Tuesday, November 17, 2015

El Atentado Terrorista en Paris y Un Curso de Milagros por Nick Arandes

Cuando un acontecimiento de gran magnitud como un ataque terrorista tiene lugar en nuestra experiencia, cuando se percibe la muerte de tantos, por lo general brotan todo tipo de emociones, y negar esas emociones utilizando la excusa de que nada es real, de que todo esto es una ilusión, simplemente nos lleva a un estado de negación, el cual termina siendo más perjudicial que beneficioso, sin mencionar lo poco amoroso que es esa actitud hacia nuestros hermanos (ilusorios o no) que se han experimentado profundamente afectados por esos acontecimientos.

Por lo tanto, ¿cómo se podría abordar una experiencia como esa de manera que nos sirva para sanar la culpa inconsciente? Primero tendríamos que observar el mecanismo del sistema de pensamiento del ego (la culpa inconsciente), para después elegir conscientemente otro Maestro (Espíritu Santo, Mente Recta, Cristo, etc.).
Así que voy a dividir esta nota en tres partes. La primera está enfocada a ver cómo opera el sistema de pensamiento del ego, de manera que podamos ver claramente cómo la atención se dirige hacia el mundo de las formas, manteniéndonos distraídos de la Verdad. Por lo tanto, a esa primera parte la voy a llamar Las distracciones del ego, seguido por las palabras en mayúsculas y en paréntesis (IMPORTANTE)
El enfoque de la segunda parte de esta nota va dirigido hacia la negación, por lo cual lo voy a titular: El peligro de negar nuestra experiencia, seguido por las palabras en mayúsculas y en paréntesis (MÁS IMPORTANTE)
Y la tercera parte estará dirigida a cómo actuaría uno cuando se le presenta una experiencia como esa desde el amor, y no desde la culpa.
Empecemos:
Parte I: Las Distracciones del Ego (IMPORTANTE)
Esta primera parte para algunas personas pueda que sea muy difícil de entender, o más bien de aceptar, si todavía hay una fuerte identificación con la experiencia física como si fuese la realidad.
No obstante, si queremos erradicar la culpa y el sufrimiento de la mente, hay que mirar primero el montaje tal como se nos presenta, para que lo podamos utilizar de manera que conscientemente empecemos a retornar la atención a lo que verdaderamente es real, que es el amor, del cual somos parte; la paz de Dios, que mora en todos.
Utilizando el mismo escenario terrorista, lo primero que tenemos que observar son las emociones que surgen a raíz de esa experiencia. Esas emociones es la culpa inconsciente que estaba escondida ANTES de que ese atentado tuviese lugar, y que ahora se quiere proyectar a esas escenas, de forma que la culpa se mantenga en nuestro inconsciente y no pueda ser sanada.
Por ejemplo: Siento rabia porque un terrorista ha matado a alguien. Esa rabia estaba en mí ANTES de que ese terrorista cometiese ese acto, y ahora la justifico al proyectarla a una escena que utilizo para continuar aferrándome a esa culpa, a ese deseo de sentirme separado de Dios. En este caso la rabia la proyecto al terrorista: “...ese terrorista es el malo, es el verdugo, es el victimario, y yo soy la víctima.” Así culpo al mundo, que simplemente refleja la ira que no quiero ver en mí.
Siento miedo al ver otras personas muriendo, esa culpa, ese miedo mío a morir lo proyecto a las escenas que veo “fuera”, para justificar mi miedo a morir, que sería lo mismo que decir: mi miedo a recordar que soy Uno con Dios, y no este cuerpo separado viviendo en un mundo de separación.
Siento tristeza, o sufro por las familias de los asesinados, o por la pérdida de un familiar. Esa tristeza es la que utilizo para justificar mi deseo de sufrir, mi deseo de sentirme víctima, solo que la proyecto al escenario necesario para no tener que soltarla y aferrarme a ella. ¿Pues quién sería yo sin mi drama, sin mi tristeza, sin mi rabia, sin mi prejuicio, etc.? Esa es la identidad que no queremos dejar a un lado.
Como podemos ver, aun cuando sentimos la rabia, la tristeza, el miedo, estamos en un callejón sin salida si creemos que nuestro sentir tiene que ver con lo que sucede en el mundo. Y de nuevo, lo que sucede en el mundo es una proyección basada en la premisa de que “yo” existo. Y ahora como “yo” existo, “mi mundo” también tiene que existir, y según las leyes de “mi mundo”, yo tengo que sentirme afectado por él.
