Siempre que me preguntan cómo estoy mi contestación es la
misma, “estoy bien”. No importa lo que esté teniendo lugar en mi vida, siempre
estoy bien. Para la mayoría de las personas esta contestación no tiene sentido
porque su concepto de “bien” va adherido a que las cosas tienen que ir de una
manera. Cuando digo que estoy bien es porque hay una comprensión profunda de
qué todo en la vida es como tiene que ser en acorde a un plan universal.
Eso es confianza en la vida (amor). Por consiguiente, es muy
simple, sea lo que sea que esté teniendo lugar forma parte del plan de Dios
para salvación. Aquellos que tienen un problema con el concepto Dios podría
utilizar el siguiente juego de palabras, sea lo que sea que esté teniendo lugar
forma parte del plan Divino. Cuando esa comprensión es integrada la vida se
vive en total estado de aceptación continuo. No estoy hablando de resignación,
estoy hablando de aceptación. Resignación implica que la comprensión de la que
estoy hablando no ha sido integrada.
Cuando se vive en aceptación la condición subyacente
permanente es paz interior. Dado ese el caso, ¿cómo no podría uno estar siempre
bien? Hay quienes dirían, o preguntarían, “¿cómo puede uno decir que está bien
si ha sido violado, robado, alguien que se le ha diagnosticado una condición
terminal, alguien que ha sido tratada injustamente, etcétera…? Entiendo su
preocupación y reconozco que una persona que no comprende de lo que estoy
hablando podría hasta resentir estas palabras.
Sin embargo, sin pedirle a nadie que crea lo que digo,
simplemente los invito a que observen la inmensa cantidad de sufrimiento que
tiene lugar cuando se resiste la experiencia presente, sea cual sea,
sosteniendo la creencia de que las cosas deberían ser de otra manera. Cuando la
persona se da cuenta que las cosas son como son, y que no pueden ser de otra
manera porque están siendo como están siendo, la única manera de poder
experimentar paz en medio de una experiencia como tal está aceptando su
experiencia. Y esto de lo que estoy hablando no es teoría, es experiencia. Se
tiene que poner en práctica para poder corroborar la validez de estas palabras.
Pero de nuevo, aceptar las cosas porque yo lo diga no es de
mucha utilidad. En mi experiencia, no es tanto el aceptar lo que me ha llevado
a sentirme bien con lo-que-es. Es la certeza que hay en mi de que sólo el amor
de Dios es real, por lo tanto, todo lo que esté teniendo lugar tiene que formar
parte de Su voluntad. No tengo que entenderlo, no tengo que interpretarlo ni
juzgarlo. Es lo que és. Y hay un último detalle que forma parte de esta
ecuación. Si tengo miedo a “morir” este proceso es difícil, o me atrevería
decir, imposible de llevarse a cabo. Porque cuando hay miedo a morir es porque
hay una identificación con un “yo”, con un “cuerpo” “separado”.
Entonces, todo está bien porque reconozco que no soy éste
“personaje”, sino porque soy la mente que lo sueña todo. Y lo que sea que esté
teniendo lugar en la vida de este “personaje”, tiene que formar parte de un
plan que la vida está llevando a cabo para recordar una y otra vez que mi
Realidad (letra mayúscula) es algo que trasciende esta experiencia “humana”. Y
cuanto más sigo observando lo bien que me siento cuando dejo de juzgar, cuando
dejó de interpretar, cuando permito que todo sea como es, en aceptación total,
no puedo sino qué ser consciente de que todo está bien. Bueno, la realidad es,
no es que todo está “bien”, sino que todo está como está, y estoy bien con
ello. Por lo tanto, ¿cómo estoy? Siempre estoy bien.
#nickarandes