1. El miedo es un engaño. 2 Da testimonio que te has visto a ti mismo como nunca podrías ser y, por lo tanto, contemplas un mundo que no puede ser real. 3 Ni una sola cosa en ese mundo es verdad. 4 Sea cual sea la forma en que se manifieste, 5 sólo da fe de tus ilusiones acerca de ti mismo. 6 No nos dejemos engañar hoy. 7 Somos los Hijos de Dios. 8 El miedo no tiene cabida en nosotros, pues cada uno de nosotros es parte del Amor Mismo.
Miremos ese extracto más detenidamente:
“1. El miedo es un
engaño. 2 Da testimonio que te has visto a ti mismo como nunca podrías ser y,
por lo tanto, contemplas un mundo que no puede ser real. 3 Ni una sola cosa en
ese mundo es verdad. 4 Sea cual sea la forma en que se manifieste, 5 sólo da fe
de tus ilusiones acerca de ti mismo.”
El engaño es que al creer ser un ser
humano viviendo en un mundo de separación, te has visto a ti mismo como nunca
podrías ser, un cuerpo ambulando por el mundo. Y como los sentidos dan
testimonio de esa creencia inconsciente en la mente, no se puede intentar a
este nivel físico erradicar esa creencia porque, de nuevo, este nivel físico
corrobora la creencia subyacente de que soy cuerpo y no mente. Dado ese el
caso, todo lo que se hace a este nivel simplemente nos mantendrá corriendo en
círculos. ¡No hay salida!
“6 No nos dejemos
engañar hoy. 7 Somos los Hijos de Dios. 8 El miedo no tiene cabida en nosotros,
pues cada uno de nosotros es parte del Amor Mismo.”
Para tomar conciencia de que soy parte de
el amor mismo necesito dejar de prestarle atención a lo que me distrae. Todo lo
que creo sentir es una distracción porque me hace creer que soy un cuerpo, todo
lo que creo ver es una distracción, todo lo que creo escuchar es una
distracción, todas mis interpretaciones son simplemente distracciones porque me
hacen creer que hay un ¨ "yo" que de verdad "ve",
"escucha" y "sabe".
Es por eso que el único recurso para
poder ser consciente del amor que soy es la rendición total en cada momento
libre de interpretaciones.
Por algo se nos recuerda: "El milagro llega silenciosamente a la
mente que se detiene por un instante y se sumerge en la quietud.” T-28.I.11:1
Es por eso que sólo se puede experimentar
el amor que somos cuando se deja de buscar ya que la búsqueda se hace con el
intelecto y paradójicamente el intelecto es el obstáculo que no nos permite
experimentar el amor que somos, no el amor que se “encuentra”.
No obstante, el intelecto se utiliza con
todo su razonamiento para que llegue el momento que lo podamos dejar a un lado,
y es por eso que todo es útil, pues a final de cuentas, el amor se revela, no
después de una exhausta búsqueda, sino que cuando estamos listos. Ya eres amor
y por consiguiente no puede existir el miedo. Así que no es cuestión de
“buscar” sino que mas bien de soltar. Y eso es perdonar.
Cerremos esta nota con la oración que nos
sugiere esa lección:
“2. ¡Cuán infundados
son nuestros miedos! 2 ¿ Ibas acaso a permitir que Tu Hijo sufriese? 3 Danos fe
hoy para reconocer a Tu Hijo y liberarlo. 4 Perdonémosle hoy en Tu Nombre, para
poder entender su santidad y sentir por él el amor que Tú también sientes por
él.”