Wednesday, July 18, 2018

La Verdadera Felicidad

Cada momento presente representa un escenario que la vida me presenta lo cual está completamente fuera de mi control. Si hay un juicio alrededor de esa experiencia es que se abre la puerta al sufrimiento.

Una mente clara, una mente perdonadora, simplemente observa la experiencia, despojándola de todo significado, de toda etiqueta, de toda proyección sobre el futuro, y vive la experiencia tal y como la misma se presenta. "El perdón, en cambio, es tranquilo y sosegado, y no hace nada. No ofende ningún aspecto de la realidad ni busca tergiversarla para que adquiera apariencias que a él le gusten. Simplemente observa (es testigo), espera y no juzga," W-pII.1.4:1-3 Está en paz con lo que es.

Lo que ocurre es que al haber una fuerte identificación con un "yo" (ego), y ese es el que sufre dado que ese es el que tiene expectativas, el que quiere "controlar", el que desea objetos, experiencias, el que quiere que las cosas vayan de na manera u otra en función a la creencia de que su felicidad depende de ello, no está abierto a una aceptación total de lo-que-es (a una rendición total).

Lo que estamos aprendiendo con la práctica del perdón es la liberación de todo sufrimiento, la paz que sobrepasa todo entendimiento. Y que la misma tiene lugar cuando la identificación con el "yo" que me creo ser se va debilitando. Siempre y cuando haya una identificación fuerte con este "yo", que es el que se percibe separado de todo, la creencia en la carencia, la creencia de que algo le falta no le permitirá rendirse completamente a lo-que-es ya que cree que el mundo tiene algo de valor que pueda hacerle sentir completo, que pueda hacerle feliz.

Una vez que uno ha tenido suficientes experiencias en el mundo en el que finalmente toma conciencia de que ningún objeto, ninguna experiencia, ninguna meta tiene el poder de hacerle feliz, solo ofrecerle un placer temporal, es que la mente empieza abrirse a explorar la posibilidad de que una rendición total puede brindarle lo que a raíz de todo su esfuerzo anterior nunca pudo obtener, y es esa paz permanente que tanto desea, donde ya no hay sufrimiento.

Cuando eso está claro en la mente, que no es que no haya deseo de controlar nada sino que toma uno consciencia de que no puede controlar nada, la apertura al proceso del desasimiento de este "yo" (ego) comienza. Esta etapa en principio se puede experimentar como muy dolorosa. Pero no es porque así lo sea, tal como el curso nos recuerda, "En primer lugar, tienen que pasar por lo que podría calificarse como un "período de des-hacimiento". Ello no tiene por qué ser doloroso, aunque normalmente lo es." M-4.I.A.3:1-2.

Se experimenta dolorosa porque está el residuo, la nostalgia, la creencia de que la felicidad proviene de lo que el mundo me ofrezca ya que sigue habiendo una identificaron con este "yo", y aunque intelectualmente sé que no es así por lo que ya no hay interés en buscar nada en el mundo, psicológica y emocionalmente esa creencia está firmemente impregnada en el inconsciente.

Por lo tanto, en la superficie se experimenta como que hay una sensación de sacrificio, de pérdida de algo, pero una vez más, como ya sabemos que no es así, ese dolor, esa incertidumbre son las intensas capas de nubes de culpa que se tienen que ir atravesando hasta que la paz se va asentando más y más en la mente, no como un entendimiento intelectual, sino como una experiencia completamente aceptada.

Es por eso que cuando se habla de una rendición total a lo-que-es, no es algo que se hace con la mente con el propósito de adquirir una experiencia específica, la cual en este caso sería sentirme "mejor". Es una aceptación y rendición total a través del cual esta idea del "yo" se va deshaciendo en la mente. Para el ego eso es una experiencia de muerte, mientras que para la mente es una experiencia de completar liberación. Pues recordemos que toda experiencia de aprisionamiento para la mente radica en haberla limitado a la creencia de un "yo" separado.

Dado ese el caso, la práctica es muy simple. No deseo nada que este mundo me puedo ofrecer. Mi único deseo es estar en paz con lo-que-es en cada momento. Por consiguiente, por el resto de "mi existencia" en este cuerpo, recordar estas cinco palabras; que se haga Su Voluntad.

Lo curioso del caso es que Su Voluntad es la que ¡siempre se ha estado haciendo! En ese sentido, una rendición total a lo-que-es, no es para que se haga Su Voluntad. Una rendición total a lo-que-es, es para observar como Su Voluntad, de nuevo, es la que ¡siempre se está haciendo!

Mi "voluntad personal", que no existe, no es la que elige escribir estas palabras. Si estas palabras se están escribiendo, es porque esa es Su Voluntad. Sólo cuando tengo expectativas al respecto es que "aparenta" como que tengo ahora una "voluntad personal" a la de Dios. En cada momento estoy observando Su Voluntad haciéndose a través de mí. Y si no juzgo ninguna de mis experiencias, ninguno de los escenarios que la vida presenta como buenos o malos, correctos o incorrectos, deseables o indeseables, sin idea de lo que me gustaría o no tener, sin creencias de cómo las cosas deberían o no ser, no hay sufrimiento, estoy en paz con lo-que-es, y esa es la verdadera felicidad.