Vamos a disecar esa afirmación para podernos dar cuenta
que en realidad habla de un nivel ajeno al de la experiencia física. Al no ser
los hacedores de nuestra experiencia eso implica que hacer lo que me apetece
tiene que ver en realidad, con la Voluntad Suprema, con la Voluntad de la
Totalidad, con la Voluntad de Dios. Y creámoslo o no, en todo momento, como es
la Voluntad Divina la que está teniendo lugar, lo que el personaje “yo” haga es
lo que Me apetece. Pero de nuevo, prestemos mucha atención, no estoy hablando
de que lo que se hace le apetece al “yo” (personaje). Estoy hablando de que lo
que se hace es lo que Le apetece al Yo como Conciencia.
Cuando uno empieza a tomar conciencia de que la vida
sucede a pesar de “mí” un cambio interno empieza a tener lugar en el cual la
mente va soltando los conceptos que la lleva a resistir cada experiencia
presente. Se abre un espacio de confianza en la que aunque aparenta en la
superficie que el personaje “yo” pueda desear cosas o moverse en una dirección
u otra, simultáneamente sabe que la vida se está viviendo a través de él. ¿Qué
implica esto? Que uno observa lo que se siente inclinado hacer en cada
instante, y en vez de luchar contra ello se rinde a ello. Se puede así observar
como el personaje “yo” fluye con la vida sin resistirla.
Con esa nueva comprensión integrada, cuando se
experimenta alguna resistencia al momento presente, cuando sale un “no quiero
esto”, “esto no ‘debería’ ser así” o “esto ‘debería’ ser así y sin embargo no
está siendo como yo prefiriese que fuese", hay una aceptación de lo que
es. Y podemos ver como la vida se hace más simple.
Esto me recuerda las siguientes palabras de Ramesh
Balsecar, “La vida puede ser bastante bonita si no luchas contra ella.” Porque
de nuevo, al estar siendo la voluntad de la Totalidad expresándose a través de
“mí”, si dejo de identificarme con éste “yo” separado y empiezo a ser
consciente de que lo que realmente Soy es el Yo universal, siempre Estoy
haciendo lo que a Mi (letra mayúscula) Me apetece.
Por ejemplo, ahora mismo Me apetece escribir. No es a
“mi” (Nick Arandes) al que le apetece escribir. Es a Mí como Totalidad a la que
le apetece escribir. Si llevamos esa comprensión a todos y cada uno de los
escenarios de nuestra vida, cuán simple y amable se transforma la vida. No
habría miedo al cambio. Todo lo contrario. Se aceptaría con una actitud de
curiosidad y entusiasmo porque lo que sea que esté teniendo lugar a un nivel
más profundo sé que es lo que de corazón Me (letra mayúscula) apetece hacer.
Donde quiera que esté sé de corazón que es donde Me apetece estar. Con quien
quiera que esté sé de corazón que es con quién Me apetece estar. Pero para que
esa comprensión pueda asentarse tiene que haber confianza plena en la vida. Si
no hay confianza toda experiencia de cambio puede generar ansiedad, miedo,
sufrimiento. Porque el ego, que constantemente se experimenta amenazado, quiere
controlar la vida.
Hacer lo que Me apetece implica también no querer estar
en un lugar, y si tengo la opción de no estar ahí, poder irme sin ningún
sentimiento de culpa. Abordándolo desde esa idea de “egoísmo”, digamos que tu
familia te invita a cenar. No los has visto en 3 años. Sin embargo, tu sentir
más profundo no se siente con ánimos de ir. No obstante, el condicionamiento
que dice, “si los amas ‘deberías’ ir”, o “qué egoísta eres, solo estás pensando
en ti mismo”, etc., lo que sucede es que terminas yendo, pero resentido. Y tu
compañía, no solo no es beneficiosa para el entorno, sino que también afecta tu
bienestar. Y en eso es lo que se basa la CREENCIA de que el sacrificio es algo
“bueno” o “sagrado”, lo cual mirándolo desde una perspectiva mas amplia se
puede ver que es totalmente opuesto a la realidad. La realidad es que el
verdadero amor no requiere de sacrificio. Volviendo al ejemplo, lo mas amoroso es
hacer lo que Te apetece, que para efectos de ese ejemplo podria ser decir,
“gracias por la invitación, y me encantaría compartir con ustedes, pero me
encuentro en un espacio que necesito atenderme, y honestamente no sería una muy
buena compañía.” ESO ES AMOR! Eso es hacer lo que Te apetece. Y requiere mucha
valentía en un principio porque el condicionamiento está tan y tan arraigado
que uno deriva su sentido de identidad en función a cómo creemos que los
“demás” nos ven.
