"Amémonos unos a otros, ya que el amor es de Dios.... si Dios nos amó de esta manera, también nosotros debemos amarnos unos a otros. A Dios nadie le ha visto nunca. Si nos amamos unos a otros, Dios permanece en nosotros y su amor ha llegado en nosotros a su plenitud.... Si alguno dice: "Amo a Dios", y aborrece a su hermano, es un mentiroso; pues quien no ama a su hermano, a quien ve, no puede amar a Dios a quien no ve. Y hemos recibido de él este mandamiento: quien ama a Dios, ame también a su hermano (Biblia 4:7, 11-12, 20-21)".
Comentario:
Es muy bonito ver cómo ese extracto de la Biblia expone el amor incondicional
de Dios cuando nos recuerda que cómo es posible amar a Dios a quien no ves y no
poder amar a tu hermano a quién ves.
Si amamos a nuestro hermano a quién
vemos no podremos sino que sentir el amor de Dios, que aunque no Le vemos, Su
amor experimentamos.
Por lo tanto la regla de oro sería, si
quieres amar a Dios asegúrate que estés amando a todos y cada uno de tus
hermanos, pues Dios está tanto en él como en ti.
Cada vez que nos relacionamos con algún
hermano, ya sea en forma física o en pensamiento, podemos observar en base a lo
que sentimos si estamos amando a Dios o no.
Aprovecha por consiguiente cada una de
tus relaciones, no para ver si estás amando a tu hermano sino más bien para
asegurarte que estás amando a Dios, ya que así, y sólo así, podrás sentir el
amor de Dios en ti.
Un Curso de Milagros es consciente que
debido a la culpa que sentimos la cual le proyectamos a nuestros hermanos se
nos dificulta poder sentir el amor de Dios en nosotros. Por lo tanto no tenemos
que intentar amar a nuestro hermano por miedo a no sentir el amor de Dios sino
que más bien abrir nuestro corazón dejando a un lado nuestras interpretaciones
y según el Espíritu Santo hace Su trabajo el amor de Dios en nosotros no podrá
sino que reflejarse en el amor que sentimos por nuestros hermanos, que una vez
más es el amor de Dios en nosotros reflejado en ellos.
Pero para que este proceso tenga lugar
primero hay que ser brutalmente honesto con uno mismo y reconocer el odio
escondido que sentimos hacia nuestros hermanos (odio hacia nosotros mismos
suprimido por la culpa que sentimos al creer haber abandonado a Dios) y no
pretender que no está ahí y azúcararlo con pretensiones de que los amamos y
hablando de amor.
A eso se debe que un Curso de Milagros
su mayor enfoque es más bien en mirar los obstáculos al amor que hablar de el
amor mismo.
Si hacemos un trabajo honesto podemos
observar durante el día que fácilmente uno puede ser atraído hacia el conflicto
y luego intentar taparlo con pensamientos de "amor".
Más el Espíritu Santo que es plenamente
consciente de ello no nos juzga simplemente observa para que nosotros mismos
podamos reconocer el miedo inconsciente y ahora esos mismos pensamientos de
conflicto pueden ser depositados en Manos de Aquel que obra por Dios en
nosotros.
En resumidas cuentas, aunque el mensaje
es que aprendamos a amar los unos a otros, la verdad es que tenemos que primero
ser lo suficientemente honesto y reconocer el odio y el miedo que se encuentra
enterrado en el inconsciente y no caer en la trampa de azucarar todo eso
hablando de "amor".
Una vez escuché a alguien decir que tú
sales mejor interactuando con Hitler que con un político porque por lo menos a
Hitler sabes por dónde viene mientras el político no tienes idea.
En cierta manera personas que se
consideran "espirituales" y que se la pasan hablando de
"amor", pero que a su vez no quieren reconocer el odio suprimido, te
dicen una cosa pero luego por detrás de ti están diciendo otra.
Y yo soy el primero en decirte que he
sido culpable de ese comportamiento y por eso mi trabajo es a diario ser
conscientemente honesto de los obstáculos al amor que todavía existen en mí
para pedir que el Espíritu Santo los sane. Es así como le puedo sacar provecho
a las enseñanzas de Un Curso de Milagros.