Friday, March 1, 2019

El Miedo al Rechazo

Si miramos el rechazo más detenidamente podemos darnos cuenta que no le tenemos miedo al rechazo, a lo que se le teme es al SENTIRSE rechazado. Así que vamos explorar esto un poco más a fondo. El rechazo que siento que va dirigido hacia mí, es simplemente el rechazo mío hacia mi mismo. Solo que para no ser consciente de ello, lo percibo como que viene de “afuera”.

El mundo, ni nadie me rechaza. Pero cuando me siento rechazado es porque ese deseo profundo de sentirme rechazado esta, consciente o inconscientemente, escondido en mi, y de la ÚNICA manera que puedo ser liberado de él es SINTIENDO el rechazo, no evitando situaciones en las que pueda sentirme rechazado.

Esas situaciones o experiencias a las que huyo por miedo a sentir el rechazo, todo lo que hacen es ALIMENTAR más y más el rechazo que siento hacia mí mismo. Es un callejón sin salida. Sin embargo, cuando me siento bien conmigo mismo, en otras palabras, cuando dejo de rechazarme a mi mismo, no es que deje de ver en el mundo gente que me rechace. Lo que ocurre es, cualquier rechazo que aparente venir de afuera no se toma como algo personal. Se ve simplemente como el rechazo que esa persona siente hacia sí misma. Ahora no se genera un sentimiento de dolor, sino que un espacio de compasión hacia esa persona.

La pregunta es, ¿cómo me aceptó a mi mismo, cómo me libero del rechazo? O mejor dicho, ¿cómo me libero del sentimiento que genera la sensación de rechazo en mi? Entrando en contacto con ese sentimiento de rechazo, no para "liberarme" de él, sino para amarlo.

¿Qué implica esto? No qué tengo que ir a buscar situaciones en las que se me rechace para poder entrar en contacto con ese sentimiento. Sino más bien, prestar mucha atención cuando ese sentimiento surge, ya sea a raíz de una interacción con alguien, o cualquier experiencia que esté teniendo lugar que de una forma u otra me ponga en contacto con ese sentimiento. Se toma ahora completa responsabilidad de que el mundo, de que la experiencia: sea persona, situación, etc., no es la causa de cómo me siento, sino más bien, lo que me pone en contacto con esa sensación cruda en mi. Agradezco profundamente esa experiencia por haberme puesto en contacto con el sentimiento, y me quedo con ese sentimiento sentido ¡en las tripas!

No pretendo que se vaya. No lucho con ese sentimiento. No me juzgo por sentir ese sentimiento. Simplemente, de nuevo, lo acojo, lo abrazo, me quedo con ese sentimiento que toda mi vida he ignorado y rechazado para que, por primera vez, pueda ser acogido y amado.

Así es como esa sensación se va integrando para formar parte de la totalidad que soy. Esa totalidad de la que estamos hablando es amor. Esto no es intentar “superar” nada. Aquí no se está superando la sensación de rechazo, se está ACOGIENDO, se está INTEGRANDO, se está AMANDO de la misma manera que se aman TODAS las sensaciones que surjan. Dado que somos amor, cualquier aspecto que rechace de mi mismo es un rechazo al amor que soy.

Una vez que eso se va integrando en nosotros, se refleja en la manera en la que nos relacionamos con el mundo. Ya el mundo deja de ser un lugar temeroso en el que pueda sentirme rechazado. Siendo parte de mi, se convierte en un lugar en el que me siento aceptado. En el me siento amado. En el que me siento acogido. Y todo lo que hago con esas escenas o experiencias que tienen lugar en el mundo que en un pasado suscitaban ese sentimiento de rechazo en mí, cómo compartí anteriormente, siento un amor tan profundo hacia cada una de esas partes MIAS que al no ser conscientes de su propio amor se rechazan a sí mismas.

En ese sentido, y sólo en ese sentido, me puedo convertir en la luz que ilumina el camino de aquel que se rechaza a si mismo, no porque intelectualmente entienda estos conceptos, sino por ser un ejemplo.

Ese es el regalo que se le puede ofrecer a cada hermano. Pero para que ese regaló pueda ser extendido, tengo primero que aceptarlo en mí. Y de nuevo, sólo puedo aceptar el regalo cuando abrazo mi experiencia presente, en este caso, cuando abrazo ese sentimiento de rechazo llenándolo de amor. Pues, a final de cuentas, ese rechazo NO ES mi "enemigo". Es simplemente la parte de mí que se me olvidó amar y que sale la superficie, una y otra vez, no para hacerme “sufrir”, no para hacerme “daño”, no para hacerme “sentir mal”, sino para que pueda ver donde todavía no estoy sintiendo amor hacia mí mismo y poder permitir que el amor sane todas y cada una de mis heridas.