Si creemos que ellos nos ven como una persona “buena”,
hacemos cosas, a pesar de nuestro mas profundo deseo, para “complacer”. Así seguimos sosteniendo
esa imagen de nosotros, aun cuando eso solo genera resentimiento.
Resentimiento, primero hacia uno mismo, que luego se le proyecta al “otro”.
Porque si en un futuro el otro no puede complacernos, ahí es donde sale el, “y
después de lo que yo he hecho por ti… bla, bla, bla.
Después de lo que acabo de compartir surge la gran
paradoja. Si “yo” estoy siendo vivido entonces no puedo en realidad “elegir”
hacer lo que me apetece o no dejar de hacer lo que no me apetece. Porque eso se
va a hacer sí o si, independiente de mí como persona. Y en función a una
enseñanza que nos recuerda que sólo se hace la Voluntad Divina, la Voluntad del
Amor, la Voluntad de Dios o como se le quiera llamar, esa sería la realidad.
Sin embargo, en este juego de escondite en el que aparenta haber un “mundo”, en
el que aparenta haber un “yo”, un “tú”, un “ellos”, etc., aparenta como que la
mente juega este juego consigo misma para recordarse a sí misma que su realidad
es Amor.
Por consiguiente, aparenta como que se proyectan
enseñanzas, prácticas, comunicadores, recursos, para que aparenten servir de
ayuda a un “yo” de manera que pueda conscientemente recordar ese amor que Es.
Observemos cómo utilicé la palabra “aparenta” tantas veces. Porque si la
separación de la conciencia nunca ha tenido lugar, este juego de escondite es
simplemente una proyección. Como decía Ramana Maharshi, “No hay creación, no
hay destrucción, no hay camino, no hay meta…” O como dice Un curso de milagros,
"Nada irreal (ésta experiencia física) existe." T-In.2:3
Habiendo dicho esto, y permaneciendo con el misterio, la
pregunta que surge al nivel en el que nos aparentamos encontrar es, ¿Cómo
entonces se puede romper ese condicionamiento? En mi experiencia, y sólo hablo
de mi experiencia, y eso no implica que haya roto ese ciclo completamente
porque si todavía me experimento como cuerpo hay lecciones de perdón
pendientes. Pero voy observando como se ha ido cayendo y desmantelando el juego
que la mente identificada estaba sosteniendo.
Mi proceso ha sido un profundo deseo por la paz interior.
Donde no se desea cambiar nada. Ni siquiera un deseo por cambiarme a mi. Es
simplemente el deseo por estar presente aquí. Presente conmigo mismo, presente
con las sensaciones que surgen, presente con los pensamientos que surgen,
simplemente trayendo presencia, una rendición total, y siendo muy, pero que muy
consciente de las historias que la mente quiere fabricar. Eso es a lo que se le
conoce como manteniéndose atento en favor de la Verdad. Que para estudiantes de
Un curso de milagros, es perdonando.
Así es como surge la comprensión, mientras se observa al
personaje "yo" haciendo lo que sea que esté haciendo desde un espacio
de total inocencia y aceptación, simultáneamente recordando que no es el
hacedor de nada, viviendo una experiencia de vida la cual no controla, nunca
controló, ni desea controlar.