Monday, January 21, 2019

Solo Hago Lo Que Me Apetece

Es curioso cómo una afirmación como esa, “sólo hago lo que me apetece”, puede ser interpretada como un acto egoísta. No obstante, si entendemos lo que implica, es en realidad el acto más amoroso que se puede hacer en cada momento.

Vamos a disecar esa afirmación para podernos dar cuenta que en realidad habla de un nivel ajeno al de la experiencia física. Al no ser los hacedores de nuestra experiencia eso implica que hacer lo que me apetece tiene que ver en realidad, con la Voluntad Suprema, con la Voluntad de la Totalidad, con la Voluntad de Dios. Y creámoslo o no, en todo momento, como es la Voluntad Divina la que está teniendo lugar, lo que el personaje “yo” haga es lo que Me apetece. Pero de nuevo, prestemos mucha atención, no estoy hablando de que lo que se hace le apetece al “yo” (personaje). Estoy hablando de que lo que se hace es lo que Le apetece al Yo como Conciencia.

Cuando uno empieza a tomar conciencia de que la vida sucede a pesar de “mí” un cambio interno empieza a tener lugar en el cual la mente va soltando los conceptos que la lleva a resistir cada experiencia presente. Se abre un espacio de confianza en la que aunque aparenta en la superficie que el personaje “yo” pueda desear cosas o moverse en una dirección u otra, simultáneamente sabe que la vida se está viviendo a través de él. ¿Qué implica esto? Que uno observa lo que se siente inclinado hacer en cada instante, y en vez de luchar contra ello se rinde a ello. Se puede así observar como el personaje “yo” fluye con la vida sin resistirla.

Con esa nueva comprensión integrada, cuando se experimenta alguna resistencia al momento presente, cuando sale un “no quiero esto”, “esto no ‘debería’ ser así” o “esto ‘debería’ ser así y sin embargo no está siendo como yo prefiriese que fuese", hay una aceptación de lo que es. Y podemos ver como la vida se hace más simple.

Esto me recuerda las siguientes palabras de Ramesh Balsecar, “La vida puede ser bastante bonita si no luchas contra ella.” Porque de nuevo, al estar siendo la voluntad de la Totalidad expresándose a través de “mí”, si dejo de identificarme con éste “yo” separado y empiezo a ser consciente de que lo que realmente Soy es el Yo universal, siempre Estoy haciendo lo que a Mi (letra mayúscula) Me apetece.

Por ejemplo, ahora mismo Me apetece escribir. No es a “mi” (Nick Arandes) al que le apetece escribir. Es a Mí como Totalidad a la que le apetece escribir. Si llevamos esa comprensión a todos y cada uno de los escenarios de nuestra vida, cuán simple y amable se transforma la vida. No habría miedo al cambio. Todo lo contrario. Se aceptaría con una actitud de curiosidad y entusiasmo porque lo que sea que esté teniendo lugar a un nivel más profundo sé que es lo que de corazón Me (letra mayúscula) apetece hacer. Donde quiera que esté sé de corazón que es donde Me apetece estar. Con quien quiera que esté sé de corazón que es con quién Me apetece estar. Pero para que esa comprensión pueda asentarse tiene que haber confianza plena en la vida. Si no hay confianza toda experiencia de cambio puede generar ansiedad, miedo, sufrimiento. Porque el ego, que constantemente se experimenta amenazado, quiere controlar la vida.

