Monday, August 31, 2015

“La Intuición, ¿Guía o Distracción?” por Nick Arandes

Esta nota originalmente fue inspirada por el siguiente extracto del curso; “Antes de decidir hacer algo, pregúntame si tu elección está de acuerdo con la mía. Si estás seguro de que lo está, no tendrás miedo.” T-2.VI.4:9-10

Por lo tanto voy a elaborar en ello, y luego veremos como és que lo de la intuición surgió en este escrito para también ser observado.

Este extracto de que “Antes de decidir hacer algo, pregúntame si tu elección está de acuerdo con la mía…” es uno que puede ser muy confuso cuando el estudiante tiene expectativas a una contestación específica.

En otras palabras su mente está llena de miedo, de confusión, y el estudiante desesperadamente espera una contestación que intelectualmente pueda entender para tomar algún tipo de decisión.

Cuando no experimentó paz por ejemplo, me siento ansioso, siento presión, estoy confundido, siento duda, etc., estoy obviamente influenciado por un programa mental de miedo, y es ahí cuando queremos tomar decisiones. Es por eso que por lo general no respondemos sino que reaccionamos. Y esto aplica al placer también, pero lo tocaré brevemente luego.

Lo que se nos pide es que pongamos en práctica sentir sin juzgar, sin analizar, sin interpretar, en otras palabras que nos demos un tiempo para sentir sin actuar. Al principio y quizás durante mucho tiempo este proceso puede ser dificultoso porque nuestra tendencia aprendida, no nuestra naturaleza sino que como hemos aprendido a constantemente dejarnos regir por nuestro sentir para tomar decisiones, estamos ahora aprendiendo a no dejarnos distraer por ese sentir.

Según la mente se va entrenando para reconocer que el sentir es simplemente una energía pasajera que no tienen nada que ver con hechos y por consiguiente empieza uno a confiar más en la vida, se sentirá más cómodo sintiendo hasta que la mente se encuentre más tranquila.

Una vez que la mente se tranquiliza y se va liberando del miedo se podría deducir que en ese momento estamos identificados con el sistema de pensamientos el Espíritu Santo. Eso es estar de acuerdo con Su decisión.

Ahora que la mente está más tranquila lo que sea que hagamos en cada momento siempre será lo más cuerdo, lo mas amoroso, lo mas bondadoso, aunque algunas veces ser firme es ser bondadoso. Por lo tanto no confundamos un ser bondadoso con uno que deja que todos le pasen por encima. Eso es culpa disfrazada de “bondad”.

Continuando, con la mente tranquila, sin justificar, sin analizar, sin enjuiciar, no hay que esperar a que una "voz" nos dicte que hacer sino que simplemente confiamos en que eso que nos sintamos inclinados a hacer es lo más apropiado, ¿por qué? Porque una vez más, esa decisión surgió de una mente que está tranquila y llena de confianza.

Voy a compartir un ejemplo típico de distracción que se le conoce como intuición. Por muchos años yo creía que mi “intuición” me estaba guiando, sin saber que intuición es simplemente un sentir como lo que es cualquier otro. Solo que la intuición se interpreta de una manera mientras que cualquier otro sentir de otra, solo para darle sentido a nuestras acciones.

No obstante, al darme cuenta que cualquier sentir es una distracción, y la paz no obstante es un reconocimiento de que lo que soy en esencia no puede ser distraído por ningún sentir, una vez eso se toma en cuenta, reconozco ahora que cualquier tipo de acción es un reflejo de con qué sistema de pensamientos me estoy identificando.

Dado ese el caso, mi sentir, digámosle “intuición” me dice que hay algo aquí no se siente bien, eso no es diferente que una sensación de “placer” que me diga esto si es lo correcto, pues las dos son indicativos que me estoy dejando influenciar por mi sentir.

Sin embargo, si mi sentir es incomodo y lo quieras llamar “intuición” o lo que sea, sentido común me diría, “aguanta, no hagas nada ahora.” No me está necesariamente diciendo que nunca haga nada, sino que no haga nada ahora. De la misma manera, si mi sentir es “placer” y no estoy consciente de este trabajo del perdón, actuaré en base a la creencia de que esa decisión era “correcta.” Y como todo, luego me doy cuenta que era solo otro camino que me conlleva a diferentes oportunidades para perdonar.

