Comentario:
En realidad es muy simple, solo que la tendencia cuando se emprende la
búsqueda espiritual lo complicamos. Así que vamos por partes. No sufres
porque no tienes pareja. Sufres porque estás en resistencia a tu
experiencia presente. Si tu experiencia presente es que no tienes
pareja, es porque eso es lo que te toca vivir. Solo que si no tienes
claro tu propósito, perdonar, te la vas a pasar juzgando tu experiencia
presente si la misma no va en acorde a como tu crees que “debería” ser.
Entonces,
cómo abordamos los deseos. Muy simple, si deseas algo, o mejor dicho,
si el deseo por algo surge, muévete en dirección a ese deseo, y aquí es
donde quiero que prestes mucha atención. Lo que quieres es observar la
actitud con la que te mueves en dirección a ese deseo. En otras
palabras, si la actitud es que necesitas desesperadamente que ese deseo
se cumpla, no solo estás sufriendo desde ya, sino que si el mismo no se
cumple sufres todavía más. Si, por el contrario, te mueves en dirección a
ese deseo, con la plena aceptación de que, si se da bien, y si no
también, ese cambio de actitud es el que da fin al sufrimiento, que ese
era el único problema.
Una
de las cosas que tiene lugar con la practica espiritual es que hay la
tendencia de suprimir o ignorar los deseos en pos de una “iluminación” o
un “avance”, o de lo que sea, sin darse uno cuenta de que esa actitud
se experimenta como un sacrificio. Y eso solo perpetua la creencia de
que soy un cuerpo separado, y es, paradójicamente, el obstáculo.
Por
lo tanto, vive tu vida normal, honrando tus deseos, solo que, si tienes
claro que tu única función es perdonar, entonces, mientras esos deseos
se observan, y se honran, tienen ahora un propósito que va mas allá del
deseo mismo. Si, por ejemplo, utilizando tu ejemplo, tienes el deseo de
tener una pareja, pues hay múltiples plataformas en internet que sirven
ese propósito. Solo que si te mueves en esa dirección, sin prestar
atención a tu única función, la cual es perdonar, recuerda la famosa
frase que dice, “ten cuidado por lo que pides porque puedes terminar
obteniéndolo.” Es una forma de decir, eso que tanto deseas puede
convertirse en un infierno.
Por
lo tanto, aprovecha este, y cada momento para poner en practica el
proceso de perdón. A raíz de ese desapego, con ese cambio de actitud, si
la vida te da una pareja, por lo menos ahora esa relación tiene un
propósito. Si la misma despierta conflictos, los mismos se utilizan para
sanar, para perdonar, y eso es lo único que le da sentido a toda
experiencia humana.
Permíteme
compartir un ejemplo personal, que, aunque no tiene nada que ver con
pareja, es en realidad lo mismo. Uno de mis deseos es el de obtener la
ciudadanía española. No tengo apego a ello, ni me quita el sueño. Pero
es un deseo que surge, y lo honro. ¿Qué hago? Muy simple. Estoy mirando
las opciones que tengo, moviéndome en dirección a ello, solo que mi
actitud es, si se supone que tenga la ciudadanía se dará, y si se supone
que no, pues no. Final de la historia.
Por
lo tanto, no es cuestión de suprimir, o de ignorar los deseos en pos de
una ideología espiritual. Es vivir tu vida normal, honrando los deseos
que surgen, sin sentirse culpable por ello, solo que lo que cambia es la
actitud. Y lo que añadiría es, cuando el deseo surge, que primero nos
demos un espacio para observarlo, para perdonar, reflexionar, y no
actuar inmediatamente. A veces, eso hace que ese mismo deseo se deshaga
sin ninguna sensación de pérdida o sacrificio. Pero si el deseo se
sostiene, y no le hace daño, ni a ti, ni a nadie, pues moverse en esa
dirección, de nuevo, nunca perdiendo de vista el propósito, el cual es,
perdonar.