La vida es un flujo de escenarios, uno detrás del otro. Cuando experimento algún sentimiento de miedo, eso implica que hay una creencia que necesita ser cuestionada. Si me hago la pregunta, ¿porqué me siento así? Eso generalmente revela la creencia que estoy sosteniendo por la cual creo que me siento de una manera o de otra.
Así es como se le proyecta al escenario,
o al pensamiento, o al sentimiento, la historia que justifique lo que sea que
esté sintiendo. Cuestionar una creencia no significa cambiarla por otra. Porque
eso continúa sosteniendo la creencia de que soy un personaje, un cuerpo, un ser
separado del todo. Cuestionarla simplemente implica reconocer que la misma es
falsa.
En ese sentido, toda creencia, todo
concepto, todo juicio, es falso. Pero para que todo esto se puede integrar,
debido a que se está deshaciendo una identificación con un yo personal, la
mente puede jugar el juego de mirar esa creencia por ángulos diferentes para
darse cuenta que siempre puede encontrar evidencia de que esa creencia tiene
sentido. Una estrategia es invirtiéndola.
Por ejemplo, digamos que existe una
creencia que dice, odio este trabajo. Esa es sólo una creencia. No obstante, se
sostiene a raíz de un cuerpo de evidencia. El cuerpo de evidencia son las
historias que la mente se cuenta para justificar el odio que siente por ese
trabajo. En otras palabras, las historias que la mente se cuenta para sostener
esa creencia.
Invirtiéndola sería, yo no odio este
trabajo, o yo amo este trabajo. Entonces empezamos a buscar evidencia, y la
mente siempre la va a encontrar, de manera que justifique la creencia que dice
yo amo este trabajo.
En esto se fundamenta El Trabajo de Byron
Katie, lo cual a diferencia de Un curso de milagros, utiliza el intelecto de la
mente para llevarla al punto neutro. Un Curso de Milagros va directo cuando te
dice, nada significa nada.