Sunday, November 8, 2015

“Mas sólo con que considerases a un solo hermano como completamente digno de perdón..."

“Mas sólo con que considerases a un solo hermano como completamente digno de perdón, tu concepto de ti mismo cambiaría por completo. Tus "malos" pensamientos quedarían perdonados junto con los suyos, al no haber permitido que ninguno de ellos te afectase. Abandonarías tu empeño de querer ser el símbolo de su maldad y culpabilidad. Y al depositar tu confianza en lo que es bueno en él, la depositarías en lo que es bueno en ti.” T-31.VII.2:5-8

Si integramos ese simple párrafo nuestra paz y felicidad sería inevitable. Pero para sentir esa Verdad solo hay que tomar consciencia de qué és lo que nos dice. Si reconocemos que todo es un pensamientos y que somos parte de ese único pensamiento, tengo que reconocer entonces que mis hermanos soy yo, que siempre me encuentro conmigo mismo.

Si percibo a un hermano como culpable simplemente estoy viendo mi culpabilidad solo que ahora proyectada a una imagen que aparente estar separada de mi. Si por el contrario percibo a mi hermano como inocente, voy a sentir la inocencia en mi y es así como cambia el concepto de mi mismo y por consiguiente me siento mejor ¡YO!

¿Pero como es posible ver a mi hermano inconsciente sobre todo cuando veo tanta maldad y ataque “fuera”? Por que no esto consciente de que no hay nada “fuera” sino que el “mundo” al igual que el “yo” que creo ser son simplemente diferentes maneras a través el cual la Mente (que es lo que realmente soy) esta distraída con la creencia de la separación.

Y aunque yo me perciba como un cuerpo separado, si no hago el trabajo diario de tomar consciencia de que soy Mente, de que todo lo que mis ojos creen estar viendo es una proyección, no voy a poder sino que caer en la trampa del juicio, el ataque y del victimismo.

Por eso los Instantes Santos, los espacios de quietud son para conscientemente empezar a discernir entre lo que es real (la paz de Dios) y lo que es falso (todas las proyecciones, todas las interpretaciones, todos los pensamientos, todas las creencias). Cuando recuerdo eso, el próximo paso es reconocer que todo lo que veo es a mi mismo, es parte de mi.

Esa es la motivación que necesito para dejar de interpretar, para dejar de juzgar pues por lo menos estoy ya consciente de que solo me estoy juzgando a mi mismo. Estoy haciendo una interpretación sobre lo que creo ser, no sobre lo que el “mundo” es.

Es ahí donde se “entrega” todo pensamientos de juicio, ataque y victimismo para que el Espíritu Santo pueda compartir Su visión y por consiguiente liberarme yo de la mía. Paradójicamente, no tengo que liberarme “yo” para liberar a mi hermano sino que cuando libero a mi hermano me libero yo.

Por lo tanto, ¿quieres ver tu juicio y tu ataque? Solo tienes que percibir juicio y ataque en un hermano, en el "mundo". Si quieres no obstante liberarte de tu juicio y ataque hacia ti mismo, solo tienes que en vez de juzgar a tu hermano por lo que tu crees estar sintiendo, por lo que tu crees que el te hizo, agradecer a tu hermano por enseñarte donde hay ataque y juicio en ti para invitar a un Nuevo Maestro (Espíritu Santo) a corregir tu percepción, no de tu hermano sino que de ti mismo, porque solo hay Uno.

Este trabajo, aunque aparente ser tan obvio y tan simple, lo que lo hace aparentar ser “difícil” es mi deseo de sentirme especial. En otras palabras, mi deseo de sentirme separado de Dios, que es por lo que me siento separado de mi hermano. Y como todo lo que mi sentir muestra es lo que quiero percibir inconscientemente sobre mi mismo, si hay culpa en mi, eso es lo que quiero sentir y utilizo el mundo (las proyecciones, mis hermanos) para justificar ese sentir, ese deseo de sentirme herido, de sentirme como víctima al proyectar todo lo que siento, todo lo que creo de mi mismo al mundo.

Según uno hace su practica del perdón, según uno se brinda más y más esos espacios de quietud, de discernimiento consciente, éstas palabras impartidas hacen perfecto sentido y ahora reconocemos que nuestro único propósito es perdonar. No hay mas nada que hacer, no hay mas nada que decir, solo perdonar, y agradecer los regalos que se nos brindan a diario para perdonar, para observar la oscuridad que ahora surge para ser sanada, no juzgada ni interpretada.

Cuando empieza uno a sentir su inocencia, es así como se percibirá el mundo. Y no es que el mundo tenga que cambiar, sino que lo que cambia es nuestra mentalidad acerca de el. Eso es libertad, eso es paz, eso es felicidad, eso es amor. Agradecido estoy por cada encuentro de silencio que se me brinda la oportunidad de facilitar pues ahí solo se recuerda lo que soy; paz, soy inocencia, nunca estoy solo, soy el Todo!

Por eso en el primer día de cada encuentro de silencio se empieza con lo siguiente:

“Este es un espacio para experimentar. Aquí no se va ni a enseñar nada ni a aprender nada, sino a experimentar. Las palabras no son nada más que ruido, símbolos a los que se les ha dotado significado y que, por ende, no tienen nada que ver con nuestra realidad. Sin embargo, siendo el lenguaje aquello que utilizamos para comunicarnos, en este espacio se emplearán las palabras más bien para compartir lo que estemos sintiendo, sin enjuiciar ni dar consejos, sino para darnos la oportunidad de expresar en los tiempos designados aquello que creemos sentir.

Sólo hay dos experiencias que vamos a estar experimentando: paz o conflicto. Conflicto es todo pensamiento que provoque algún tipo de incomodidad o inclusive placer. Aquí también vamos a reconocer a través del silencio y de la introspección, sin indagar ni analizar, sino más bien sintiendo, que si no estamos experimentando paz es, sencillamente, porque tomamos la decisión de elegir en contra de ella. Por lo tanto, podemos tomar otra decisión.