Friday, June 9, 2017

El Único Problema


El problema que se experimenta es que al percibirse uno como un ser humano cree estar separado , y a raíz de eso cuando tiene un pensamiento cree que el pensamiento es personal al igual que cuando experimenta un sentimiento cree que es personal ya que todo apunta a la creencia fundamental que dice, "yo soy un cuerpo que pienso y que siento."

Pero si me doy un espacio de quietud para ser consciente, puedo darme cuenta de que todos los pensamiento son simplemente imágenes que surgen de la nada y se disuelven en la nada desprovistas de significado al igual que cualquier sentimiento son simplemente sensaciones que al igual que los pensamientos no significan absolutamente nada y que nada de eso tiene que ver Conmigo (letra mayúscula) como conciencia.

Y como el propósito que el ego tiene para los pensamientos y las sensaciones es dirigir la atención hacia la creencia de que soy un cuerpo, siempre y cuando tenga miedo de soltar el cuerpo, de soltar mi identidad como entidad separada, de soltar el "mundo", en otras palabras, miedo a "morir", por más que lea libros que dicen que nada significa nada o que mis sentimientos no significan nada o que soy espíritu y no cuerpo o que soy tal como Dios me creo, etcétera, todo eso simplemente permanecerá como conceptos intelectuales que no me llevan a ningún lado.

Tiene uno que de corazón desear la verdad como lo más importante, desear la paz de Dios como lo más importante, y desde ahí la práctica diaria de reconocer que nada significa nada cobra perfecto sentido ya que la atención va dirigida hacia algo más abstracto y no a los objetos como lo que es el cuerpo, las sensaciones, los pensamientos, el mundo, en fin todo lo que se percibe a raíz de los sentidos.

Es entonces cuando los pensamientos pueden observarse inocentemente sin proyectarles ningún tipo de significado y las sensaciones pueden surgir y ser observadas pues ya la paz que sobrepasa todo entendimiento empieza a tomar primera posición en la mente. Ahora la experiencia humana se vive desde un estado de desapego observando cada imagen que se presenta como una película en donde el escenario constantemente cambia, los actores constantemente cambian, pero el observador, él Yo con letra mayúscula que nunca cambia lo observa todo sin sentirse de ninguna manera afectado por los cambios que van teniendo lugar.

Y cuando se acaba la película sigue siendo ese Yo que siempre fue antes de que comenzase la película y que siempre será después que termine la película.

Por lo tanto observa en silencio, y permite que el Espíritu Santo vaya poco a poco efectuando el cambio de mentalidad.

Es por eso que cada vez más soy consciente de que no hay nada que hacer, simplemente observar muy atentamente cuan fácil traigo mi atención al cuerpo, ya sea a raíz de un pensamiento que le proyecto significado y por consiguiente experimento preocupación o culpa, de la misma manera que algún sentimiento surge y al proyectarle significado genera miedo pues amenaza mi identidad personal (mi deseo de sentirme especial).

Es en realidad todo lo mismo, pensamiento o sentimiento, todo lleva la atención al cuerpo, al "yo" que se cree estar sintiendo y pensando, pero eso no es quién Soy.

Por lo tanto para hacer este trabajo hay que estar dispuesto a mirar el miedo escondido, en otras palabras los obstáculos al Amor (que es lo que realmente Soy) y no esconderse detrás de conceptos de que todo es amor y yo soy amor como una estrategia de evasión. Todo eso suena muy bonito pero no deshace la culpa inconsciente que es la que proyecta el cuerpo, el "yo" que me he creído ser al igual que el mundo en el que aparentemente me percibo formando parte de.

Así que con la ayuda del Espíritu Santo empiezo cada día, de la mejor manera que pueda, a poner mi mente bajo Su directriz. Eso lo hago cuando me abro a permitir que toda sensación y sentimiento tenga lugar de la misma manera que todo pensamiento y experiencia que surja tenga lugar sin intentar evadir nada, sin intentar suprimir nada, sin intentar justificar nada, sin intentar interpretar nada, simplemente siendo consciente de que nada de lo que veo, y nada de lo que siento significa nada.

Eso es lo único que el Espíritu Santo pide de mi parte.