Wednesday, April 10, 2019

No Quiero Desearte, Sólo Amarte

Cuando miro en retrospectiva observo que la causa de todo sufrimiento en cualquier relación es cuando se confunde el deseo con el amor. Cuando a una persona se desea por ejemplo, ese deseo viene generalmente cargado como un sinnúmero de expectativas que terminan generando conflicto. Pues el deseo en sí, proviene de una carencia que cree que puede ser satisfecha por eso que se desea.

Cuando hay amor lo que se experimenta es una tranquilidad, un espacio en el que uno quiere compartir, extender su bienestar a todo aquel con quien la vida le ponga en contacto. Todo escenario es bienvenido y bendecido. Se ama a la persona cuando llega, se ama a la persona mientras esté, y se ama cuando se va. Porque como amor es lo único que hay, el que la persona esté o no esté, el que la situación, sea cual sea cambia de forma, el amor sigue siendo.

Sólo que en un principio, al la dinámica que tiene lugar está regida por el deseo, la vida muy amorosamente nos pone en contacto con relaciones para enseñarnos donde no estamos amando para aprender a contactar con ese amor que somos.

Una manera de hacerlo es poniéndonos en contacto con la consecuencia de lo que el deseo conlleva. Un ejemplo podría ser, esa persona que tanto deseo se va con otra. Ahí se abre una herida que me pone en contacto con ese deseo que no era amor sino que carencia para poder mirarlo y que se me enseñe a contactar con el amor verdadero que soy.

Una vez que esa transformación tiene lugar y la herida se ha sanado, empieza uno a relacionarse con el mundo desde un espacio en el que sus relaciones empiezan a transformarse en relaciones de amor y no de deseo. ¿Por qué? Por que esa relación libre deseo hacia algo "externo" es la relación que se tiene que establecer con uno mismo para darse cuenta que ya está uno completo. Es ahí cuando se pone en contacto uno con el amor propio. Pero de nuevo, éste proceso tiene lugar una vez se miran los obstáculos a ese reconocimiento. Y los obstáculos afloran a raíz del deseo hacia algo "externo", que al dar lugar a la decepción da pie al trabajo.

Entonces, cuando el deseo se pone al servicio del miedo se la pasa uno en un interminable círculo vicioso de deseo –-dolor, deseo —decepción, deseo —frustración. Cuando no obstante, el deseo se pone al servicio de la sanación, es como salirse de ese círculo vicioso al observar el deseo y poder parar. Ahí se hace el trabajo profundo de introspección preguntándose uno, ¿en qué manera me siento carente aquí?

Cuando eso se puede mirar, si el deseo sigue latente, uno puede honrar ese deseo, sólo que caminando conscientemente de manera que no pierda de vista lo que es importante, el reemplazo del deseo por el verdadero amor.

Según ese cambio de mentalidad va teniendo lugar, el deseo está siendo reemplazado por amor. En mi experiencia, y sólo hablo de mi experiencia, hay tanto condicionamiento detrás de todo deseo, que el proceso puede ser muy doloroso. No tiene que ser así, pero para mí ha sido así. Porque este proceso me pone en contacto con todas las heridas y memorias que inconscientemente han sido los patrones que han regido mi experiencia de relación en la vida, y la que han dado pie a todo deseo.

Pero cuando ya el propósito es perdonar, y no se desea nada más que eso, todo es bienvenido. Hasta el dolor más intenso está acogido. Porque si se es consciente de que lo que hay detrás de ese dolor es el amor verdadero, ahora el dolor no es que se tolera ni se supera, sino que se atraviesa.

Mientras más capaz se van atravesando, más se pone uno en contacto con su verdadera esencia como amor. Y se va reflejando en nuestra nueva actitud de vida y de relacionarse. Es por eso que esto no se puede explicar, se tiene que vivir. Porque cuando la mente está muy condicionada, aunque en palabras suene muy bien y lógico, el cuerpo dolor no permita que esta comprensión haga sentido. Sólo se percibe dolor y lo único que uno quiere dejar de sentirlo.

La paradoja, en mi experiencia, es que para liberarnos de todo dolor tengo que primero sentirlo. Y no estoy hablando de dolor físico. Estoy hablando de dolor psicológico. Porque incluso, con una mente clara y ecuánime, el mismo dolor físico puede ser vivido con una actitud de completa paz y aceptación.

No hay más que hacer. Por eso es que el proceso, aunque es simple, no se que experimenta fácil. Tiene uno que estar listo para ello. Por eso tengo claro que no puedo ayudar a nadie. Pero cuando la persona está lista la vida la pone en contacto con los medios para que el apoyo tenga lugar.

Esa ha sido mi experiencia, que no es la verdad absoluta, solo mi experiencia. Y para mi, por más que en su momento duela, estoy abierto a lo que venga porque mi única función es perdonar, si es que de verdad quiero aprender a amar en vez de por el deseo dejarme manipular.