Sí, mientras yo me siga identificado con el cuerpo tengo que respetar esas leyes. Pero puedo elegir otro sistema de pensamiento, para, por lo menos, cambiar mi percepción del mundo y no sufrir. No es negar lo que siento, sino cambiar mi percepción acerca de lo que siento, acerca de lo que experimento, acerca de lo que creo ver, oír, sentir. Por eso se nos recuerda: "No trates, por lo tanto, de cambiar el mundo, sino elige más bien cambiar de mentalidad acerca de él.” T-21.In.1:7
Cuando el Curso nos recuerda que no hay jerarquía de ilusiones, como por ejemplo cuando dice: “Este principio procede de la creencia en una jerarquía de ilusiones: de que algunas son más importantes que otras, y, por lo tanto, más reales” T-23.II.2:3, lo que nos dice, es que en un sueño no puede haber escenas más “reales” que otras, sino que todas son igual de irreales, y por consiguiente, ninguna tiene el poder de afectar al Santo Hijo de Dios (que está durmiendo). A eso se refiere cuando nos dice: "Nada real puede ser amenazado. Nada irreal existe. En esto radica la paz de Dios” T-In.2:2-4
Mirémoslo de la siguiente manera: ¿Qué diferencia hay entre la rabia que siento cuando hay un atentado terrorista, a la rabia que siento cuando mi pareja no hace lo que le pedí? Rabia es rabia.
¿Qué diferencia hay entre el miedo que siento cuando una persona se está muriendo a raíz de un ataque de violencia, y el miedo que siento a raíz de no saber si voy a poder tomar el taxi para llegar a tiempo al trabajo? Miedo es miedo.
¿Qué diferencia hay entre la tristeza que siento cuando se ven víctimas de un ataque terrorista, y ver que mi hijo se va de casa a estudiar a la universidad (si es que estoy apegado a él)? Tristeza es tristeza.
Y también podríamos utilizar el ejemplo de la diferencia que hay entre el placer que siento cuando me como un pastel de chocolate, y la que siento cuando me vengo o ataco a alguien. Es lo mismo, placer es placer.
Observemos que de lo que estoy hablando es de las emociones, no de los acontecimientos.
A lo que voy es: todo acontecimiento es de por sí neutro. Las emociones que siento es la culpa inconsciente que ahora se proyecta a los acontecimientos para justificarla. Y es por eso que no importa el acontecimiento en sí, qué tan “grande” o tan “pequeño” sea, si perturba nuestra paz es simplemente porque estamos haciendo real en la mente esta experiencia física, la cual nos hace sentir como si fuéramos seres separados de Dios, separados del Amor, y es por eso que necesitamos corrección ¡a otro nivel!
Eso es lo que el Espíritu Santo hace por nosotros, si se lo permitimos. “Deshacer no es tu función, pero sí depende de ti el que le des la bienvenida o no.” T-21.II.8:5
Y es imposible que se le dé la bienvenida si estamos juzgando. Por eso se nos recuerda una y otra vez de diferentes maneras a través del Curso que: “Cuando de alguna manera tu paz se vea amenazada o perturbada, afirma lo siguiente: No conozco el significado de nada, incluido esto. No sé, por lo tanto, cómo responder a ello. No me valdré de lo que he aprendido en el pasado para que me sirva de guía ahora." T-14.XI.6:6-9
No se nos pide que neguemos nuestra experiencia, pues como el Curso muy bien lo plantea: “El cuerpo es sencillamente parte de tu experiencia en el mundo físico. Se puede exagerar el valor de sus capacidades, y con frecuencia se hace. Sin embargo, es casi imposible negar su existencia en este mundo. Los que lo hacen se dedican a una forma de negación particularmente inútil.” T-V.3:8-11
Se nos pide que dejemos de ¡interpretarla!
Por lo tanto, cuando leemos extractos del Curso como: “Se te ha dicho que no le otorgues realidad al error, la manera de hacer esto es muy simple…. Comprende que no reaccionas a nada directamente, sino a tu propia interpretación de ello. Tu interpretación, por lo tanto, se convierte en la justificación de tus reacciones,” T-12.I.1:1,4,5
¿Qué es lo que nos dice ese extracto? Que nosotros nunca respondemos a nada en concreto, sino a nuestras interpretaciones. Esas interpretaciones proceden del sistema de pensamiento con el que nos estemos identificando en cada momento.
Si me identifico con la culpa, antes de nada voy a hacer real el mundo en la mente, e interpretaré todas y cada una de mis experiencias para justificar mi sentir, mi rabia, mi ira, mi resentimiento, mi tristeza, mi sufrimiento, incluso mi placer, todo porque creo que soy un ser separado de Dios que reacciona a todo lo que percibo.
Si por lo contrario, me identifico con el sistema de pensamiento del Espíritu Santo, las experiencias se percibirán tal y como son: ¡libres de interpretaciones! ¡libres de juicios! , por consiguiente experimento !paz!.
