Thursday, October 18, 2018

El Amor es Como la Electricidad

Los enseres eléctricos, cada uno tiene una función en particular. Por ejemplo, la tostadora con su fuerte calor tuesta el pan. La batidora con sus afiladas aspas hace batidos. El congelador con su baja temperatura congela alimentos. La aspiradora con su fuerte succión aspira objetos. Y una radio con su sistema de transistores transmite cualquier sonido o combinación de sonidos.

La tostadora puede tostar las tostadas levemente o quemarlas. La batidora puede triturar frutas de la misma manera que lo puede hacer con un dedo de la mano. El congelador puede congelar comidas de la misma forma que si un ser humano queda atrapado en él puede convertirse en cadáver. La aspiradora puede aspirar lo no deseado al igual que objetos que deseamos. Y una radio puede transmitir mensajes de amor o de odio.

Sin embargo, la fuente que pone a funcionar todos estos enseres, independientemente de lo que hagan, es la misma, la electricidad. De la misma forma que cada uno de los enseres tiene una función en particular basada en su modelo y sus características, cada una de las criaturas vivientes también tienen características particulares que las lleva a comportarse de la forma que se comportan. Sin embargo, la fuente de vida que respira a cada uno de esos seres vivientes es la misma, es amor.

Si me identifico con la fuente de vida que me respira, que a su vez respira a todas y cada una de las criaturas vivientes, empiezo a identificarme con mi esencia que es la misma de todos. No obstante, si también reconozco que yo tengo características particulares, algunas que podrían ser denominadas como virtudes de igual manera que otras pueden ser denominadas como defectos, reconociendo mi esencia y simultáneamente aceptándome completamente, eso es lo que me permite ser consciente de la esencia de todos, y a su vez aceptándolos completamente.

Esa es la base de la verdadera felicidad. No juzgo el comportamiento de nadie porque reconozco que forma parte de sus características las cuales ellos no pueden controlar. Pero si soy consciente de su esencia, que es la misma mía, puedo ahora observar la Fuente (amor, electricidad) expresándose a través de ellos reconociendo que lo que hagan o dejen de hacer no tiene nada que ver conmigo. Todos los enseres eléctricos, a pesar de sus diferencias, tienen algo en común, si se va la electricidad ninguno funciona. De la misma manera, si me olvido del amor que soy, de mi esencia, que es la que todos compartimos, directa o indirectamente, todos sufrimos la consecuencia de ese olvido.

Jesús, el Buda, la Madre Teresa, Krishnamurti, Sai Baba, Ramesh Balsekar, un barrendero que veo todas las mañanas barriendo las aceras con una actitud muy amable y servicial, y me imagino que tu conoces a alguien que quizás tenga esas cualidades, o quizás eres tú mismo, sirven de recordatorio para que la luz se mantenga presente. Cuando se me olvida mi esencia tú me la recuerdas, y cuando se te olvida a ti te la recuerdo yo.

Tú con tus características particulares al igual que yo con las mías, que nunca se nos olvide la electricidad que nos mueve, que nos une, lo único que es real, el verdadero amor.

Por lo tanto, hagamos lo mejor posible para recordar nuestra esencia, de manera que las características de cada persona, no importa lo que hagan o dejen de hacer, no sirvan de distracción. Ese es el mensaje detrás de, “Padres perdónalos porque no saben lo que hacen.” [Lucas 23:34]

Él no lo decía para que el Padre los “perdonase”.  Lo decía para que ¡él no se olvidara!. Pues si los hubiese condenado se hubiese condenado a si mismo. Si los hubiese juzgado es porque él se hubiese olvidado de su esencia. Solo uno que olvida su esencia juzga. Y como nuestra esencia es amor, no importa lo que el personaje haga, de la misma manera que la electricidad sigue siendo la misma, independientemente de lo que los enseres hagan, en ese sentido, no hay nada ni nadie que perdonar. Por eso el Curso nos dice, "El perdón no perdona pecados, otorgándoles así realidad. Simplemente ve que no hubo pecado. Y desde este punto de vista todos tus pecados quedan perdonados." W-pII.1.1:2-4

No pasemos por alto la oración final de ese extracto, dice que desde ese punto de vista en el que no hay nada que perdonar, todos “TUS”, no los de tus hermanos, o llevándolo a primera persona, todos “MIS”, no los de mis hermanos, sino que MIS pecados (juicios hacia mi mismo) son perdonados. Pues lo que se percibe “fuera”, como imágenes que les llamamos “otros”, son solo pensamientos, tal como yo soy un pensamiento dentro de la misma mente (fuente) que nos sueña. Por consiguiente todo me lo hago a mi mismo. Si juzgo me juzgo, si perdono me perdono. No hay otra salida.

Es por eso que Un curso de milagros dice, "El secreto de la salvación no es sino éste: que eres tú el que se está haciendo todo esto a sí mismo....Pues no reaccionarías en absoluto ante las figuras de un sueño si supieses que eres tú (no como personaje, sino como mente absoluta) el que lo está soñando. No importa cuán odiosas y cuán depravadas sean, no podrían tener efectos sobre ti a no ser que no te dieses cuenta de que se trata tan sólo de tu propio sueño." T-27.VIII.10:1-2..4-6