Saturday, June 10, 2017

El Único Propósito de Este Mundo es Sanar al Hijo de Dios

“No olvides que el único propósito de este mundo es sanar al Hijo de Dios. Ese es el único propósito que el Espíritu Santo ve en él, y, por lo tanto, es el único que tiene. Hasta que no veas la curación del Hijo como lo único que deseas que tanto este mundo como el tiempo y todas las apariencias lleven a cabo, no conocerás al Padre, ni te conocerás a ti mismo.” T-24.VI.4:1-3

Sanar al Santo Hijo de Dios significa sanarme a mí mismo, pues soy yo el único que está distraído con las imágenes proyectadas. Si yo creo que necesito sanar a otros estoy por consiguiente enfermo ya que no hay “otros.” Es por eso que el curso muy bien habla de que la expiación es para uno mismo.

De no ser consciente de ello entonces el curso continúa ese mismo párrafo con los siguiente; “Pues usarás al mundo para un propósito distinto del que tiene, y no te podrás librar de sus leyes de violencia y de muerte. Sin embargo, se te ha concedido estar más allá de sus leyes desde cualquier punto de vista, en todo sentido y, en toda circunstancia, en toda tentación de percibir lo que no está ahí y en toda creencia de que el Hijo de Dios puede experimentar dolor por verse a sí mismo como no es.” T-24.VI.4:4-5

Cuando somos conscientes de qué todo lo que se percibe es una proyección somos menos aptos de caer en la tentación de darle (proyectarle) significado a lo que no está ahí. En otras palabras a no hacerlo real. Por consiguiente aunque se perciban las formas no se cree en ellas. Y cuando nos encontramos ante la apariencia de un hermano experimentando dolor, aunque al nivel de la forma pueda que nos sintamos inclinados a brindarle algún tipo de apoyo, sabemos que ese hermano está experimentando dolor porque se está viendo a si mismo como no es. Si de lo contrario creemos que hay un hermano experimentando dolor por lo creemos experimentar dolor en nosotros, y esa es la razón que nos mueve a “ayudarlo”, estamos viéndonos a nosotros mismos tal y como no somos. Por lo tanto estamos en la misma trampa de negación de la verdad y regidos por las leyes del sueño de la cual creemos ser parte de.

Si quiero conocer al Padre necesito pasar por alto cualquier distorsión que se interponga ante ello. El yo que cree ser un cuerpo, el mundo que percibo “fuera” con todas sus diferentes formas forman parte de esa distracción. Cuando profundizó en el perdón, sumergiéndome en el silencio, me abro a la conciencia de mi plenitud e inocencia y percibiré todo lo “externo” desde ese espacio en el que ninguna de las diferentes formas que el mundo pueda tomar me distrae de ese reconocimiento. Es así como reconozco al Padre en todo. Otra manera de decirlo sería, es así como reconozco el amor en todo. Pues si solo experimento amor en mí, eso es lo que voy a percibir y a extender a todo. Si de lo contrario experimento miedo en mí, eso es lo que voy a proyectar ante todo. Y el mundo con sus diferentes formas corroborará lo que yo creo sobre mí mismo.

Por lo tanto si reconozco el amor que soy, aunque en el mundo de las formas se perciba un ser humano sufriendo, una vez más, pueda que sea inspirado por el amor mismo a servirle de apoyo sin perder de vista el Padre aún en esa imagen que tiene la apariencia de estar sufriendo por haberse olvidado de su realidad en Dios. Siendo ese el caso no me encuentro ayudando a un hermano que aparenta estar sufriendo sino que dentro de esa aparente “ayuda” simplemente estoy recordándole a todo aquel con el que me encuentre que tiene el mismo poder que tengo yo de elegir a un Nuevo Maestro (Espíritu Santo). Es así como continúo YO sanando. Y al aceptar la expiación para MI MISMO no puedo sino que estar aceptándola PARA TODOS debido a que sólo hay Uno.