Hacer lo que Me apetece implica también no querer estar en un lugar, y si tengo la opción de no estar ahí, poder irme sin ningún sentimiento de culpa. Abordándolo desde esa idea de “egoísmo”, digamos que tu familia te invita a cenar. No los has visto en 3 años. Sin embargo, tu sentir más profundo no se siente con ánimos de ir. No obstante, el condicionamiento que dice, “si los amas ‘deberías’ ir”, o “qué egoísta eres, solo estás pensando en ti mismo”, etc., lo que sucede es que terminas yendo, pero resentido. Y tu compañía, no solo no es beneficiosa para el entorno, sino que también afecta tu bienestar. Y en eso es lo que se basa la CREENCIA de que el sacrificio es algo “bueno” o “sagrado”, lo cual mirándolo desde una perspectiva mas amplia se puede ver que es totalmente opuesto a la realidad. La realidad es que el verdadero amor no requiere de sacrificio. Volviendo al ejemplo, lo mas amoroso es hacer lo que Te apetece, que para efectos de ese ejemplo podria ser decir, “gracias por la invitación, y me encantaría compartir con ustedes, pero me encuentro en un espacio que necesito atenderme, y honestamente no sería una muy buena compañía.” ESO ES AMOR! Eso es hacer lo que Te apetece. Y requiere mucha valentía en un principio porque el condicionamiento está tan y tan arraigado que uno deriva su sentido de identidad en función a cómo creemos que los “demás” nos ven.

Si creemos que ellos nos ven como una persona “buena”, hacemos cosas, a pesar de nuestro mas profundo deseo,  para “complacer”. Así seguimos sosteniendo esa imagen de nosotros, aun cuando eso solo genera resentimiento. Resentimiento, primero hacia uno mismo, que luego se le proyecta al “otro”. Porque si en un futuro el otro no puede complacernos, ahí es donde sale el, “y después de lo que yo he hecho por ti… bla, bla, bla.

Después de lo que acabo de compartir surge la gran paradoja. Si “yo” estoy siendo vivido entonces no puedo en realidad “elegir” hacer lo que me apetece o no dejar de hacer lo que no me apetece. Porque eso se va a hacer sí o si, independiente de mí como persona. Y en función a una enseñanza que nos recuerda que sólo se hace la Voluntad Divina, la Voluntad del Amor, la Voluntad de Dios o como se le quiera llamar, esa sería la realidad. Sin embargo, en este juego de escondite en el que aparenta haber un “mundo”, en el que aparenta haber un “yo”, un “tú”, un “ellos”, etc., aparenta como que la mente juega este juego consigo misma para recordarse a sí misma que su realidad es Amor.

Por consiguiente, aparenta como que se proyectan enseñanzas, prácticas, comunicadores, recursos, para que aparenten servir de ayuda a un “yo” de manera que pueda conscientemente recordar ese amor que Es. Observemos cómo utilicé la palabra “aparenta” tantas veces. Porque si la separación de la conciencia nunca ha tenido lugar, este juego de escondite es simplemente una proyección. Como decía Ramana Maharshi, “No hay creación, no hay destrucción, no hay camino, no hay meta…” O como dice Un curso de milagros, "Nada irreal (ésta experiencia física) existe." T-In.2:3

Habiendo dicho esto, y permaneciendo con el misterio, la pregunta que surge al nivel en el que nos aparentamos encontrar es, ¿Cómo entonces se puede romper ese condicionamiento? En mi experiencia, y sólo hablo de mi experiencia, y eso no implica que haya roto ese ciclo completamente porque si todavía me experimento como cuerpo hay lecciones de perdón pendientes. Pero voy observando como se ha ido cayendo y desmantelando el juego que la mente identificada estaba sosteniendo.

Mi proceso ha sido un profundo deseo por la paz interior. Donde no se desea cambiar nada. Ni siquiera un deseo por cambiarme a mi. Es simplemente el deseo por estar presente aquí. Presente conmigo mismo, presente con las sensaciones que surgen, presente con los pensamientos que surgen, simplemente trayendo presencia, una rendición total, y siendo muy, pero que muy consciente de las historias que la mente quiere fabricar. Eso es a lo que se le conoce como manteniéndose atento en favor de la Verdad. Que para estudiantes de Un curso de milagros, es perdonando.

Así es como surge la comprensión, mientras se observa al personaje "yo" haciendo lo que sea que esté haciendo desde un espacio de total inocencia y aceptación, simultáneamente recordando que no es el hacedor de nada, viviendo una experiencia de vida la cual no controla, nunca controló, ni desea controlar.

Solo en cada momento, observando más conscientemente, haciendo lo que realmente Le apetece.