Comentario: Este
extracto, al igual que todo Un Curso de Milagros, nos recuerda que no
reaccionamos al mundo sino que más bien a nuestras interpretaciones. Empezamos
entonces también a tomar conciencia de que el mundo está compuesto de imágenes
las cuales utilizó para proyectar todo lo que siento de manera que pueda
sostener mi deseo de sentirme como víctima. Es así como experimento al mundo
como causa y yo como su efecto. Y obviamente la razón por la cual reacciono al
mundo es porque yo me creo ser parte de él. Pero eso sería otra conversación.
Ahora comenzamos a revertir causa y
efecto al ser conscientes de que lo que sentimos tiene que ver con nuestras
interpretaciones basadas en el estado mental en el que nos encontramos en cada
momento. Ese estado mental lo determina el sistema de pensamientos con el que
nos estamos identificando. Para efectos prácticos, utilizándome a mi como
ejemplo, cuando me encuentro reaccionando a algo del mundo estoy identificado
con el sistema de pensamientos de el ego. En ese momento puedo tomar conciencia
y hacerme responsable de que el mundo no es la causa de mi perdida de paz sino que
más bien mi deseo inconsciente por todavía querer elegir la culpa. Es en ese
momento que puedo pedir ayuda.
Pedir ayuda es abrirme en este momento
presente en completa rendición y aceptación de lo que está teniendo lugar, sin
interpretar ni justificar lo que piense ni lo que sienta. De esa manera el
sistema de pensamientos del Espíritu Santo puede apoderarse de mi mente. Por
eso es que la corrección la hace el Espíritu Santo y no yo. Todo lo que tengo
que hacer es abrirme a Su interpretación. Al ser consciente ahora de que el
mundo no tiene efecto sobre mi puedo reconocer su contenido ilusorio. Mis ojos
podrán seguir aparentemente “viendo” esas imágenes pero al estar identificado
con el sistema de pensamientos del Espíritu Santo pierden el poder que yo les
estaba adjudicando a raíz de mis interpretaciones personales.