La misma es algo que ocurre, no una que
hago ocurrir. Por lo tanto lo primero que voy a tener que aceptar es que no tengo
control ninguno de lo que ocurre. ¿Qué es lo que entonces me lleva a
experimentar miedo y sufrimiento en la experiencia presente? La creencia de que
un opuesto al amor puede de alguna manera existir.
Así que si el amor es lo único que es
real, mi experiencia presente tiene que por definición ser parte de ese amor.
No estoy diciendo que el amor crea un mundo de separación que es el cual
percibo con mis sentidos. Estoy diciendo que si el amor es lo único que existe,
este momento presente tiene que formar parte de ese amor. Y si yo no controlo
lo que ocurre en mi experiencia, y el amor es lo único que verdaderamente
existe, yo tengo que ser parte de ese amor y ese amor tiene que por
consecuencia sostenerme a mi.
Por lo tanto todo lo que ocurre en mi experiencia
presente es producido por el amor para beneficio del amor mismo. Dado ese el
caso no puedo sino que ser amado en cada momento. Cuando no me creo ser
merecedor de ese amor tengo que por consecuencia creer en el castigo. Ese miedo
a ser castigado es algo que me lleva a percibir cada momento presente con miedo
y desconfianza. Entonces me encuentro intentando controlarlo, juzgándolo según
mis interpretaciones personales que parten de una premisa de miedo y ese amor
que soy, ese amor que lo sostiene todo se pone en cuestionamiento. Así cada
experiencia presente está llena de sospecha y no importa lo que esté teniendo
lugar siempre permanecerá la incertidumbre del posible castigo acechando pues
siento que es eso lo que merezco.
Cuando empiezo abrirme a la posibilidad
de que el amor me ama y de que nunca me haría daño, empiezo ahora
conscientemente a cuestionar todo pensamiento que surge que de una forma o otra
ponga en duda este nuevo planteamiento. A principio pueda que aparente ser
completamente imposible creer no ser merecedor del amor verdadero, primero
porque toda una vida me he creído lo contrario, y segundo porque el conflicto
que se siente a nivel físico puede ser extremadamente aterrador. Ese conflicto,
ese terror que siento al poner en cuestión el miedo con el que me he
identificado es lo que hace que este proceso sea tan difícil, y la tendencia
inmediata es a buscar refugio distrayéndome de la manera que pueda.
Si mi experiencia presente se me pone
difícil y siento mucho dolor salir huyendo es la opción que el miedo me vende.
En una situación extrema puede llevar al suicidio. En una no tan extrema se
busca la manera de adormecer ese sentimiento ya sea drogándose uno, comiendo
excesivamente, distraído con la televisión o algún tipo de entretenimiento,
durmiendo, inclusive suprimiendo todo ese sentir que por lo general es lo que
nos lleva a un estado depresivo.
Mas sin embargo esas densas capas
dolorosas tienen que ser atravesadas para que se pueda descubrir la paz y el
amor que hay detrás. Aunque esto parezca "injusto" tenemos que
recordar que la paz, el amor nunca nos ha abandonado. Sólo que hemos
interpuesto tantos obstáculos ante él, y esos obstáculos en realidad es nada
más y nada menos que UNO SOLO, muestra creencia en el castigo que lo hemos
hecho parte de nuestra identidad. Ese dejar a un lado esa identidad falsa se
experimenta como una forma de “muerte”. Es como el ejemplo de un niño
maltratado por su madre. Cuando la policía le quiere quitar el niño a la madre
el niño llora y se aferra más a su madre, aun cuando es ella la que lo maltrata
sin darse cuenta el niño que la policía sólo quiere ponerlo a salvo.
Hemos hecho del miedo, del merecimiento
al castigo y del sufrimiento nuestra madre y por eso nos aterroriza dejarla en
pos de la salvación. Esto me recuerda una frase que escuchaba mucho cuando niño
que dice, "más vale malo
conocido que bueno por conocer." Pero el
amor nos lleva dulcemente de la mano mientras atravesamos ese mundo de
tinieblas, que aunque pueda doler muchísimo tiene que ser atravesado para poder
llegar a la luz que se encuentra en nosotros.
¡Y aquí va la buena
nueva! Lo que duele NO ES atravesar las
tinieblas ya que el bosque de las tinieblas NO EXISTE dado que es sólo un
constructo de nuestra imaginación. Pero aun así como creemos en él lo que duele
es que ¡no queremos
soltarlo!
Ese es el apego inconsciente al
sufrimiento, el deseo inconsciente por el castigo. Pero a medida que se va
soltando la creencia en el merecimiento del castigo y aceptando el amor que somos,
en el momento más inesperado, ese bosque de tinieblas se convierte en un jardín
de dicha. Y que conste que ese trabajo NO lo hace uno. Ese trabajo lo hace la
Sabiduría Interna si te abres a Ella. A eso se le conoce como tu pequeña dosis
de buena voluntad.
Por lo tanto si te encuentras en medio
del bosque de las tinieblas, continúa poniendo un pie frente al otro confiando
en tu proceso. Porque cuando menos te lo imaginas te darás cuenta de que AHORA
MISMO estás en el jardín de la dicha, sólo que no lo puedes ver por el apego al
sufrimiento, por la creencia en el castigo, por el apego al bosque de las
tinieblas que de nuevo, aunque no es real es lo que conoces.
Ese apego al sufrimiento, ese miedo al
castigo no es malo ni razón por la cual sentirse uno culpable. Es simplemente
el reconocimiento de que aunque ya sabes que eres amor, todavía ese
conocimiento no se ha integrado del todo. Por consiguiente, de nuevo, sólo
continúa, confía en tu proceso, ten fe en que el amor te está llevando ahora
mismo de la mano. ¿Y cómo puedes saber con certeza de que esto es así? Porque
te lo está recordando ahora mismo a través de estas palabras. La pregunta es,
¿estás listo para aceptar lo que el amor intenta comunicar a través de estas
palabras? Si tu respuesta es que no, no pasa nada. El amor seguirá buscando la
manera de hacerte consciente de que nunca te ha dejado y de que nunca te dejará
por más que intentes ignorarlo.
Pero no intentes ver ese amor con los
ojos del cuerpo ni sentirlo con tus sentidos físicos ni imaginártelo con tu
mente lógica. La paz que tiene lugar cuando eres consciente de que eres
merecedor del amor de Dios no se puede explicar con palabras. Por lo tanto
recuerda que el momento presente ha sido orquestado por el amor mismo por
consiguiente nunca podría hacerte daño. Lo único que aparenta hacerte daño son
los pensamientos que albergas alrededor de la experiencia presente y todos
ellos tienen algo en común, son falsos.
Ríndete en completa aceptación al momento
presente y permite que tu Sabiduría Interna se encargue de todo. Y lo que se
tenga que hacer se hará porque se están haciendo. Y lo que no se tenga que
hacer no se hará porque no se está haciendo. Y si cuestionas lo que crees que
se “debería” hacer o no en función a lo que tú crees que se “debería” hacer o
no, estás intentando controlar por lo que no tienes confianza en el momento
presente lo cual demuestra una vez más que si no te "proteges" tu
podrás ser castigado. Esa es la mentira que se está deshaciendo hasta que te
des cuenta que el amor nunca te
abandona. Cómo sería posible que te abandonase
si el amor eres tú.