El concepto que el mundo tiene de valentía es luchar por lo que se desea, superar obstáculos, demostrar que uno puede, intimidar, etc. Sin embargo, una persona que acepta la vida tal como se presenta, con todas sus altas y bajas, una persona que se acepta a si misma con todos sus defectos y virtudes es una persona valiente porque no tiene miedo. Eso es lo curioso, que la valentía en realidad es la ausencia de miedo. No estoy hablando del miedo que nos lleva a si estamos cerca de un precipicio dar un paso hacia atrás o mirar hacia los dos lados antes de cruzar la calle, que forma parte del mecanismo para que el cuerpo no se haga daño. Estamos hablando del miedo sicológico. Pues el que lucha, por mas “valiente” que sea, ¿de qué le sirve la lucha, la intimidación, el “superar” lo que sea, el “yo puedo” si lo que le impulsa es el miedo, lo que le impulsa es la no aceptación de lo que es en función a lo que él cree "debería" ser?
El verdadero “guerrero” no lucha contra la vida, se abre a
ella. ¿En ese contexto, quienes en realidad han sido ejemplo de verdaderos
guerreros? Jesús, Buda, Gandi, al igual que muchos como ellos, porque ganaron
la única batalla que todos tenemos, la batalla contra nosotros mismos. Sus
mentes están en paz. Sin embargo, eso es exactamente lo que deseamos en lo mas
profundo de nuestro ser. Y “luchamos” por ello. Cuando para ello ¡no hay que
hacer nada!.
A mí me da vértigo las alturas. Me aterran. Eso no me hace
una persona “cobarde”, ni peor que otras. Eso solo me hace una persona cuyo
condicionamiento no le permite sentirse cómodo con las alturas. Luego vemos
esas personas que no le temen a las alturas y decimos, “que valientes”. Y
queremos ser como ellos. Y sufrimos. Y vamos a cursos de auto superación para
forjar una “mejor” versión de nosotros. Sin darnos cuenta de que el negar
nuestro condicionamiento solo conlleva al sufrimiento y la frustración. Pues el
objetivo no es ser un “mejor” ser humano. En otras palabras, no es ser un
“mejor ego”. El objetivo es reconocernos como Esencia, como Amor.
Puedo entonces ser completamente útil en otros contextos en
el que la perdida de miedo a las alturas no es necesario. Como por ejemplo,
desde el amor pueda que se me guie a acompañar a personas durante sus procesos.
De la misma manera, una persona cuyo condicionamiento es no temerle a las
alturas, desde el amor puede ser guiada a ayduar personas que se encuentran
atrapados en lugares altos. Esa persona que no le teme a las alturas puede
sufrir terror al perder algo muy querido y la vida pueda que me ponga para
servirle de apoyo. Y viceversa. Pueda que me encuentre atrapado en un elevador
panorámico en el piso 60 de un rascacielos en el que solo se puede tener acceso
desde fuera y esa persona puede acompañarme y llevarme a tierra firme por su
destreza y ausencia de miedo a las alturas. ¿Ven como todo tiene un orden? Pero
ese orden no puede ser respetado si yo impongo el mío a raíz de mi “valentía”,
que mirado ahora objetivamente es mi cobardía.
¿Significa eso que si hay algo en mi que me gustaría cambiar
que no pueda hacerlo? Es mucho mas simple. Si hay algo en mí que necesita ser
cambiado, LA VIDA MISMA plantará el deseo de ir en pos de ese cambio, y me
proveerá con los recursos necesarios para que ese cambio tenga lugar para
beneficio del Amor, no para beneficio del ego en su deseo de agrandamiento y
superioridad. Por lo tanto, no tengo que “sufrir” ni “luchar” por querer ser
algo diferente de lo que soy. Lo interesante es, solo si me acepto tal y como
me experimento es que puedo aceptar a todos, sin necesidad de que ellos
cambien. Porque detrás de sus aparentes “imperfecciones” o “diferencias”, lo
que hay es la Sabiduría del Amor operando a través de todo para beneficio del
Amor mismo.
Por consiguiente, eres valiente por la naturaleza de lo que
eres. Te acobardas cuando quieres ser otra cosa. Y es una batalla perdida,
porque nunca podrás ser otra cosa por mas que lo intentes. Eres amor. Y si
quieres experimentarte como amor AHORA MISMO, acepta todo, acéptate a ti mismo,
y observa como el miedo de desvanece. Eso, ¡es ser valiente!