Comentario: Antes que
nada, como comentas, llevas solo un mes con el curso, y honestamente es muy
poco tiempo. Recuerda que tienes un libro de ejercicios del curso para hacer,
mas ser consciente de su teoría no dual. Sin embargo, vamos a ver que podría
compartir que quizás te pueda servir de apoyo.
Dices, “soy alcohólico y una característica nuestra es ese ego
extremadamente afianzado y obstinado del que siempre hicimos gala…” Esa no es la característica de un “alcohólico” sino que de la de
¡TODO EL MUNDO!
Si no nos hubiésemos afianzado al sistema
de pensamientos del ego no estaríamos aquí. Lo que pasa es que el afianzamiento
al sistema de pensamientos del ego se expresa de una infinita cantidad de
formas. Unos se afianzan al ego a raíz de el alcoholismo de la misma manera que
otros se afianzan al ego a raíz del “éxito.”
Son diferentes maneras de sostener una
identidad falsa. El que busca el éxito tiene miedo de ser un fracasado de la
misma manera que el que busca el alcohol tiene miedo de ser castigado. Todas
son diferentes formas de evasión a la culpa inconsciente que sentimos por
habernos separado de Dios (asesinado a Dios). Así que puedes soltar la etiqueta
de que los “alcohólicos” están más aferrados al ego que los que no.
Por consiguiente el perdón aplica a todas
y cada una de las facetas de esta experiencia independientemente de como
luzcan. El perdón se aplica al alcohólico como al “exitoso” pues a final de
cuentas son dos identidades, que aunque una aparente ser “negativa” y la otra
“positiva”, siguen siendo distracciones a la Verdad.
Un Curso de Milagros nos recuerda; "Es fácil entender las razones por
las que no le pides al Espíritu Santo que resuelva todos tus problemas por ti.
Para Él no es más difícil resolver unos que otros. Todos los problemas son
iguales para Él, puesto que cada uno se resuelve de la misma manera y con el
mismo enfoque (el verdadero perdón). Los aspectos que necesitan solución
no cambian, sea cual sea la forma que el problema parezca adoptar (alcoholismo,
deseo por ser adorado, etc.). Un problema puede manifestarse de muchas maneras,
y lo hará mientras el problema persista (el
problema es que me percibo como un cuerpo separado de Dios). De nada sirve intentar resolverlo de
una manera especial. Se presentará una y otra vez hasta que haya sido resuelto
definitivamente y ya no vuelva a surgir en ninguna forma (cuando despepitas del sueño). Sólo entonces te habrás liberado de él." T-26.II.1:1-8
Y antes de continuar por si surge la
pregunta, no hay nada “malo” con ser exitoso siempre y cuando no sea el éxito
lo que nos motive. Que por cierto, el que es verdaderamente exitoso
paradójicamente no le interesa el éxito. Simplemente disfruta cada momento
presente. Y si éxito es lo que surge a raíz de su experiencia es porque fue lo
que tuvo lugar en su guión.
Volviendo al tema, como te podrás haber
dado cuenta, el único problema no es que eres alcohólico o qué seas “exitoso”
sino que te crees ser un cuerpo separado de Dios. Y la única solución a ese
problema es despertar del sueño. No obstante, hay una alternativa antes de
despertar del sueño completamente, y esa se le conoce como ser consciente de
nuestra naturaleza. Es como un sueño lúcido, que aunque todavía estás durmiendo
eres consciente de que estás soñando, por consiguiente no te sientes afectado
por las experiencias que tienen lugar en el sueño. A eso se le conoce como el
sueño feliz.
Teniendo eso claro vamos ahora a abordar
la parte que de verdad te incomoda, esa lucha interna que experimentas.
Empecemos por citar el siguiente extracto de Un Curso de Milagros: “El ego atacará tus motivos tan pronto como
éstos dejen de estar claramente de acuerdo con la percepción que él tiene de
ti. En ese caso es cuando pasa súbitamente de la sospecha a la perversidad, ya
que su incertidumbre habrá aumentado. Es evidente, no obstante, que no tiene
objeto devolverle el ataque. Pues ¿qué podría significar eso, sino que estás de
acuerdo con su evaluación acerca de lo que eres?” T-VII.4:6-9
En otras palabras como estamos tan
identificados con el sentimiento de victimismo y por el miedo al castigo, no es
que seamos culpables ni víctimas, no obstante ese hábito está tan arraigado en
el inconsciente que cuando empezamos a abrirnos a un sistema de pensamientos
diametralmente opuesto al que nos hemos identificado se experimentará como un
conflicto interno y muy agudo. Esa es la pelea interna que sientes, la noche
negra del ego por asi decirlo.
Y surge porque estamos empezando a
deshacer nuestra identidad. La que por años hemos protegido, hemos adorado,
hemos alabado, en fin, hemos idolatrado.; la identidad como cuerpo, que a su
vez en tu guión, una de sus representaciones es un personaje alcoholico. Eso es
lo que inconscientemente has utilizado para inundar la culpa inconsciente de
manera que no puedas hacerle frente. Claro que eso es sólo una creencia y por
consiguiente no puede hacerte daño pero tú crees que si.
Soltar esa identidad es tan dolorosa para
ti, o mejor dicho, crees que es muy dolorosa para ti qué prefieres aferrarte a
ella antes de abrirte al amor y la dicha que realmente eres. Esa es la demencia
del sistema de pensamientos de el ego, que interesantemente eres tu quien tanto
lo sostienes. Pues el ego solo puede alimentarse del poder que tu le otorgas.
