Friday, January 4, 2019

Ningún Organismo Individual Tiene Voluntad Alguna

“Ningún organismo individual tiene voluntad alguna. Cuando esa convicción es firme te sientas a observar y hay silencio. Incluso en medio de un mundo bullicioso hay silencio.” Ramesh Balsekar

Comentario: Cuando ese entendimiento se convierte en una convicción la mente no tiene argumentos. Y la razón es, ya los “debería” haber hecho, si “hubiese” hecho, “tengo” que hacer, todo eso automáticamente se cae porque sé que la vida me está viviendo y por consiguiente no hay voluntad “personal”.

El conflicto ocurre cuando la vida me presenta un escenario y lucho contra él, lo resisto porque va en contra de mis creencias de como las cosas “deberían” ser en función a quien creo ser, y luego surge la impotencia de no poder hacer nada al respecto, creyendo que tengo el “poder” de hacer algo. Ese es el argumento que el ego utiliza para generar culpa y conflicto.

Los hijos deberían comportarse de cierta manera, y no lo hacen (conflicto).
Quisiera estar con otra persona y sin embargo estoy con esta (conflicto).
El mundo debería ser de cierta manera y sin embargo es como es (conflicto).
Mi cuerpo debería lucir de esta manera y sin embargo luce de otra (conflicto).
Yo no quiero esto y es lo que tengo (conflicto).
La lista es interminable…

Y como la mente ego cree que tiene voluntad personal se culpa por no poder hacer lo que cree que “debería” hacer para cambia las cosas.

En otras palabras;

“Debería” cambiar mi dieta alimenticia, y sin embargo no lo hago.
Deseo ir al gimnasio y sin embargo no lo hago.
O compro la membresía para ir a un gimnasio, voy una semana, y sin embargo dejo de ir.
Quiero cambiar como persona, y sin embargo no puedo.
“Debería” meditar, y sin embargo lo hago.
Quiero dejar de estar bebiendo, o utilizando drogas, y sin embargo no lo hago, o peor, no puedo.
Voy a todos y los talleres de superación personal y sin embargo continúo experimentando baja autoestima, miedo, etc.
Leo los libros de espiritualidad y conozco su teoría de memoria y sin embargo no puedo experimentar lo que prometen.
Digo que no voy a volver a gritarle a mi familia y sin embargo les grito.
Y como la lista anterior, es interminable…

Y la culpa y el conflicto interno continúa incrementando.

Como podemos ver, hacemos todas esas promesas y sin embargo no podemos cumplirlas. ¿Por qué? Por que no soy ”yo” quien hace nada. Una vez que esa comprensión queda integrada, el gran regalo es que se desvanece la culpa, se desvanece el conflicto y el sufrimiento. Es ahí donde la mente no tiene argumento. En otras palabras, haga lo que se haga, es la voluntad de la Vida la que se hace, y no hay nada que pueda hacer al respecto.

Esto genera ahora dos preguntas, La primera es, ¿si no soy “yo” quien hace nada, y si la vida me lleva a asesinar a alguien, puedo no utilizar eso como justificación de ese delito? La respuesta es muy simple. ¿Eres el tipo de persona que serias capaz de asesinar a alguien? Y si la respuesta es no, entonces no hay razón para preocuparse por esa pregunta. Sin embargo, el que ha cometido esa acción, pues esa fue la voluntad de la Vida a través de ese organismo cuerpo/mente, y que forma parte del plan de la Vida para la salvación. Algo que “yo” como individuo desconozco. Por eso es que se me recuerda no juzgar. Porque a final de cuentas, no sé que plan tiene la Vida. Solo sé que cuando juzgo experimento conflicto, y cuando acepto experimento paz.

Y la segunda pregunta, ¿entonces no puedo hacer nada para cambiar algo en mi o en mi entorno que no me gusta o que siento no seria favorable? Y la respuesta es muy simple, actúa como si tuvieses libre albedrío, solo que con la comprensión de que hagas lo que hagas, siempre se hace la voluntad de a Vida. En ese sentido, no hay expectativas, no hay apego a resultados, y lo que hay es aceptación total de lo que es. Y eso es paz.

Lo curioso del caso es, cuando hay compresión de que todo es como tiene que ser, hasta el deseo de cambiar algo forma parte de esa perfección. El personaje “yo” se puede ver actuando en función a que ese cambio pueda que tenga lugar, sin expectativa ni apego a que ese cambio ocurra. Vive esa acción como un observador. Lo que hay es acción o inacción. Y de nuevo, la mente carece de argumento. Lo que hay es aceptación pura.

Pues, una vez más, qué podría “yo” hacer al respecto si no soy en hacedor, si no tengo voluntad personal. Ese es el silencio del que habla Ramesh cuando dice, “Incluso en medio de un mundo bullicioso hay silencio.” Porque la mente no tiene argumentos. Lo que hay es aceptación total de la perfección de este instante con los sentimientos que hayan, con los pensamientos que surjan, con las condiciones que estén teniendo lugar.

Porque todo forma parte de la única lección que la Vida intenta hacer que la mente comprenda, que su paz y felicidad no depende de lo que esté teniendo lugar en el sueño por el mero hecho de que es un sueño. Y lo que Soy (letra mayúscula) es el soñador del sueño.