Wednesday, April 8, 2020

El Regalo Del Silencio

El silencio no es ausencia de ruido, más bien es ausencia de juicio. Juicio en el sentido que aquí se emplea significa condena. Es decir, ausencia de juicio es ausencia de condena. Es imposible vivir en este mundo libre de juicio porque el juicio es lo que se sutiliza para identificar cada objeto. Pero se puede observar cada objeto libre de condenación, libre de juicio. Voy a compartir lo siguiente para que lo que acabo de decir quede claro antes de continuar.

En el cine sólo existe una pantalla. Sobre la misma se le proyecta una película. La pantalla es una sola. La película también es una sola. Sin embargo, tiene la apariencia de que hay muchas imágenes. Reitero, no existen “diferentes” imágenes, solamente una imagen proyectada sobre una pantalla.

Entonces, para que la película tenga sentido tengo que enjuiciar cada una esas imágenes como separadas unas de otras. Ejemplo, esa imagen proyectada sobre la pantalla enjuicio como mujer. Esa otra imagen proyectada sobre la pantalla la enjuicio como hombre. Esa otra imagen proyectada sobre la pantalla la enjuicio como montaña. Y así sucesivamente con todas y cada una de las aparentes imágenes "diferentes" que se perciben en la única pantalla. La palabra etiquetar también aplicaría, pero etiquetar y enjuiciar son lo mismo para efectos de esta explicación.

Entonces, la pantalla es el silencio (es lo que Soy). La película es el ruido (todo lo que contiene la experiencia humana). Si mientras se observa la película no condeno (enjuicio) ninguna de las imágenes, ya sea a raíz de envolverme en el drama condenando lo que un personaje le está haciendo al otro como si en verdad estuviese algo ocurriendo, la mente que está observando la película se mantiene en silencio. Esto no implica que no se pueda percibir una película. Pero cuando se percibe libre de condena, libre de juicio, la película se puede observar en un estado de silencio perpetuo.

Entonces, a lo que voy con relación a la necesidad de hacer un juicio para vivir en este mundo, lo que quiero decir es, en esta película de 3D que le llamamos ”experiencia humana”, se tiene que etiquetar cada objeto (enjuiciar), pues de lo contrario sería todo un caos. Esto es a lo que voy; digamos que uno de los objetos de esta película en 3D se le conoce como vaso. Otro objeto o imagen de esta película de 3D se le conoce como agua. Otra imagen de esta película de 3D se le conoce como mesa. El juicio que se tendría que hacer para que se me pueda dar un vaso de agua seria: “Encima de la mesa (juicio) hay un vaso (juicio), lleno de agua (juicio) y por favor tráemelo.”

Obviamente es fácil no condenar cuando se utiliza como ejemplo objetos inanimados. Qué sucede, no obstante, cuando en esa película de 3D la imagen que tengo enfrente es una persona que me critica, que me insulta, que me traiciona, etcétera. ¿Cómo se puede vivir en un estado de silencio (paz) permanente mientras la experiencia de vida humana tiene lugar, observando sin condena (sin juicio)? Porque intelectualmente es tan obvio y simple de entender. Pero, ¿cómo llevarlo a la práctica?

Antes de compartir como llevarlo a la practica sabemos que aunque sea simple y obvio de entender, recordemos que el impulso a condenar surge del deseo interno de condenarnos a nosotros mismos. Eso es lo que inconscientemente nos lleva a condenar lo que sea que se percibe “fuera”.

Entonces, cuando me encuentro condenando (juzgando) algo, si tomó conciencia de que ese algo está mostrando el deseo inconsciente de condenarme a mí mismo, es que puedo parar por un instante y pedir ayuda. ¿Cómo se pide ayuda? Muy simple, cuando humildemente reconozco que cualquiera que sea la historia que la mente quiera fabricar sobre lo que esté pensando, sobre lo que esté sintiendo, sobre lo que esté ocurriendo, es ¡falso!

Esa es una mente abierta, humilde, receptiva. Según el conflicto interno se va deshaciendo, al no haber condena en uno, no se proyecta condena a nada, y la mente vive en ese eterno silencio que es nuestro estado natural.

Algunos dirán que esto es muy difícil. Y reitero, no es difícil vivir en nuestro estado natural. Lo que es difícil es oponernos a nuestro estado natural. Lo que ocurre es que como el hábito de vivir en miedo está tan arraigado, soltarlo se experimenta como una pérdida de nuestro sentido de identidad. Sin embargo, según el deseo por la paz se va a asentando, nos damos cuenta lo simple que es vivir en paz. Y que lo complicado es intentar continuar sostener el conflicto. Recordemos, sólo se sostiene lo que se desea. Lo que no se desea se deja a un lado.

Y ahora viene la parte que generalmente no queremos oír. Si deseo el mundo, si deseo cualquier cosa que este mundo ofrezca, deseó el conflicto. Tan simple como eso. Si deseo la paz sobre todas las cosas automaticamente se suelta el apego al mundo. No dije que se suelta el mundo, repito, se suelta el APEGO al mundo. Es así como se vive en el mundo en paz, aun cuando el deseo por algo del mundo surja. Pues el mundo no es la causa de nuestro sufrimiento, ni siquiera el deseo que simplemente forma parte de la condicion humana. Nuestro apego a él lo es. Y esto implica, no solo apego a un objeto, a una persona, a un estatus social, a una meta u objetivo, sino también apego a mi punto de vista, a mi opinión, a cualquier creencia que quiera sostener.


Por eso le pregunta el maestro estudiante: “¿Maestro como puedo vivir en paz?” Y el maestro le dice: “Escribe todo lo que has aprendido, el significado que tiene la vida para ti y todos los detalles de tu vida que consideras importantes y significativos. Cuando termines ese trabajo me lo llevas a mi cuarto y te compartiré la contestación a tu pregunta.” El estudiante, muy diligentemente se tomó el tiempo necesario para poner en papel lo que su maestro pidió. Unos días después el estudiante se le presenta ante el maestro con un manuscrito de aproximadamente 100 páginas. El maestro dice: “¿Quiere saber la contestación a tu pregunta?” El estudiante muy entusiasmado dijo: “¡Sí Maestro, sí!” El maestro, sin siquiera haber leído el manuscrito lo arrojó al fuego para que se quemase. El maestro le dijo: “Esa es la contestación a tu pregunta.” En un principio el estudiante se sintió adolorido, simplemente porque no entendió lo que el Maestro le estaba intentando enseñar. Luego el estudiante experimentó un momento de lucidez, y en paz se despidió de su Maestro con una sonrisa.


El mensaje se hizo obvio. El único conflicto en la vida del estudiante tenía lugar en su mente. Mientras el estudiante albergase en su mente una sola creencia, una idea, un solo concepto como verdad, y por consiguiente se aferre a él, la paz nunca podrá asentarse en su mente. Una vez integrada esa única lección digna de ser aprendida, de ahí en adelante el estudiante aprendió a vivir como su Maestro, feliz-mente. Disfrutando del regalo del silencio.

#nickarandes