El propósito final de toda relación es poder soltarla y aprender a
disfrutarla mientras que esté ocurriendo, libre de expectativas. Es así
como el verdadero amor puede fluir debido a que no hay miedo. El miedo
se deshace en el momento que la relación deja de ser con otra persona y
es con el momento presente, que a final de cuentas es lo único que hay,
con o sin un “otro”.
El momento presente libre de conceptos, libre de expectativas,
es ese estado de paz que todo el mundo desea sólo que creen que lo
experimentarían si encontrasen una relación que pudiese suplírselas. Por
consiguiente no hay nada que “hacer” en realidad ya que la vida se vive
a sí misma. Lo único que hay que “hacer” es rendirse completamente a lo
que es.
Y si la vida
orquesta una relación con un “otro”, que recordemos no intercambiarla
por la relación que ahora mismo tenemos con el momento presente de
manera que esa relación ahora se ponga al servicio del amor y así poder
conscientemente observar cuan todavía le tememos al verdadero amor que
es el que siempre está presente aun cuando elijamos ignorarlo.