Por lo tanto, si permitimos que la paz sea nuestro guía, y esto requiere practica y un deseo de quererla, nuestro sentir ya se percibirá como solo eso, un sentir que no tiene nada que ver con lo que realmente soy. No soy un cuerpo que “siente” soy la consciencia misma que observa al personaje aparentemente “sintiendo”.

Voy a utilizar un ejemplo dualista, pero que siento que apoyaría en la practicabilidad de este tema. Una amista estaba vendiendo su casa y una pareja se la quería comprar por el precio que ella había estipulado. Las dos partes estaban contentas con el negocio y mi amiga se sentía bien. Luego la llama su asesora de bienes y raíces diciendo que consiguió un comprador que le quiere dar mucho mas dinero por su casa.

Mi amiga se sintió confundida pues por un lado iba a recibir mucho mas dinero mientras que por el otro no quería quitarle la ilusión a la pareja que ya había dicho que quería comprarle su casa por el precio que mi amiga había decidido y con el que ella estaba contenta.

Si ella se hubiese dejado llevar por la confusión y por consiguiente permitir que la lógica del miedo (ego) entrase en operación diciendo, “puedes ganar mas dinero y con eso puedes hacer mas cosas, puedes tener mas seguridad…”, que solo refuerza la creencia de que el dinero es nuestro dios, posiblemente hubiese dejado que su asesora de bienes y raíces complete la transacción. Pero ella se sentó y en oración solo pidió que se le apoyara con la decisión con la cual ella sintiese paz.

Cuando pensaba en la pareja con la que había hecho el acuerdo, y sintió que recibía lo que pedía por su casa sentía paz. Sí, el ego podría entonces convertirse en el asesor “espiritual” y decirle, “…eso es culpa inconsciente que surge y por lo tanto no tienes que darle la casa a esa pareja que te ofrece menos, esa es su oportunidad para ellos perdonar bla, bla, bla…”

Ella simplemente sentía paz cuando pensaba en esa pareja y su decisión fue venderles la casa. Ese es un ejemplo de, “...pregúntame si tu elección está de acuerdo con la mía. Si estás seguro de que lo está, no tendrás miedo.”

Y ¡¡¡OJO!!! La decisión no tiene nada que ver con que ella elija venderle la casa a una pareja o a otra persona. El Espíritu Santo le da igual lo que hagas en el mundo porque El sabe que esta no es tu realidad.

Lo que quiero decir es que cuando elegimos la paz como lo mas importante, las decisiones que se tomen, nuestras actitudes siempre serán un reflejo de ese estado mental, y quien sabe si al ella elegir la paz de Dios se hubiese honestamente sentido inclinada a venderle la casa al mejor postor. Por eso es que cuando utilizo ejemplos del mundo tengo que tener mucho cuidado que no confundamos los niveles.

Ahora podemos reconocer lo simple, aunque no necesariamente fácil, es elegir el sistema de pensamientos del Espíritu Santo, y lo simple que es que antes de decidir algo le preguntemos si nuestra elección está de acuerdo con la de El.

Siempre y cuando aprendo a confiar en la vida, siempre y cuando aprendo a confiar en cada momento presente, siempre y cuando reconozco que todo obra conjuntamente para el bien, no hay miedo, y cualquier decisión que se termine tomando, será mi elección de estar de acuerdo con la Suya.

Quizás te sentirías inclinad@ a decir, “pero Nick eso es difícil de aplicar”. Y mi respuesta es, "es por eso que se ¡practica!" ;o)

Permíteme hacerte ahora algunas preguntas, ¿te acuerdas la primera vez que conduciste un coche de transmisión manual (de cambios)? ¿Te acuerdas la primera vez que montaste una bicicleta o una patineta o una tabla de surf o unos patines o la primera vez que pateaste una pelota de fútbol o baloncesto o bateaste una pelota de baseball o que tocaste un instrumento musical o practicaste yoga, en fin, algo que requirió esfuerzo de ti y que luego lo dominaste?

¿Que fue lo que te llevó a dominarlo la practica o tu deseo de querer dominarlo? La contestación es simple, fue tu deseo de querer dominarlo. Una vez que ese deseo estuvo en pie, la practica fue lo que quisiste hacer. Por lo tanto, ¿quiero la paz de Dios? Esa ¡és la pregunta!

Deseo la paz de Dios: Decir estas palabras no es nada. Pero decirlas de corazón lo es todo. Si pudieras decirlas de corazón, aunque sólo fuera por un instante, jamás volverías a sentir pesar alguno, en ningún lugar o momento." W-pI.185.1:1-3