Pregunta: “Mi mamá se suicidó en el hace mas de 15 años, me encargó a mi papá, yo era la soltera, sin hijos y continúo igual. El primer año mi hermana me ayudó, ¿Como puedo saber si esta situación me pide aceptación hasta el fin de sus días o debo hacer caso de lo que siento y confiar en que podrá solo y yo soy la que debe irse? No me siento feliz la mayor parte del tiempo. Claro es un problema de ego. La gente dice que es corta la vida, bueno para mi es larguísima!! Gracias por tu comentario cuando puedas, los hijos que han quedado a cargo de sus padres se identificarán, generalmente es uno solo.Te mando un beso.”
Comentario: Todos tenemos nuestro
currículo y yo respeto el camino que cada cual aya inconscientemente elegido
para recordar la verdad. Experiencias como ésta se pueden utilizar para
llevarnos más y más al conocimiento de nuestro ser a raíz de un trabajo de
perdón profundo.
Qué hacer o qué no hacer podría muy bien
ser una sugerencia de el sistema de pensamientos del ego para que evites mirar
algún sentir o algún obstáculo qué al no reconocer en ti utilizas tu
circunstancia para justificar esa culpa inconsciente o sentido de victimismo.
Obviamente hay una paz que mora en lo más profundo de tu ser la cual tienes
acceso a ella si tu atención va dirigida hacia tu interior.
Si tu padre es una persona que se puede
sostener sin ningún problema pueda que lo que te mantiene a ti en esa relación
es la culpa, el sentido de obligación en vez de el amor de quedarte tú allí.
De ese ser el caso, si sientes que por tu
cuenta se te dificulta lidiar con tu proceso pueda que te apoye asistir a
alguna sesión de terapia con una persona competente la cual te pueda apoyar en
ese proceso de transición para que puedas soltar esa culpa inconsciente y por
consiguiente tomar una decisión en base a lo que sería más amoroso para ti al
igual que para tu padre.
Lo importante es que si continúas haciendo
tu trabajo de aceptar cada circunstancia tal y como es, entonces no estás en
resistencia con lo que es y eso te permite experimentar esa paz subyacente.
Este proceso requiere práctica y un deseo de elegir esa paz. Cuando hablo de
elegir esa paz no estoy hablando de elegirla para que tus circunstancias
cambien. Estoy hablando de elegirla porque de corazón quieres la paz de Dios.
De lo contrario vas a intentar utilizarla
para evadir lo que te molesta o justificar tu sentido de victimismo y por
consiguiente no estás aceptando cada experiencia tal y como es. Observa todo lo
que sientes en cada momento y aprovecha ese currículo que se te ha presentado
para ser más consciente.
De esa manera serás inspirada al tipo de
acción y trabajo interno que tengas que hacer. De ahí en adelante si se supone
que te quedes con tu padre así será. Si se supone que te vayas así será, pues a
final de cuentas no eres tú la que decide lo que sucede en tu experiencia, ni
siquiera la que decide irse o quedarse. Ese no es tu libre albedrío. Tu libre
albedrío es tomar consciencia de que hay un sistema de pensamientos disponible
en cada momento (el del Espíritu Santo) que te brinda paz.
Pero empieza desde ahora a poner en
práctica la aceptación total a toda experiencia dejando a un lado todas las
interpretaciones que la mente hace para no resistirse el momento presente. Así
que tranquila, en realidad estás en las Manos de el Espíritu Santo que muy bien
sabe el camino que estás recorriendo para que puedas liberarte.
No hay coincidencias en el mundo, no hay
accidentes en el mundo, sólo la perfección de la vida recordándote que lo único
que la vida quiere para ti es que seas verdaderamente feliz.