Monday, April 13, 2020

Descubrí Mi Felicidad (Dios) Sentado En Una Silla

Mientras escribo estas palabras (Abril 2020) tengo 56 años de edad. Aunque sea la edad cronológica, la realidad es que no me siento así. Mi actitud sigue siendo la de un niño que no tiene miedo de ir en pos de los deseos que puedan surgir. No obstante, como consecuencia de la vida que me ha tocado vivir, siento, y pueda que esté equivocado, que estoy en una mejor posición para discernir entre un deseo que que va más en acorde a lo que para mí es verdaderamente importante, mi paz interior, y uno que no.

Me la pasé toda la vida persiguiendo todo aquello que creí me iba a aportar paz y felicidad. Establecí, aunque no por mucho tiempo, metas, objetivos, ambiciones, y aunque no todo lo que perseguí se realizó, suficientes fueron las cosas que se manifestaron para darme cuenta de que mi paz y mi felicidad no se derivaban de ninguna de ellas. Experimenté mucho placer como consecuencia de esos objetivos “alcanzados”. En algunos casos aparentó como que “mi esfuerzo” fue lo que dio lugar a que algunos de esos deseos se manifestasen. También, curiosamente, en la gran mayoría de las ocasiones otros se manifestaron como por arte de magia.

Pero la lección fue la misma. El placer que derivé de todo lo "alcanzado" o manifestado fue temporal. No se sostuvo como algo permanente. Y aunque por un momento creí haber sido “feliz”, era cuestión de tiempo en lo que el vacío interno volvía a resurgir. Dado el placer temporal que derivé de todo eso que había “alcanzado” o que se había manifestado en mi experiencia de vida, creí que para volver a experimentar esa “felicidad” necesitaba ir en pos de algo diferente. No sabia lo que era, pero solo creía que el momento presente no era suficiente.

Este círculo vicioso duró por muchos años hasta que un cambio interno empezó a tener lugar. Ese cambio no fui “yo” quien lo ocasionó. Simplemente fue algo que empezó a ocurrir, que fue el deseo por la verdadera paz. En un principio se experimentó como un conflicto porque, aunque por un lado ese cambio me estaba mostrando el beneficio de lo que la verdadera paz aporta a mi vida, simultáneamente había una parte de mí que seguía deseando lo que el mundo intenta ofrecer. Pensé que si descansaba en esa paz implicaba dejar a un lado los placeres del mundo, y que eso se sentiría como una perdida, como un sacrificio. Pero no fue así. Ese conflicto duró hasta que por experiencia misma pude apreciar el regalo de lo que es experimentar paz.

Curiosamente, el deseo por hacer cosas en el mundo, no fue que se cayó ni que desapareció, sino más bien cambio de calidad. Lo que antes se deseaba para satisfacción o ganancia personal, ahora simplemente se pone al servicio sin esperar nada a cambio. Escribo porque me surge. Comparto porque me surge. Todo lo que “hago” es porque surge. Dejé de buscar la aprobación y la atención del mundo y el enfoque empezó a ser en mantener la atención en lo que de verdad es importante, la paz interior (el momento presente despojado de significado).

Entonces, hoy no hablo de lo que la teoría de libros me haya dicho ni de lo que haya escuchado de otros. Simplemente comparto que esa paz, que esa felicidad que toda mi vida anduve buscando ha estado en mi en todo momento. Solo que la ignoré por todos los años anteriores creyendo que la iba a encontrar en otro lugar. Ya no hay nada que este mundo me pudiese ofrecer que quisiera sostener. Y es por eso que digo que en esta silla descubrí la felicidad (descubrí a Dios).

Y por favor, ¡no creas nada de lo que digo! Simplemente cierra los ojos y descansa. Y si estás listo para esta comprensión, descubrirás tu también que la verdadera felicidad, que no es mas que paz interior, ¡está aquí! ¡En este instante! ¡En el único instante que existe!

Ahora solo observo la vida vivirse a través de mi. Lo que necesite se me proveerá, y lo que no, se disolverá en la misma nada de la que surgió. ¿Y como sé que no necesito algo? Porque no lo tengo. ¿Y como sé que necesito algo? Porque lo tengo. Pero sea lo que sea que tenga o deje de tener, mi paz y felicidad se mantendrán inmutables, siempre y cuando no pierda de vista que no hay nada que este mundo me pueda ofrecer que sustituya la paz del instante presente.

En tu caso, si es que toca en tu guion, si te abres a esta posibilidad, observarás la vida ocurrir desde esa silla, tal como Dios la ve. La silla de la que hablo no es una silla física como en la que estoy sentado escribiendo estas palabras. Esa silla, repito, es el instante presente despojado de significado. Por lo tanto, permanecer sentado en la silla no implica ausencia de movimientos. Es sólo una forma metafórica de expresar en la que si permaneces sentado en el instante presente despojándolo de significado, que es otra manera de decir, no dejándote distraer por la creencia de que si las cosas fuesen diferentes, o si fueses en pos de algo diferente a lo que el instante presente muestra serías “feliz”, descansarás en paz. Serás feliz ¡por el resto de tu experiencia humana!

Repito, ponlo a prueba. No importa cual sea tu presente situación. No importa cuales sean los retos que ahora mismo puedas experimentar. Descansa aquí, solo un instante. Suéltalo todo, y no vas a poder negar lo que se siente. Esa es la invitación. Siéntate en la silla (el instante presente despojado de significado) y descansa. Eso es lo único que la vida requiere.

Doy gracias porque la vida me haya hecho consciente de ello. Y sabiendo que no soy el hacedor, soy consciente de que no soy “yo” quien escribo ni hago nada. En ese sentido, tu tampoco estás en control de lo que tenga lugar en tu vida ni de lo que hagas. Pero me voy a atrever a decir lo siguiente, y es que, si te encuentras leyendo este escrito, quizás la vida te está haciendo consciente para que la posibilidad de experimentar paz y verdadera felicidad tenga lugar en tu vida.

Ese es mi testimonio,

Nick Arandes

#nickarandes