Parte II: El Peligro De Negar Nuestra Experiencia (MÁS IMPORTANTE)
El tomar consciencia de cómo opera el sistema de pensamiento del ego no es para negar ahora nuestras emociones pretendiendo que no están ahí y utilizar todos los conceptos que aprendemos en el Curso para auto engañarnos. Eso puede verse claramente cuando uno está experimentando miedo, rabia, ira, cualquier emoción que sea, que ahora se las esconde debajo de; “esto es una ilusión, nada es real, esto no existe, bla, bla, bla...".
Ese es el mecanismo que el sistema de pensamiento del ego utiliza para no mirar el contenido de la mente. Aunque el Curso nos explica muy claramente que todo esto es una ilusión, NUNCA nos ha pedido que neguemos nuestras experiencias, sino que elijamos otro Maestro (Espíritu Santo), de manera que podamos afrontar la oscuridad, que es lo que el Curso llama los obstáculos a la paz.
En otras palabras, esas emociones que surgen a raíz de la creencia en la separación, hay que mirarlas, hay que sentirlas, lo que no queremos hacer, es justificarlas.
Por algo se nos dice: “Escapar de la oscuridad comprende dos etapas: Primera, el reconocimiento de que la oscuridad no puede ocultar nada. Este paso generalmente da miedo. Segunda, el reconocimiento de que no hay nada que desees ocultar aunque pudieses hacerlo. Este paso te libera del miedo. Cuando ya no estés dispuesto a ocultar nada, no solo estarás dispuesto a entrar en comunión, sino que entenderás también lo que es la dicha y la paz.” T-1.IV.1:1-5
“Recuerda que tienes que atravesar las nubes antes de poder llegar a la luz.” W-pI.70.8:5
Por lo tanto, si ocurre un atentado como el de París, y todo el miedo sale, no se nos pide que pretendamos que esa experiencia no está teniendo lugar, evadiendo nuestro sentir. Lo que sí se nos pide, es que no cometamos el error de creer que nuestro sentir tiene algo que ver con esa experiencia, pues de lo contrario nos estamos identificando con el sistema de pensamiento del ego, y no podremos salir de esa encrucijada.
Lo que se hace ahora, es observar las emociones que salen a la superficie, las cuales se quieren justificar como si fueran efectos de un atentado terrorista. Traemos entonces la atención a la causa, que es interna, y que es la culpa inconsciente. Así el Espíritu Santo puede corregir nuestra percepción, al igual que con todo acontecimiento, “grande” o “pequeño”, se utiliza para sanar, para perdonar.
Una vez más, se aplica el perdón, tanto a la ira que sale cuando hay un atentado terrorista, como a la ira que sale cuando nuestra pareja deja la cama sin hacer. Por algo se nos recuerda: “Nunca estoy disgustado por la razón que creo.” W-pI.5 Pues esa ira que sale, independientemente de la "razón", se utiliza para dar testimonio de lo mismo, la creencia de que esta experiencia es nuestra realidad, de que nos separamos de Dios, de que somos seres separados e indefensos.
Parte III: Cómo Actuar
Una vez que la culpa inconsciente se va erradicando de la mente, empezamos a identificarnos con el amor de Dios, el cual es nuestra naturaleza. De ahí en adelante haremos lo que nos sintamos inspirados a hacer en cualquier tipo de circunstancia, no porque nos sintamos culpables, sino que porque eso es lo que el amor naturalmente nos lleva a hacer.
Si por ejemplo se establece una organización que requiera recursos financieros para apoyar a individuos que se han visto afectados por esa situación, el amor mismo decidirá si lo más amoroso será que aportes tu tiempo, tus recursos financieros, o tu talento.

Si un individuo que ha sido afectado por esa experiencia te pide que vayas a la iglesia y te pongas a rezar con él, no juzgas su experiencia, simplemente lo acompañas a la iglesia y rezas con él, ya que eso es lo que el amor en ese momento te inspira a hacer.
Como podemos ver, el Espíritu Santo no nos pide que dejemos de ser humanos, no nos pide que seamos fríos, simplemente nos pide que nos identifiquemos con Su sistema de pensamiento, para que la culpa inconsciente no sea la que dicte nuestras acciones.
Pero lo importante es siempre ver cómo estamos reaccionando al mundo, porque a fin de cuentas, solo hay una mente, y el mundo, o bien da testimonio de la verdad en mí, o da testimonio del miedo en mí, no por lo que está "sucediendo", sino más bien, por cómo lo estoy interpretando. Y eso lo decide el maestro con el que me identifico, Espíritu Santo o ego, Paz o conflicto.
Mientras tanto, desde mi parte “humana”, mi deseo es que la paz de Dios reine en la mente de todos.