Pregunta: “Nick, tengo una cuestión. Cómo se hace eso de "pedirle u ofrecerle algo al Espíritu Santo"? yo lo hago, pero es todo tan mental, que no siento nada, ni por supuesto, que me responda. Como sé que le llega y cómo sé si me responde ??? Gracias”
Comentario: El Espíritu
Santo, su propósito es hacernos conscientes de la verdad en todo momento. Todo
miedo, todo sufrimiento surge simplemente a raíz de haber pasado por alto
nuestra realidad como amor y percibirnos como seres humanos limitados y
separados.
El error fundamental cuando intentamos
“pedirle” algo al Espíritu Santo o “entregarle” algo al Espíritu Santo es que
lo hacemos con el propósito de obtener algo en el mundo o erradicar algo que nos
molesta sin darnos cuenta que todo eso simplemente mantiene a la mente
distraída en el sueño.
Para efectos de lenguaje, lo único digno
de pedirle al Espíritu Santo sería paz y lo único que se le entrega son
nuestros juicios y interpretaciones. Paradójicamente cuando soltamos nuestros
juicios e interpretaciones experimentamos paz. Por lo tanto ni siquiera es
necesario pedirle por la paz. Hay un extracto del canto de la oración que dice:
“El secreto de la
verdadera oración es olvidar las cosas que crees que necesitas. Pedir lo
concreto es como contemplar el pecado y luego perdonarlo. También del mismo
modo, en la oración miras por encima de tus necesidades concretas tal como las
ves, y las pones en Manos de Dios. Allí ellas se convierten en tus regalos a
Él, pues ellas Le dicen que no quieres anteponer otros dioses a Él, ni tener
otro amor que el Suyo. ¿Cuál podría ser Su respuesta sino tu recuerdo de Él?
¿Puede esto negociarse a cambio de un insignificante consejo sobre un problema
de un instante de duración? Dios responde únicamente para la eternidad. Sin
embargo, todas las pequeñas respuestas están contenidas en esto.” C-1.4:1-8
Con relación a la parte de tu pregunta de
cómo es que llega o cómo el Espíritu Santo responde es muy simple. Cuando dejas
tus juicios e interpretaciones a un lado, que una vez más es el equivalente a
entregar tu sistema de pensamientos al Espíritu Santo de manera que Él pueda
corregirlo experimentas paz. Esa paz es el indicativo de que ya Él te
respondió. ¿Ves que simple? Tu problema o aparente circunstancias no tiene que
resolverse para tu estar en paz. Por eso es que se le conoce como la paz que sobrepasa todo entendimiento.
Por lo tanto, en resumidas cuentas,
cuando estás experimentando miedo o sufrimiento, simplemente para en seco.
Respira, y observa el contenido de tu mente. Eso es hacerte consciente. Luego
sueltas las interpretaciones reconociendo que todo es falso y eso te lleva al
momento presente, donde no está pasando nada. Puede que haya malestar físico
como alguna sensación o emoción, pero no hay sufrimiento. Pues en cierta manera
entregarle al Espíritu Santo tu sistema de pensamientos es otra forma de decir
confiar plenamente en el presente. Y desde el momento presente, con una mente
más ecuánime, confía en lo que el personaje “yo” se sienta dirigido a decir o
hacer.
Este proceso tomará tiempo porque estamos
tan identificados con nuestra identidad personal que por lo general lo que
queremos es evitar el dolor y buscar el placer a raíz de obteniendo cosas o de
que se “resuelvan” nuestros problemas. Pero una vez más, nuestros único
problema sólo tiene lugar en la mente y para corregir ese único problema sólo
se requiere un cambio de percepción. Con ese cambio de percepción se
experimenta la paz que es lo único que de verdad deseamos. Una mente que está
en paz esta libre de problemas. En el mundo aparentará tener muchos, pero no
hay sufrimiento, no hay miedo, solo un observador que observa inocentemente la
película sin hacerse víctima de ella.
