Comentario: Este es un período muy delicado que requiere de mucha confianza. De
hecho, sin confianza lo que se experimenta es dolor y confusión. Hay un extracto
de Un curso de Milagros que dice, ”A medida que este reconocimiento se arraiga
más, acaba por convertirse en un punto decisivo en la vida de cada persona.
Esto finalmente vuelve a despertar la visión espiritual y, al mismo tiempo,
mitiga el apego a la visión física. Este alternar entre los dos niveles de
percepción se experimenta normalmente como un conflicto que puede llegar a ser
muy agudo.” T-2.III.3:7-9
En otras palabras, lo que tiene lugar es que por un lado
la mente está empezando a reconocer su deseo profundo por despertar. No
obstante, como todavía el condicionamiento del sistema de pensamientos del ego
está vigente, hay miedo de soltar el mundo que la mente ha fabricado a raíz de
la culpa inconsciente. Y es por eso que como dice ese extracto, “Este alternar
entre los dos niveles de percepción se experimenta normalmente como un
conflicto que puede llegar a ser muy agudo.” T-2.III.3:9
Pero ese extracto finaliza con la siguiente oración, “Aun
así, el desenlace final es tan inevitable como Dios.” T-2.III.3:10 Es decir, no
hay razón por la cual preocuparse porque el regreso al amor está garantizado.
Pero de nuevo, el miedo al amor es lo que lleva a la mente a proyectar un
mundo. Y sin embargo, ese mundo que la mente proyecta es la causa del
sufrimiento. Es un juego de ajedrez que no importa qué movimiento hagas siempre
vas a perder.
Aquí es donde la paz de Dios es la única herramienta que nos
puede apoyar. Porque la atención deja de estar puesta en el mundo y descansa en
su fuente. Para fines prácticos, ahora vamos a ver cómo esa transición se
experimenta en nuestra experiencia “humana”. Al creer que somos un cuerpo, y
que nuestra fuente proviene del mundo, nos encontramos emprendiendo todo tipo
de actividades para obtener esa “seguridad” que tanto deseamos y buscamos. En
otras palabras, para obtener esa “felicidad” y esa “paz” que tanto buscamos a
raíz de lo que hacemos y de lo que creemos obtener. Una vez que el propósito,
la paz de Dios queda establecida en la mente, algo muy curioso ocurre. Perdemos
interés por el mundo y las cosas del mundo, y a su vez queremos descansar más y
más en ese espacio de quietud que mora en nuestro ser.
El mundo, siendo un espejo, siendo un reflejo de nuestro
estado de conciencia, cuando la paz se va estableciendo en nuestra mente, un
estado de aceptación se va asentando, y no es que dejamos de hacer cosas en el
mundo sino que lo que se hace en el mundo sirve únicamente para seguir
alimentando ese propósito ya establecido en la mente, lo cual es esa paz que se
experimenta cuando se desea el amor sobre todas las cosas.
Es así como empiezas a vivir en el mundo en un estado de
amor, en un estado de dicha, en un estado de paz. Ya sabes que el mundo no
tiene nada de valor que desees. Sólo deseas más y más esa paz que se va
asentando en tu corazón. Y ahora cuando surgen deseos de hacer cosas en el
mundo se hacen sin expectativa. Simplemente se hacen por la dicha y por el gozo
de hacerse. Y es así como se integra uno al mundo sabiendo que no forma parte
de él.
Pero en un principio esta transición se experimenta como
confusa y dolorosa porque por un lado deseo la paz de Dios pero por el otro
todavía creo que esa paz y esa seguridad se deriva de lo que haga en el mundo u
obtenga del mundo. Sin embargo, mientras más esa paz se va priorizando uno
puede observar como nuestra forma de percibir el mundo cambia de manera que la
enseñanza se va cada vez más integrando y asentando. Toda experiencia es
aceptada porque se desarrolla una confianza en la vida donde no importa lo que
esté teniendo lugar sabemos que forma parte de un plan cuyo único propósito es
nuestro verdadero bienestar.
Esto me recuerda los siguientes extractos del curso que
dicen; “Todas las cosas obran conjuntamente para el bien (de la mente, pues ahí
es donde se experimenta la paz). En esto no hay excepciones salvo a juicio del
ego." T-4.V.1:1-2 Y el otro extracto, mi favorito, ”¿qué no ibas a poder
aceptar si supieses que todo cuanto sucede, todo acontecimiento, pasado,
presente y por venir es amorosamente planeado por Aquel cuyo único propósito es
tu bien?" W-135.18:1
Cuando esta comprensión va teniendo lugar, y esto es una
experiencia, en el que todo es aceptado y acogido, la vida se convierte en una
aventura, se hace mas amable, y paradójicamente las experiencias se disfrutan
plenamente porque ya nuestra atención no divaga. Está firmemente establecida en
nuestro centro. Y aunque vivimos en el mundo, o mejor dicho, nos experimentamos
como cuerpos en el mundo, se vive más ligero lo cual me recuerda el siguiente
extracto del curso, “Hay una manera de vivir en el mundo que no es del mundo,
aunque parezca serlo. No cambias de apariencia, aunque sí sonríes mucho más a
menudo. Tu frente se mantiene serena; tus ojos están tranquilos.”
W-pI.155.1:1-3
Eso no implica que no se experimenten los mismos desafíos
que tienen lugar en el mundo dado que esta experiencia física es dual. Pero sí
implica que cuando hay comprensión se viven de manera diferente. Ya no hay
sufrimiento. Sí, hay dolor y hay placer dado que eso forman parte de la
polaridad, de la experiencia de este mundo. Pero no hay sufrimiento. Hay
confianza, hay comprensión, hay paz interior, no importa lo que la vida traiga.