Tuesday, June 12, 2018

La Liberación de Todo Conflicto, De Todo Sufrimiento

El conflicto interno tanto como el sufrimiento surgen cuando el momento presente no va en acorde con las preferencias (creencias) del personaje. Sin embargo no hay nada que el personaje en sí pueda hacer al respecto dado que el personaje, siendo una figura soñada por la mente, el conflicto tiene lugar únicamente en la mente. Sólo que la consecuencia de ese conflicto se experimenta a través de el personaje.

Esa consecuencia puede tomar la forma de ira, culpa, impotencia, resentimiento, apatía, resignación, tristeza, etc. Sin embargo el personaje se encuentra en un callejón sin salida debido a que siendo un títere, es el titiritero (la mente) la que mueve los hilos.

La pregunta que surge es, ¿que se puede hacer al respecto? La contestación directa seria, nada. No obstante, esa contestación para la mente conflictiva sólo serviría para alimentar el sufrimiento y el sentido de impotencia. Por consiguiente, vamos a explorar juntos este dilema para así poder llegar a una comprensión de manera que la paz pueda ser restaurada, el conflicto disuelto, y por consiguiente el final del sufrimiento.

Cuando la mente se identifica con el sistema de pensamientos de el ego, se la pasa juzgando, evaluando, y en constante oposición a lo que es ya que cree que su felicidad es derivada de sus experiencias mundanas. Nunca está en aceptación con su experiencia presente. Solo en ocasiones aparenta estarlo si las circunstancias van en acorde con su sistema de creencias. Y en realidad su creencia es sólo una, que dice, "soy un individuo separado y por lo tanto mi felicidad se deriva de aquello que me brinda placer."

Solo que consecuencia de sostener esa creencia, su contrapartida tiene que entonces tener lugar, lo cual dice, "soy un individuo separado y mi dolor se deriva de rechazar aquello que no vaya en acorde con lo que considero no me hace sentir placer." Para el personaje que se percibe separado el placer es sinónimo de felicidad.

Esa creencia es la que la mente utiliza para pasársela constantemente rechazando aquello que no le gusta (conflicto) y deseando aquello que si les gusta (conflicto escondido disfrazado de placer). Una vez más, basado en la creencia de que aquello que le gusta le puede hacer brindar placer (hacerlo feliz), qué es lo mismo que decir, le puede brindar paz. Por algo Un curso de milagros me recuerda, “El pecado oscila entre el dolor y el placer, y de nuevo al dolor. Pues cualquiera de esos testigos es el mismo, y solo tienen un mensaje: ‘Te encuentras dentro de este cuerpo, y se te puede hacer daño. También puedes tener placer, pero el costo de este es el dolor’. A estos testigos se unen muchos más. Cada uno de ellos parece diferente porque tiene un nombre distinto, y así, parece responder a un sonido diferente. A excepción de esto, los testigos del pecado son todos iguales. Llámale dolor al placer, y dolerá. Llámale placer al dolor, y no sentirás el dolor que se oculta tras el placer. Los testigos del pecado no hacen sino cambiar de un término a otro, según uno de ellos ocupa el primer plano y el otro retrocede al segundo”. T-27.VI.2:1-9

Cuando la mente, no obstante, se aquieta, se abre un espacio donde la comprensión puede entonces aflorar. Esa comprensión simplemente hace que la mente tome conciencia de que su estado natural y permanente es paz. Entonces se da cuenta que su deseo por el placer era nada más que un esfuerzo fútil por experimentar la Paz que en ese estado de comprensión ya la tiene, o mejor dicho, ¡ya es! También reconoce que el evadir cualquier experiencia, sea la que sea, era otro esfuerzo fútil de querer experimentar esa paz que ya es, sólo que en este caso era el miedo a que algo se la pueda arrebatar.

Ahora la mente se rinde y simplemente observa como cada escenario es simplemente una experiencia neutra, que al carecer de significado, no tiene el poder ni de brindarle paz a raíz de lo que desea (búsqueda del placer) ni de arrebatarle su paz a raíz del rechazo de lo que sea (evadir el dolor). Ahora la mente simplemente observa, y como consecuencia, el personaje soñado (títere) se experimenta en paz con lo que es, libre de todo conflicto.

Voy a llevar esto que acabo de compartir a nuestra experiencia humana para que para fines prácticos se puede observar la simpleza del proceso. Utilizando mi experiencia como ejemplo, yo soy un títere que no tiene el "libre albedrío" de elegir nada en esta experiencia física. La razón es porque el guión ya está escrito y lo único que puedo hacer es vivirlo. Esto para el sistema de pensamientos de ego es aterrorizante. No obstante, si reconozco que no soy el hacedor de nada, no podría sentir culpa por nada de lo que crea haber "hecho" de la misma manera que tampoco podría sentir preocupación por lo que crea que pueda ocurrir.

