“El único "problema" que existe, para efectos de darle un nombre a la falta de paz, es creerse cualquier pensamiento que inocentemente surge en la mente.
Cuándo se experimenta dolor siempre hay
un pensamiento detrás de él qué es el que la mente utiliza para justificar esa
sensación, y por consiguiente se experimenta sufrimiento.
Si soy lo suficientemente honesto me
puedo dar cuenta que esos pensamientos van arraigados a mi deseo de no soltar
el mundo, de no soltar mi identidad. Siempre y cuando desee algo del mundo, sea
lo que sea, la mente siempre tendrá pensamientos a que arraigarse y por
consiguiente el sufrimiento se sostendrá vivo en el inconciente, listo para
continuar resurgiendo en todo momento.
Cuándo llega uno a un estado de
comprensión dentro del cual ya no desea nada del mundo, cualquier pensamiento
que surge se puede observar inocentemente, libre de interpretaciones, libre de
apego, y la paz se sostiene.
Es entonces que puede convertirse uno en
el observador de la experiencia de vida que va teniendo lugar, sabiendo a un
nivel mucho más profundo que no hay un "yo" eligiendo, que no hay un
"yo" causando nada, sino que el mundo, las experiencias, las
imágenes, los pensamientos, todo surge dentro de ese espacio, y ese consciente
"Yo" que lo observa todo se mantiene ecuánime con una sonrisa
disfrutando la película comiendo sus palomitas de maíz con su bebida favorita.”