Profundicemos ahora un poquito más. Esto
que acabo de compartir pueda que haga perfecto sentido sólo que para poder
obtener el verdadero beneficio de esta práctica tenemos que ser conscientes de,
qué es lo que en realidad deseamos. Y eso tiene que ser la verdad y no las
ilusiones. Esta es la parte más difícil de comprender porque suena muy bien el
poder vivir en paz pero lo que tenemos que ser conscientes de es que para poder
experimentar la verdadera paz tenemos que dejar de valorar el mundo de las
ilusiones completamente. Siempre y cuando yo desee algo de el mundo estoy
diciendo que deseo seguir siendo un ser humano separado de Dios y por
consiguiente la paz me aludirá por siempre.
Es por eso que un curso de Milagros nos
recuerda, “Deseo la paz de
Dios: Decir estas palabras no es nada. Pero decirlas de corazón lo es todo. Si
pudieras decirlas de corazón, aunque sólo fuera por un instante, jamás
volverías a sentir pesar alguno, en ningún lugar o momento." W-pI.185.1:1-3 No obstante, luego esa misma lección nos dice: “Desear la paz de Dios de todo corazón
es renunciar a todos los sueños. Pues nadie que diga estas palabras de todo
corazón desea ilusiones o busca la manera de obtenerlas." W-pI.185.5:1-2
Aquí es donde uno tiene que ser
verdaderamente honesto y consciente y preguntarse qué es lo que de verdad
desea. ¿Deseo la paz de Dios porque quiero recordar quien soy o deseo seguir
siendo un ser humano que se siente en paz? Si somos brutalmente honestos por lo
general lo que queremos es seguir siendo un ser humano viviendo en este mundo
de separación deseando cosas en el mundo para estar en paz. Y eso es
completamente imposible. Es como decir deseo la luz mientras vivo en la
oscuridad. Para poderse experimentar la luz la oscuridad tiene que desaparecer
completamente.
¿Significa eso que hay algo malo en
desear experiencias en el mundo? No hay nada “malo” en nada sino que todo lo
que se desea del mundo va a terminar el sufrimiento debido a que todo aquí es
temporal. Por eso el curso nos dice: "Cualquier cosa en este mundo que creas que es buena o
valiosa, o que vale la pena luchar por ella te puede hacer daño y lo
hará." T-26.VI.1:1
Sin embargo cuando los deseos surgen,
pues mientras mi experiencia sea la de ser un ser humano limitado los deseos
surgirán, y se utilizan para profundizar en el perdón aun cuando nos movemos en
dirección a ellos, según la paz de Dios verdadera se funde en la mente, los
deseos se van cayendo por su propio peso. De esa manera como podemos ver, no
hay sacrificio ni sensación de pérdida. Mientras el deseo esté ahí, se observa
y agarrados de la mano del Espíritu Santo nos movemos en dirección a ellos O
simplemente no hacemos nada. La clave es agarrarse de la mano del Espíritu
Santo para todo. Así que vamos enfocando en nuestra relación con Dios sin sentirnos
culpables por tener deseos y confiemos en el currículo que se nos va
presentando para sanar.
Habiendo dicho eso cierro esta nota con
el siguiente extracto del curso: “El
Espíritu Santo sólo te pide este pequeño favor: que cada vez que tus
pensamientos se desvíen hacia una relación especial que todavía te atraiga, te
unas a Él en un instante santo y ahí le permitas liberarte. Lo único que
necesita es que estés dispuesto a compartir Su perspectiva, para que Él te la
conceda en su totalidad. Y no tienes que estar completamente dispuesto porque
Él lo está. Su tarea es expiar tu renuencia mediante Su perfecta fe, y es Su fe
la que tú compartes con Él en el instante santo. Como resultado de reconocer
que no estás dispuesto a ser liberado, se te ofrece la perfecta buena voluntad
de la que Él goza. Invócale, pues el Cielo responde a Su llamada. Y permítele
que Él invoque al Cielo por ti.” T-VI.12:1-7