Por consiguiente, si me rindo completamente a cada experiencia tal y como es, la consecuencia directa es paz interior. Pero esa rendición de la que hablo, es el reconocimiento de que no tengo control de nada. Y para que esa rendición no se experimente como sufrimiento tiene que haber una confianza plena en que sólo la voluntad de el Amor es lo que se está haciendo. Que por eso se nos recuerda, "Qué no ibas a poder aceptar si supieses que todo cuanto sucede, todo acontecimiento, pasado, presente y por venir; es amorosamente planeado por Aquel cuyo único propósito es tu bien? Tal vez no hayas entendido bien Su plan, pues Él nunca podría ofrecerte dolor. Mas tus defensas no te dejaron ver Su amorosa bendición iluminando cada paso que jamás diste. Mientras hacías planes para la muerte, Él te conducía dulcemente hacia la vida eterna." W-pI.135.18:1-4

Esa confianza no puede tener lugar si todavía me encuentro deseando que las cosas fuesen de una manera o de otra, diferente de lo que es. Pues eso implicaría que "yo sé" lo que es mejor para mi cuando en realidad no sólo no lo sé, sino que nunca lo supe, ni nunca lo sabré. Hay un extracto del curso que me lo recuerda cuando me dice, "Has considerado algunos de tus mayores avances como fracasos, y has evaluado algunos de tus peores retrocesos como grandes triunfos." T-18.V.1:6

Entonces, cuando reconozco que cada escenario me está enseñando la misma lección, la cual es, mi paz y felicidad no depende de lo que tenga lugar en cada una de mis experiencias, el conflicto inmediatamente desaparece. Esto no implica que el dolor, o la incomodidad, o los sentimientos o sensaciones que estén surgiendo desaparezcan. Pero al no estar en guerra con la experiencia sentida o vivida (la experiencia presente), no hay conflicto, no hay sufrimiento, sólo hay aceptación total de lo que es (Paz interior).

Esa es la paz que tanto se le conoce como la paz que sobrepasa todo entendimiento. Entonces el títere, el "yo" que me creo estar viviendo esta experiencia, vive su vida observando en la dirección que los hilos le mueven, sin rechazo a nada. Una vez más, libre de todo conflicto, libre de todo sufrimiento. Pero que seamos conscientes de que el trabajo en sí va dirigido al reconocimiento de que no soy este individuo separado. Pues la única razón por la cual estaría buscando placer en el mundo para ser "feliz" sólo se basa en la creencia de que soy incompleto, cuya base fundamental, de nuevo, es la creencia de ser un individuo separado.

De lo contrario me la pasaré intentando aplicar estas enseñanzas con el propósito de "sentirme mejor", sin darme cuenta que es imposible que el hijo se sienta mejor percibiéndose como algo separado del Padre. En otras palabras, aunque el hijo pródigo experimente todos los placeres que su mundo fabricado le pudiese ofrecer, su sentido de carencia se mantendrá intacto porque al percibirse separado de su Padre no hay abundancia absoluta, no hay felicidad plena, no hay paz infinita. Sólo hay placer temporal que es transformado en dolor para que la búsqueda del placer sea renovada. La palabra que se utiliza para describir ese constante estado de búsqueda y rechazo, de altos y bajos, de placer y dolor, es sufrimiento. Por eso es que el final del conflicto es el final del sufrimiento.

Por lo tanto, el trabajo del perdón es uno, y muy simple, "El perdón, en cambio, es tranquilo y sosegado, y no hace nada. No ofende ningún aspecto de la realidad ni busca tergiversarla para que adquiera apariencias que a él le gusten. Simplemente observa, espera y no juzga." W-pII.1.4:1-3

Mas cuando el sentir aprieta, y nos encontramos totalmente perdidos, buscando que hacer, intentando hacer sentido de lo que de por si no lo tiene, ni nunca lo tendrá, es recordar que, “Cuando de alguna manera tu paz se vea amenazada o perturbada (cuando me encuentro interpretando, juzgando), afirma lo siguiente: No conozco el significado de nada, incluido esto. No sé, por lo tanto, cómo responder a ello. No me valdré de lo que he aprendido en el pasado para que me sirva de guía ahora." T-14.XI.6:6-9

En una sola palabra, ¡ríndete!