Una de las cosas que frustra a todo aquel que embarca en una búsqueda “spiritual” es el sentir que no está “avanzando”, que lo está haciendo “mal”, que no siente lo cree que “debería” sentir, etc. Todas esas son trampas muy sutiles que terminan siendo defensas, y que sólo tienen la apariencia de que no se le está sacando provecho a la enseñanza. Pero la realidad es todo lo contrario. La Sabiduría (letra mayúscula) que fue Quien puso en marcha la búsqueda está haciendo Su trabajo en cada instante. Lo que se requiere ahora es paciencia y confianza en el proceso.
Tenemos que tomar
en consideración que el condicionamiento profundo que sostiene nuestra
identidad, muy gradualmente necesita ser expuesto a la luz para que sea
desecho. Este proceso de por sí no es doloroso ni requiere sufrimiento porque
es simplemente soltar creencias. No obstante, se experimenta de esa manera por
la resistencia a soltar nuestra identidad, que lo que la sostiene son todas las
creencias. Pero el proceso en si, creámoslo o no, es muy amoroso porque va
exponiendo y deshaciendo los obstáculos al amor muy gradualmente. Pero se
experimenta doloroso porque es como que parte de nosotros está
"muriendo". Y la realidad es, tiene que haber una muerte total de
nuestras creencias y condicionamientos para que nuestra Esencia pueda aflorar.
Según nuestra
Esencia va aflorando al ir teniendo la experiencia directa de esa paz que tiene
lugar cuando se suelta todo, este proceso de “muerte” empieza a experimentarse
más dócil y más dulce.
En un principio,
lo que hace difícil este entendimiento, que realidad es muy obvio y muy
natural, es que, ademas de los conceptos y creencias de lo que creo ser, la
mente está llena de conceptos sobre la espiritualidad que también tienen que
soltarse. Porque lo que ocurre en un principio es que cuando se emprende la
búsqueda, el sistema de pensamiento del miedo, el condicionamiento y creencias
de lo que creo ser se apodera de este proceso y empieza a llenar la mente de
ideas y conceptos sobre lo que tiene que tener lugar para experimentarse algún
tipo de autorrealización, iluminación, despertar, sea cual sea el término que
hemos fabricado sobre alguna meta o fin espiritual.
Pero en realidad
es muy simple. Es vivir la vida tal como se va presentando, sólo que cuando es
liberada de expectativas, de creencias de cómo las cosas “deberían” ser o
quisiéramos que fuesen, de cómo me "debería" sentir, viviéndose en
una aceptación total del instante presente (el único que hay), más se va
arraigando el conocimiento de que no soy este cuerpo, de que mi esencia es
conciencia, amor puro, unidad, eso que no se puede nombrar. A raíz de
observarse la obviedad de este proceso, no puede uno sino que empezar a
relajarse. Ahora las creencias se sueltan porque de antemano sabemos que todas,
sin excepción de ninguna, son falsas. Todos nuestros puntos de vista se caen
porque sabemos que son simplemente opiniones basadas en conceptos aprendidos
limitados. Si aprende a aceptar las circunstancias y las situaciones tal como
vienen despojándose de todo significado.
Todo esto va
teniendo lugar, no a raíz de alcanzar alguna meta o algún “objetivo
espiritual”, no a raíz de hacer algún tipo de “trabajo especial”, simplemente a
raíz de vivir este instante, confiando en el camino.
Entonces se puede
observar cómo la Sabiduría Universal está haciendo el trabajo sin necesidad de
“yo” hacer nada. La experiencia misma nos lleva a confiar más y más en el
proceso hasta el punto en el que se da uno cuenta que no hay nada más que
hacer. Que todo se está haciendo. Y que lo que estoy aprendiendo es a salirme
del medio.
Ahora, aquí viene
lo paradójico, la búsqueda misma, las prácticas y trabajos especiales que hayan
tenido lugar, que estén teniendo lugar, o que vayan a tener lugar también forma
parte de un plan orquestado por la Sabiduría misma.
Así que
llevémoslo a lo simple.
¿Por qué escribo
estas palabras? No sé, y honestamente me da igual. Esto es lo que está
ocurriendo y la Sabiduría que las inspira sabrá por qué lo hace. ¿Qué tendrá
lugar en este día? No sé, y me da igual. Esa misma Sabiduría moverá este cuerpo
a hacer lo que sea que se tenga que hacer, a decir lo que sea que se tenga que
decir, a pensar lo que sea que se tenga que pensar, a sentir lo que sea que se
tenga que sentir, y en el mundo a que tenga lugar lo que sea que tenga que
tener lugar dado que va a tener lugar lo que sea que tenga que tener lugar
independientemente de mis deseos, opiniones, o preferencias. “Yo” no tengo nada
que hacer. O mejor dicho, no puedo hacer nada, aunque aparezca que esté “haciendo”
algo o que "pueda" hacer algo.
Este escrito de
casi dos páginas puede resumirse en una sola palabra, confianza. Confianza en
la vida misma, en que todo está ocurriendo como tiene que ocurrir para
beneficio de la vida misma. Confianza en que la Sabiduría está haciendo Su
trabajo. Ahora solo me toca terminar de escribir esto y ver qué tiene lugar
“luego”. Solo que no existe “luego”. Lo único que existe es este instante. Y si
lo libero de significado, la mente descansa en este instante, y se vive libre
de sufrimiento.
Pero para poder
liberarlo de todo significado de manera que este instante se pueda vivir libre
de sufrimiento necesito sentirme cómodo en la incertidumbre. Y sólo puedo
sentirme cómodo en ella cuando hay confianza.
Cierro este
escrito con las palabras de Ramesh Balsekar:
"... Si sólo
contemplamos el funcionamiento de la Totalidad sin la motivación personal, sin
la visión como individuos, observando simplemente su funcionamiento impersonal,
no hay problema. Cuando vemos las cosas desde la perceptividad individual, los
problemas no terminan jamás. Pero cuando vemos las cosas desde la visión de la
Totalidad, como el transcurso impersonal de los acontecimientos, las acciones
se realizan sin un hacedor individual y no hay problemas."