En ese sentido,
mis relaciones son amorosas porque una mente libre de sufrimiento es una mente
libre de juicios, por ende, libre de conflicto. Es curioso observar cuando tengo
una mente clara inclusive el ataque de un hermano, detrás de ello puedo
reconocer que simplemente es una petición de amor.
Pero para poder
abrirme a ese amor, a esa paz, tengo que ser honesto conmigo mismo y observar
los obstáculos que hay al amor, a esa paz en mí. Empiezo por atenderme a mí
mismo. Por no pelear con mis deseos, por no rechazar mi condicionamiento. No
hay nada que tenga que cambiar ni “mejorar”. Solo necesito aceptar. Esa
aceptación de todas mis sombras es la que apunta la mente en dirección a esa
paz, a ese amor que desmantela toda sombra.
Las relaciones
me ofrecen ese espejo. Me ayudan a mirar mi miedo, ese miedo que le proyecto a
las experiencias, a las personas, a las circunstancias cuando no lo puedo ver
en mí. Por eso escuché una vez alguien decir que es más fácil ver al ego en el
otro que en uno mismo.
Cuando queremos
cambiar nuestro condicionamiento, paradójicamente lo alimentamos. Eso no
implica que uno no pueda ser consciente de que hay un condicionamiento que le
gustaría cambiar si fuese posible, y que no pueda hacer algo al respecto. Lo
que sí implica es que si el condicionamiento está ahí, que no se culpe uno por
ello. Que no pelee uno con ello, que no lo resista. Sino que lo pueda ver,
observar, ya que eso es perdonar.
Entonces, el
condicionamiento puede cambiar si es que esa es la Voluntad del Amor. Y si no
cambia, hay comprensión de que ese comportamiento, esa característica de mi
personaje tiene que estar ahí para función de un plan mayor. Pues a final de
cuentas, cada escenario me muestra mi miedo. Y si quiero deshacer ese miedo,
que de por si no existe, tengo primero que mirarlo. El miedo se deshace, no
escondiéndose de él ni juzgándolo. El miedo se deshace mirándolo de frente.
Mirar el miedo no
es ir a buscarlo. No es necesario tampoco auto castigarse. El miedo saldrá, y
solo hay que traer consciencia. Esa es la razón por la cual lo que determina
cuan beneficiosa será cualquier relación para la sanación lo decide el
propósito que se le adjudica. Si el propósito es derivar placer, el sufrimiento
es inevitable. Si por el contrario el propósito es abrir esa ventana para poder
mirar el miedo, sin sentirse uno culpable ni avergonzado por lo que sea que se
tenga que mirar, la paz, el amor es inevitable.
El miedo es un
velo, no un sustituto. Un curso de milagros me recuerda, "No serás capaz
de aceptar la comunicación perfecta mientras sigas queriendo ocultártela a ti
mismo. Pues lo que deseas ocultar se encuentra oculto para ti. En tu práctica,
por consiguiente, trata solamente de mantenerte alerta contra el engaño (tus
juicios e interpretaciones), y no trates de proteger los pensamientos que
quieres negarte a compartir. Deja que la pureza del Espíritu Santo los
desvanezca con su fulgor, y concéntrate sólo en estar listo para la pureza que
Él te ofrece. De esta manera, Él te preparará para que reconozcas que eres un
anfitrión de Dios y no un rehén de nada ni de nadie." T-15.IV.9:6-10
La oración que dice,
“…y concéntrate sólo en estar listo para la pureza que Él te ofrece…,” T-15.IV.9:9
para mi entender implica, pon todo tu enfoque en perdonar, en mirar
conscientemente cuando surge el juicio, cuando surge el miedo, y que recuerdes,
“nunca estoy disgustado por la razón que creo” W-pI.5, o “…:no conozco el
significado de nada, incluido esto. No sé, por lo tanto, cómo responder a ello.
No me valdré de lo que he aprendido en el pasado para que me sirva de guía
ahora,” T-14.XI.6:6-9.
En otras
palabras, mantente atento ante la paz, ante la verdad, y así estás preparando
la mente para la pureza que Él te ofrece, o sea, para Su interpretación, para
Su juicio. Y lo que empieza a tener lugar es una comprensión mas profunda de tu
naturaleza como amor, como conciencia. Esto no implica que tus “problemas”
mundano se arreglarán, o que encontrarás la pareja de tus sueños y vivirán felices
para siempre. No estamos hablando de intentar controlar el guion. Estamos hablando
de, a raíz de ese cambio de mentalidad, puedes vivir en paz, sea lo que sea que
el guion traiga. Eso es verdadera felicidad. Por consiguiente, es así como se siente
el amor.