Monday, June 26, 2017

Volviendo A Nuestra Verdadera Naturaleza por Francis Lucille

Extracto de su libro el Perfume del Silencio:

Pregunta para Francis: “¿Podrías decir algo más sobre estas dos  distintas formas de volver a nuestra verdadera naturaleza, una a través  del pensamiento y la otra del a través del sentimiento, y de los  obstáculos que encontramos? “

Contestación de Francis: Cuando  notes que estás involucrado en pensamientos repetitivos, simplemente  obsérvalo. No te juzgues a ti mismo. No hay nadie a quien juzgar. Es  solo un fenómeno natural que surge.

De forma similar, el  reconocerlo es otro fenómeno natural. No hay nadie que juzgue o a quien  juzgar. Entrega tanto al juez como al que es juzgado a la presencia en  la que aparecen. Vive con lo que trae el momento, fresco y nuevo, sea lo  que sea. Deja que fluya a través de ti, permitiendo que cada cosa que  aparece sea libremente remplazada por la siguiente. No te apegues a  ninguna de estas apariciones.

La expulsión del Jardín del Edén  ocurre cuando nos vemos atraídos y nos involucramos con los objetos,  olvidando nuestro verdadero centro, la presencia.

Cuando nos  apegamos a los objetos, bien porque queramos conservarlos o librarnos de  ellos, volvemos a ser expulsados del Jardín.
Los objetos son la  tentación del diablo. Cuando nos desapegamos de los objetos volvemos al  Jardín. A nivel de sensaciones corporales, podemos descubrir que  estamos apegados a un gran sentimiento o a una gran sensación.

 Generalmente esto ocurre porque, implícita o explícitamente, queremos  librarnos de ella y por lo tanto consciente o inconscientemente estamos  enfocándonos en ellos. De esta forma, nuestra atención queda cautiva de  este sentimiento particular. Hemos caído en la trampa del diablo.
 Simplemente el reconocimiento de que hemos caído en la trampa, nos  libera de ella. Si hay pensamiento repetitivo, deja que encuentre su  propia resolución. Al no alimentar esta dinámica, su inercia se irá,  simplemente, disipando.

Es como cuando subes una cuesta en bici:  si dejas de hacer esfuerzo, la inercia se va debilitando y acabas  parándote. Es lo mismo aquí. Deja de añadir energía al proceso de  pensamiento mediante la creencia en el mito de un ser separado.

 Cuando la agitación del pensamiento disminuye, el nivel del sentimiento  se hace más evidente. Este es el momento de ser valientes porque algunos  de los sentimientos que afloran pueden resultar abrumadores. Sin  embargo, son solo sentimientos. De hecho son solo sensaciones corporales  con un “mí” adscrito a ellas. Si las dejamos tranquilamente hacer su  trabajo, el nivel “mí” se desapegan solo por sí mismas. Pierden su  “mi-idad” y también, por la misma razón, su mezquindad. Se vuelven mas  dóciles, mansas, presentables, civilizadas.

Dejan de ser un  problema. Podemos vivir con ellas. Podemos tener una vida a pesar de  ellas. El principal obstáculo es querer librarse de estos sentimientos,  eliminarlos. Esa es la trampa del camino gradual. No tiene final. En el  momento en que, como resultado de querer librarnos de él, quedamos  hipnotizados por un sentimiento, estamos atascados. Permanecemos  atascados a ese nivel hasta que abandonamos el deseo de librarnos de  ello.

Podemos estar ahí durante años o una fracción de segundo,  que es lo mismo que no estar ahí en absoluto. Es nuestra elección. Si  nos atascamos mucho tiempo con cada sentimiento que encontramos, el  camino no tiene fin. Entiende que es verdaderamente nuestra elección  quedarnos o no atascados con cada sentimiento que encontramos. No es  algo que nos venga impuesto. Es algo que nos imponemos a nosotros  mismos. Lo hacemos porque nos gusta.

Por ejemplo, si alguien  está enfadado y quiere perpetuar su enfado y expresarlo, es solo porque  lo disfruta. En la meditación, todo resulta magnificado. Todo queda bajo  el microscopio. Todo se hace más evidente, porque estamos en el  laboratorio.

Es un gran alivio cuando tomamos el camino directo,  cuando por fin dejamos de intentar librarnos de los sentimientos, que  es tan trabajoso. No hay que hacer nada con estos sentimientos. Podemos  divorciarnos de ellos en cualquier momento. De hecho ni siquiera estamos  casados con ellos.
Cuando entendemos esto, nos damos cuenta de  que, por la misma razón, no tenemos que ir sentimiento a sentimiento.  Podemos abandonarlos, entregarlos todos juntos, al por mayor, y  simplemente quedarnos en el ser. Si los sentimientos están presentes,  están  presentes. Si se quieren ir, se van. No tenemos nada que ver con  ellos, ningún interés oculto.

Permanecemos en el ser. El ser es  un mundo diferente, otra dimensión, a la que los sentimientos no tienen  acceso. Esa es la razón por la cual ninguna manipulación de los  sentimientos podrá nunca llevarnos al ser. Igual que podemos atravesar  el pensamiento repetitivo e ir directamente al sentimiento subyacente,  podemos atravesar la capa de sentimientos, sin más, y volver al ser.

 Sitúate como consciencia, no importa lo que pase. Si nos situamos en el  ser, generalmente al principio se producirá una gran convulsión. Habrá  una revuelta, un alboroto. Sin embargo, mantente fuerte, con valentía y  firme porque al final los sentimientos pierden.

Gradualmente y  de forma milagrosa las cosas se arreglarán solas. En el momento en el  que nos situamos en el ser, abrimos las puertas de la armonía.

 Al principio hay un montón de presión. Hay un gran flujo de energía a  través de estas puertas, pero el flujo se mueve en la dirección  correcta. No te desanimes pensando que no estás consiguiendo el  resultado objetivo esperado. No es así como ocurre. Los resultados no  provienen de los objetos. El Ser es un mundo distinto, otra dimensión.