Wednesday, June 29, 2016

Hago Lo Que Puedo y Más Para Encontrar la Paz, Pero Sigo Sufriendo


Pregunta: “Hola Nick. Tengo una pregunta: hago todo lo que puedo y más a nivel interno para encontrar la paz, pero sigo sufriendo. Está la idea de que lo que experimento es mi voluntad, y me cuesta entender esto. Si me entrego totalmente en la práctica, ¿que mi voluntad real sea sufrir? ¿Pero mi voluntad real, mi única voluntad como hijo de Dios no es el amor y la paz? A ver si me aclaras un poco, por favor. Gracias hermano.”

Comentario: Cuando hablamos de voluntad aparenta haber una voluntad personal y la voluntad de Dios. Observa que dije aparenta haber una voluntad personal. Me explico, la voluntad de Dios, que es la unica real, es que el Santo Hijo se reconozca a si mismo como el amor infinito que realmente es.

Sin embargo al haber elegido en contra de la verdad se proyecta un personaje con una voluntad “personal”. La voluntad inconsciente de querer sentirme separado es la responsable de todo el sufrimiento que se experimenta. Pues a raíz de esa voluntad se proyecta un “yo” separado en un mundo de separación. Pero esa voluntad no ocurre en la forma sino que en la mente y es solo una creencia, nada mas.

Siendo una creencia, y toda esta experiencia física es una proyección de esa creencia no existe “mi” voluntad aunque eso sea lo que aparente existir pues no existe un “yo”. De la misma manera que aparenta existir un libre albedrío en el que “yo” creo que puedo tomar decisiones en el mundo, la realidad es que toda decisión tomada es un efecto del sistema de pensamientos con el que me identifico en cada momento. Si me identifico con el ego las decisiones que “yo” “aparento” estar tomando reflejan ese sistema de pensamiento. De la misma manera si elijo el sistema de pensamientos de el Espíritu Santo las decisiones que “yo” “aparento” estar tomando reflejan ese sistema de pensamiento.

Volviendo a tu pregunta, la única voluntad que da lugar a toda esta experiencia es la voluntad de querer sentirme separado de Dios, de nuevo, que tiene lugar en la mente y no en la forma. Entonces todo lo que tengo que hacer es dejar de prestarle atención al mundo de las formas y retornar mi enfoque a la paz de Dios, a la quietud de la mente para así poder retornar la mente a la voluntad de Dios, que es impersonal y qué no tiene nada que ver con lo que tenga lugar en esta experiencia física.

Toda esa “entrega” de la que hablas para dejar de sufrir no es en realidad el tipo de entrega que estamos hablando aquí. Porque esa es una “entrega personal” con el propósito de “mejorar” el personaje, no con el propósito de retornar la mente a la verdad. Esa es la voluntad “personal” intentando “entregar” para sentirse “mejor”.

Sufres porque te estás adhiriendo a una historia que la mente está formulando en base a tu experiencia. Pero todo eso tiene que ver con la experiencia de el personaje no con tu realidad en Dios. Por consiguiente, el silencio, la quietud, el deseo de liberación es para que seas consciente de que tu realidad es Dios y no este personaje separado qué se percibe como “alguien” que está sufriendo y que por lo tanto quiere “entregar” para sentirse en paz.

Esto no es algo que se puede explicar en palabras y entenderse. Es una experiencia que surge a raíz de mi voluntad de desear la verdad. Y eso lo hacemos a raíz de elegir el sistema de pensamientos de el Espíritu Santo con el propósito de despertar no con el propósito de mejorar el personaje. Si lo que queremos es mejorar el personaje en realidad no estamos poniendo en práctica el perdón con el propósito de sanar la mente de la creencia en la separación sino que mas bien lo que estamos haciendo es intentar aplicar el perdón con el propósito de experimentar un desarrollo personal.

Eso no nos libera de la culpa ni el sufrimiento, simplemente nos mantiene corriendo en círculos perpetuando en la mente la creencia en la separación y ahí no hay contestaciones que es por eso que el curso nos recuerda; “Las respuestas que el mundo ofrece no hacen sino suscitar otra pregunta, si bien dejan la primera sin contestar”. T-27.IV.7:4

Así que primero tenemos que hacernos la pregunta, ¿qué es lo que realmente deseo? Si todavía deseo algo en el mundo, no tengo que sentirme culpable por tener ese deseo pero si tengo que estar abierto a reconocer que todo deseo está basado en carencia y miedo y por consiguiente puedo elegir de nuevo la voluntad de Dios de manera que pueda liberarme de la carencia inconsciente. Y a raíz de esa elección el deseo pierde su poder de atracción. Ahora es que estamos abriendo la mente a la verdadera liberación pues estamos siendo conscientes de los obstáculos al amor.

Ese en sí es el trabajo de Un Curso de Milagros, no el de que se “cumplan nuestros deseos”, sino que mirar las diferentes maneras que se esconde la culpa inconsciente para una vez más elegir un Nuevo Maestro (Espíritu Santo). Por eso el curso nos recuerda que el objetivo del curso es “…despejar los obstáculos que impiden experimentar la presencia del amor, el cual es tu herencia natural.” T-In.1:7