Comentario: Vamos
primero a ser conscientes de la razón por la cual esa lección está en pie. La
misma sigue la lección anterior, la 128 que nos dice, “El mundo que veo no me ofrece nada que yo desee.” Y la razón es, como muy bien lo explica la lección 129, “No puedes detenerte en la idea de que
el mundo no tiene valor, pues a menos que veas que hay algo más por lo que
sentirte esperanzado, no podrás evitar caer en la depresión.“ W-pI.129.1:2
Vamos ahora a elaborar sobre tu pregunta.
No hay que “llegar” a ese mundo porque ya ¡eres! ese mundo. Mas sin embargo ese
mundo lo has negado y lo has sustituido por éste (experiencia física). Dejando
tus interpretaciones a un lado no es que te “lleve” al mundo real sino que más
bien te lleva a dejar de prestarle atención a este mundo físico el cual te has
convencido de que es tu realidad.
Una vez se le deja de prestar atención a
lo falso eres entonces consciente de lo verdadero. Y una vez más, eso no es
algo a lo que se “llega.” Es lo que siempre has sido, salvo que al haberlo
negado aparentaba como que no estaba ahí. Lo otro que quiero hacer hincapié
acerca de tu pregunta es que si estás intentando experimentar el mundo real
desde tu experiencia física, en otras palabras intentar entender a este nivel
lo que es el mundo real, te la pasarás corriendo en círculos por el resto de la
eternidad. Por eso le pregunta el estudiante a su maestro, “¿maestro, si
practico la meditación se contestarán mis preguntas?” A lo cual el maestro le
responde, “no se contestarán ninguna de tus preguntas pero se eliminará el que
las está preguntando.” ¿Ves la paradoja?
Por consiguiente lo más práctico no es
intentar llegar al mundo real ni entenderlo. Es más bien observar el mundo que
has interpuesto ante el y permitir que el Espíritu Santo lo reinterprete por ti
ya que es así como lo vas soltando. Y lo que da testimonio de que vas soltando
éste mundo es la paz que sientes, y eso es lo mas cercano en experiencia física
a lo que sería el mundo real, pues el cambio de mentalidad no hace que tus ojos
dejen de ver este mundo pero sí que dejes de reaccionar a él. Por eso se nos
recuerda en la lección 155, “Me
haré a un lado y dejaré que Él me muestre el camino: Hay una manera de vivir en el mundo
que no es del mundo, aunque parezca serlo. No cambias de apariencia, aunque sí
sonríes mucho más a menudo. Tu frente se mantiene serena; tus ojos están
tranquilos.” W-pI.155.1:1-3
Utilicemos un ejemplo práctico. Imagínate
que estás viendo las noticias en la televisión y las mismas muestran un video
donde dos individuos están brutalmente atacando a puños a un anciano indefenso.
Al habérsete olvidado el mundo real lo cual es amor tus ojos ven esa escena y
experimentas ira. Sin embargo cuando invitas al Espíritu Santo, tus ojos siguen
viendo la misma escena pero esta vez al estar identificado con el amor en ti la
emoción que surge no es ira sino compasión. A raíz de ese cambio de mentalidad
donde en un principio percibías dos verdugos y un victimario ahora lo que ves
es al Santo Inocente Hijo de Dios lleno de miedo que por eso actúa de esa
manera y lo que ves es una petición de amor. Por consiguiente de ti lo que
brota es amor.
En otras palabras aunque sigues
percibiéndote en el mundo de las ilusiones viendo las mismas imagines que todos
aparentamos “ver”, el mero hecho de poder ser consciente del amor que hay en ti
estás más en contacto con el mundo real. Una vez que este sueño se deja a un
lado el mundo real es lo que eres, lo que siempre has sido, y lo que siempre
serás no importa si intentas negarlo o no. Es por eso que un curso de Milagros
nos recuerda; “Tu otra vida ha
continuado sin ninguna interrupción, y ha sido, y será siempre, completamente
inmune a tus intentos de disociarte de ella.”
T-4.VI.1:7