Primero que nada es solo cuestión de
voluntad. Solo que como la mente está tan identificada con el sufrimiento
aparenta como que esa decisión no es posible de alcanzar. Pero algo muy
interesante ocurre cuando uno al menos se abre a la posibilidad de que es
posible experimentar esa paz que aparentemente tanto nos elude.
Se empieza primero por abrirse uno a ese
espacio. ¿Como? Nos sentamos en un lugar tranquilo y aquietado, con todo
nuestro ruido mental. No intentamos aquietar la mente ni los pensamientos, aún
cuando eso sería lo ideal. Simplemente nos movemos a ese espacio, que a eso se
le conoce como nuestra pequeña dosis de buena voluntad. Es como decir, “quiero
aprender a tocar guitarra pero no se como empezar.” Pues empieza por buscar un
maestro, y de ahí en adelante verás como tocar la guitarra es posible.
Según tomamos la decisión de sentarnos en
un espacio de quietud, aun cuando no creemos que sea posible experimentar esa
paz, podemos emplear ahora esa misma mente pensante solo que a nuestro favor.
Si antes la mente en automático salía con
todas sus historias como, "no soy lo suficiente..., soy culpable por...,
tengo miedo de..., esto es imposible de hacer…,” bla, bla, bla, ahora podríamos
conscientemente desde ese espacio de quietud y receptividad pensar, "me
rindo completamente a este momento, no sé absolutamente nada, confío plenamente
en que el amor de Dios me sostiene, no soy yo quien toma decisiones, toda
decisión la toma la vida con el propósito de recordarme que soy amado o
amada…”, etc.
Observemos que no estamos intentando
cambiar ni sustituir creencias “negativas” por “positivas” ya que eso no nos
conduce a la paz que de verdad deseamos. Intentar cambiar creencias solo nos
conlleva a intentar “mejorar” el personaje y por consiguiente estamos todavía
intentando controlar. Mas seguimos identificados con la separación.
La Paz se experimenta solo cuando la mente
se encuentra en un estado de aceptación total de lo que es. Eso es confianza.
Según la confianza en la vida va aumentando a raíz de nuestra práctica, nuestra
paz va incrementando con ella ya que una no puede existir sin la otra.
Una vez que hay confianza la mente descansa
en paz y todo esto comenzó con nuestra pequeña dosis de buena voluntad de
simplemente querer darnos esos espacios de quietud y continuar la práctica con
un firme compromiso de que lo que deseamos es la paz de Dios.
Si queremos elegir la paz para evitar o
evadir el dolor, nuestro compromiso no es con la paz de Dios sino que mas bien
una manera de manipular la situación con la esperanza de que el dolor se vaya,
con la esperanza de que alcanzaremos lo que creemos desear.
Cuando nuestro compromiso es con la paz de
Dios, lo que estamos diciendo es que no deseamos mas ilusiones, sino que
deseamos la Verdad. Por eso se nos recuerda: “Deseo la paz de
Dios: Decir estas palabras no es nada. Pero decirlas de corazón lo es todo. Si
pudieras decirlas de corazón, aunque sólo fuera por un instante, jamás
volverías a sentir pesar alguno, en ningún lugar o momento."
W-pI.185.1:1-3 Luego en esa misma lección nos recuerda: “Desear
la paz de Dios de todo corazón es renunciar a todos los sueños. Pues nadie que
diga estas palabras de todo corazón desea ilusiones o busca la manera de
obtenerlas." W-pI.185.5:1-2
Que conste que no estamos negando nuestros
deseos mundanos, simplemente estamos abriéndonos a una nueva mentalidad, y en
su debido momento, a raíz de nuestra práctica diaria, los deseos que no nos
sirvan para el propósito que ahora hemos elegido, el cual es la paz de Dios, se
caen por su propio peso.