo llevarlo a la práctica parece ser complicado. La razón es porque lo que
me lleva a buscar en el mundo de las formas todo aquello que yo creo me hará
sentir feliz proviene del miedo que le tengo a Dios. Por consiguiente, en vez
de dirigir mi atención a Dios (paz interior) en busca de la Verdadera
Felicidad, dirijo toda mi atención al mundo que percibo con mis sentidos (busco
“fuera” lo que creo me va a hacer sentir mejor “dentro”).
Y lo seguiré haciendo siempre y cuando yo
crea que el mundo tenga algo que ofrecerme, o que crea que hay algo en el mundo
que desee y por consiguiente tenga miedo de perderlo. El Espíritu Santo muy
amorosamente me enseñará, si se lo permito, a cambiar mi interpretación
personal de todo por Su visión. Lo que me motivará eventualmente a elegir Su
sistema de pensamientos es debido a que mi interpretación personal genera miedo
mas Su Visión restaura la paz en la mente.
Es por eso que el Espíritu Santo nunca
nos ha pedido que hagamos ningún sacrifico por Él. Simplemente nos pide que
observemos como nos sentimos cuando lo abandonamos a Él, y como nos sentimos
cuando Lo invitamos. Eso será suficiente para que el cambio de mentalidad (el
milagro) pueda ir teniendo lugar en nuestra mente. Por lo tanto, como todo,
primero empezamos por ver como deseamos sentirnos como víctimas al establecer
expectativas y sentirnos atraídos a personas o experiencias que sirven el
propósito de aflorar el miedo.
En ese momento, sin sentirnos culpables
por ello, somos conscientes de que el error tiene que ver con haber elegido al
ego como nuestro guía y ahora cambiar a la Guía del Espíritu Santo. Dado ese el
caso, esa misma ira que antes se utilizaba para incrementar la culpa
inconsciente ahora se utiliza con un propósito diferente. Es por eso que el
Espíritu Santo puedo utilizar todo lo que el ego ha fabricado con el propósito
de ver donde hemos tomado una decisión equivocada y así poder elegir de nuevo.
“Las pruebas por las
que pasas no son más que lecciones que aún no has aprendido que vuelven a
presentarse de nuevo a fin de que donde antes hiciste una elección errónea,
puedas ahora hacer una mejor y escaparte así del dolor que te ocasionó lo que
elegiste previamente. En toda dificultad, disgusto o confusión Cristo te llama
y te dice con ternura: ´Hermano mío, elige de nuevo´.” T-31.VIII.3:1-2