Me acuerdo un orador compartir la siguiente historia. Decía, "le regalé a mi hijo unas nuevas gafas, y el me dijo, 'me encanta lo que se siente el tener algo nuevo'". En otras palabras, no era su nuevo regalo lo que tanto deseaba sino que la sensación que tiene lugar cuando lo obtiene.
Cuando adquiero algo que deseo, la mente asocia el que
haber obtenido eso, es la razón por la que soy feliz, o por la que estoy en
paz. Cuando el objeto, juguete, lo que sea, pierde su encanto, y por
consiguiente la sensación desaparece, la búsqueda comienza de nuevo. Entonces,
se hace claro y plenamente obvio, que lo que siempre se busca es ese
sentimiento, que solo tiene lugar cuando está uno en contacto con su esencia
como Ser. Los regalos que obtenemos temporales solo nos dan un atisbo de esa
sensación del Ser. Pero de nuevo, son solo temporales. Y si los seguimos
buscando, estamos pasando por alto nuestra esencia constantemente. Por eso
buscamos "fuera" lo que ya somos, y a eso se debe que nunca se
encuentra.
El perdón nos lleva a darnos cuenta de cuan prisionero
es uno de sus deseos para que a raíz de un cambio de mentalidad, el Espíritu
Santo nos haga conscientes de que el mundo no tiene nada de valor que desee, y
empieza entonces uno a traer la atención al interior, libre de distracciones.
Es ahi donde la verdadera liberación tiene lugar, y es por eso, que el deseo
mas profundo es la liberación de todo deseo.
Pero esto no es algo que nosotros superponemos sobre
los deseos que surgen porque entonces se experimenta una sensación de
sacrificio. Los deseos surgen, y sin juicio ni culpa se observan muy
inocentemente. Eso es todo. Mientras creamos ser cuerpos, no estaremos libres
de deseos. Pero según la mente se va sanando, los deseos, que surgían a raíz de
la culpa inconsciente, se van cayendo por su propio peso. Por eso es importante
recordar que nuestra función, no es intentar no tener deseos. Es perdonar.
El cambio de mentalidad, que es lo que el Espíritu
Santo hace, no nosotros, se refleja en la libertad de todo lo que tanto se
valoraba en el mundo, y por consiguiente, el deseo se deshace muy
benévolamente. Y si algún atisbo de ese deseo surge, se ve como una nube
pasajera, sin el poder de agarrar nuestra atención.
Por eso es importante no luchar contra nuestros deseos,
contra nuestro ego. Por algo el curso nos dice, "no luches contra ti
mismo" (T-30.I.1:7 Es aprender a observarlo. Que por eso el curso nos
recuerda: "El perdón es tranquilo y sosegado, y no hace nada...Simplemente
observa, espera y no juzga (W-pII.220.I.4:1-3). Al igual que, "el milagro
contempla la devastación y le recuerda a la mente que lo que ve es falso
(W-pII.340.13.1:3).
Pero esto solo tiene lugar cuando hay un profundo
deseo por la verdad. En ese sentido, si existe un deseo que de verdad es digno
de ser valorado, es el deseo por la verdad, el deseo por la paz de Dios. Ese es
el deseo que lleva la mente a la liberación de todo deseo. En otras palabras,
ese es el deseo que lleva a la mente a soltar el deseo de sentirse especial.
Todo otro deseo que tenga que ver con el deseo por el mundo, es distracción.