Cuando se mira de esta manera, el sentimiento de rechazo es bienvenido, inclusive, cualquier sensación de miedo, cualquier sensación "negativa", es bienvenida porque su propósito se le ha cambiado. Todo es bienvenido cuando el deseo más profundo es recordar el amor que soy. Solo cuando no tengo claro ese propósito es que las sensaciones incómodas se evaden.

Antes de concluir este escrito, vamos a explorar otro aspecto del rechazo en el que generalmente tiende salir más a menudo, y es cuando deseó una persona pero por miedo al rechazo prefiero no hacer nada. Esto me recuerda cuando me gustaba alguna mujer, y por miedo a ser rechazado no le dirigía la palabra, o cuando iba a un baile, por temor a ser rechazado no sacaba a nadie a bailar. ¿Puedes tú relacionarte con este escenario? ;)

Después de todo el camino recorrido, ese miedo a ser rechazado por alguien se cae cuando al sentirse uno bien consigo mismo no se encuentra necesitado. Recordemos que el que me guste esa persona o que me sienta atraído a esa persona, y querer hablar con ella, antes de ser consciente de este camino traía una carga de necesidad que era lo que generaba el deseo de querer contactar con ella.

Esa carga de necesidad tiende a generar expectativas. Si me gusta la chica quiero que sea mi pareja, no quiero que se vaya con nadie, quiero que estemos juntos siempre, no quiero que me haga daño,… Y aunque si se diera la interacción de pareja la misma sacará a la superficie todos los miedos escondidos que tienen lugar cuando empieza uno a intimar, sólo que en el momento de la atracción no se percata uno de ello porque la mente está totalmente hipnotizada por el deseo mismo de desear a esa persona. Ese deseo simultáneamente genera el miedo a ser rechazado. Así que mejor no hago nada.

Pero cuando ese deseo se puede mirar inocentemente, sin expectativa de nada, dado que me siento bien conmigo mismo, y no estoy buscando a una pareja que me “complete”, lo curioso del caso es que el miedo al rechazo deja de existir. Ahora lo que se observa es un impulso que, si el impulso es lo suficientemente fuerte como para llevarme a tomar la acción de acercarme hacia esa persona, lo hago para explorar cuál es la razón por la cual me siento atraído. No hay expectativa de nada, sólo la curiosidad de ver por qué la vida me está llevando en esa dirección. Si la persona no quiere hablar conmigo lo veo como una anécdota que tuvo lugar. Si la persona termina hablando conmigo el campo de las posibilidades se abre, no porque yo desee algo de ello, sino porque es lo que naturalmente va a ocurrir.

Otra de las cosas que tiene lugar cuando se comprende qué todo lo que ocurre es orquestado por la vida misma, la necesidad de ir en pos a “conquistar” a alguien, sólo porque surge el deseo hacia esa persona se cae por su propio peso. Porque tengo claro que si esa persona tiene que estar en mi vida, la vida buscará la manera de que ese encuentro tenga lugar. En otras palabras, lo que quiero decir es, cuando surge un deseo hacia algo, y se mira inocentemente, libre de expectativas, no puede haber cabida para el sentimiento de rechazo.

En resumidas cuentas, siempre y cuando me sienta rechazado, qué recuerde que es el rechazo que surge de mí hacia mi mismo lo que siento. Y ahora es sólo cuestión de amarlo, pues ese amor que surge de mí hacia mi mismo es el deseo profundo por recordar que soy amor. Y ese es el regalo que nos ofrece esa sensación de rechazo, que no era nada más que un impulso, que una sensación distorsionada del amor mismo.

Ahora vives enamorado de todas tus sensaciones, de todo lo que surge, de todo lo que acontece, porque al formar parte de la totalidad, y tú, siendo parte de ella, todo lo que ocurre tiene que por definición formar parte de ti. Y preguntas, ¿pero que hay de los terroristas, de los criminales, de la injusticia…? Al igual que el sentimiento de rechazo, ¿qué sentimientos esas imágenes generan en ti? Acoges el sentimiento, y gracias a “ellos” ¡sanas TÚ!