Sin embargo ese estado tan conflictivo que sería como atravesar una nube
oscura, una forma de muerte, el Espíritu Santo Agarrado de tu mano Te dice que
te rindas completamente y permitas que esa sensación te atraviese para que te
des cuenta que no era nada. Sólo que todavía no crees en el Espíritu Santo y
por eso es que la resistes. Es por eso que el Curso nos recuerda; “Todavía tienes muy poca confianza en
mí, pero ésta aumentará a medida que recurras más y más a mí -en vez de a tu
ego- en busca de consejo. Los resultados te irán convenciendo cada vez más de
que ésta es la única elección cuerda que puedes hacer.” T-4.VI.3:1-2 Y esos resultados, o ese resultado es paz interior.
Según te vas abriendo a la mentalidad del
Espíritu Santo, observando el precio que has estado pagando por sostener la del
ego, sin sentirte culpable por ello, confías que el amor del Espíritu Santo te
va llevando de la mano hacia tu liberación.
Por consiguiente a nivel práctico, aunque
intelectualmente seas consciente de que estás atravesando una nube de la mejor
manera que puedas, dispuesto a morir por así decirlo, sin intentar acelerar el
proceso, puedes ir a reuniones de alcohólicos anónimos o algún tipo de apoyo
que tú sientas te pueda ayudar mientras profundizas en el trabajo del perdón.
No tienes qué estar de acuerdo con todo lo que se comparta en las reuniones
necesariamente, ni siquiera con la idea de que tu nombre es... y eres un..., pero
puedes utilizarlas como escalones para que continúes abriéndote a Dios, y si se
supone que esas reuniones continúen continuarán hasta que ya dejen de ser
necesarias. O quizás pueda que te sientas inspirado a buscar apoyo personal con
un terapeuta. De todas maneras, empiezas por donde crees estar y el Espíritu
Santo te encuentra ahi.
Y como estamos hablando del tema sobre al
alcoholismo, y comenté alcohólicos anónimos, me gustaría compartir, y elaborar
brevemente en cuatro pasos de alcohólicos anónimos que yo los considero
impecablemente valiosos:
Primer Paso: Admitimos que éramos impotentes ante el
alcohol, que nuestras vidas se habían vuelto ingobernables.
El alcohol en sí, de la misma manera que
nada en este mundo tiene poder sobre ti. No obstante, como en tu caso el
alcohol es el “dios” que has utilizado inconscientemente para idolatrar, hay
que reconocer que tienes un problema. Eso no te hace “malo” porque ese sea tu
dios. De la misma manera que no hay nada malo con que una persona exitosa haya
elegido el “éxito” como su dios, un acto de poder que a su vez es un acto de
humildad es reconocer que tenemos un problema. Solo así es que podemos abrirnos
a la ayuda.
Segundo Paso: Llegamos a creer que un Poder superior a
nosotros mismos podría devolvernos el sano juicio.
Aquí es donde la atención deja de ser
fijada en la culpa (en el “yo” personal) y nos abrimos a la posibilidad de que
hay Algo que va mas allá de nosotros. Es una forma de decir, tiró la toalla,
¡me rindo! De nuevo, no es un acto, ni de cobardía, ni de debilidad, sino que
de humildad en donde radica el verdadero poder. Pero aquí es donde hay que
hacer una distinción muy importante que por lo general se pasa por alto. Si
para nosotros tirar la toalla o rendirnos es para erradicar el alcoholismo no
estamos deseando a Dios. En realidad lo que queremos es sentirnos “mejor” como
personajes. Por lo tanto, aunque la intención está ahí el enfoque está
desviado. Un Curso de Milagros nos recuerda, “No confíes en tus buenas intenciones.” T-18.IV.2:1 Que por cierto hay un viejo dicho Que dice, “el camino hacia el infierno está
pavimentado, o empedrado con buenas intenciones.” El alcoholismo, como cualquier dios que hayamos idolatrado, no
se intenta “curar”. Más bien naturalmente se va dejando a un lado cuando ya no
nos sirve. Es por eso que tú no necesitas ser “curado” de alcoholismo sino que
necesitas reconocer a Dios en ti para que ya dejes de usar el alcohol como
sustituto a Él.
Tercer Paso: Decidimos poner nuestras voluntades y nuestras
vidas al cuidado de Dios, como nosotros lo concebimos.
Ahora que tienes claro que lo que de
verdad deseas es tu relación con Dios y no ser “curado” de el alcoholismo,
confía en el proceso que te sientas inclinado a tomar para acercarte más a
Dios. Como comenté anteriormente, el Espíritu Santo Te encontrará ahí y Te
Guiara por el resto del camino.
Undécimo Paso: Buscamos a través de la oración y la
meditación mejorar nuestro contacto consciente con Dios, como nosotros lo
concebimos, pidiéndole solamente que nos dejase conocer su voluntad para con
nosotros y nos diese la fortaleza para cumplirla.
Observa como este paso te que está
pidiendo que utilices la oración y la meditación, no para que se resuelva tu aparente problema, sino que para mejorar tu contacto consciente con Dios. Por
consiguiente, en resumidas cuentas, mientras a nivel de la forma como compartía
antes haces lo que te sientas inspirado a hacer para lidiar con tu condición,
utiliza los espacios de oración, de contemplación para rendirte al momento
presente dejando a un lado toda interpretación de manera que tu relación con
Dios se vayas solidificando.