Thursday, May 3, 2018

LECCIÓN 350: Los milagros son un reflejo del eterno Amor de Dios.

LECCIÓN 350: Los milagros son un reflejo del eterno Amor de Dios. Ofrecerlos es recordarlo a Él, y mediante Su recuerdo, salvar al mundo.

"Lo que perdonamos se vuelve parte de nosotros, tal como nos percibimos a nosotros mismos. 2Tal como tú creaste a Tu Hijo, él encierra dentro de sí todas las cosas. 3El que yo Te pueda recordar depende de que lo perdone a él. 4Lo que él es no se ve afectado por sus pensamientos. 5Pero lo que contempla es el resultado directo de ellos. 6Así pues, Padre mío, quiero ampararme en Ti. 7Sólo Tu recuerdo me liberará. 8Y sólo perdonando puedo aprender a dejar que Tu recuerdo vuelva a mí, y á ofrecérselo al mundo con agradecimiento.

2 Y a medida que hagamos acopio de Sus milagros, estaremos en verdad agradecidos. 2Pues conforme lo recordemos, Su Hijo nos será restituido en la realidad del Amor."



Comentario: Esta es una preciosa lección que me he sentido inclinado a compartir para que podamos apreciar su profundidad, su sencillez, y la sanación que tiene lugar cuando la misma se aplica.

"Los milagros son un reflejo del eterno Amor de Dios. Ofrecerlos es recordarlo a Él, y mediante Su recuerdo, salvar al mundo." W-pII.350


Cuando le ofrezco un milagro a un hermano, es decir, cuando puedo reconocer su inocencia, no puedo sino que ver a Dios. Y como solo hay una mente, perdonar a un hermano es el equivalente a perdonarme a mí mismo. En ese sentido es que se salva el "mundo". Para que no confundamos los niveles, si sustituimos la palabra mundo por la palabra mente, estamos salvando la mente. ¿De que estamos salvando la mente? De su percepción dividida.

"Lo que perdonamos se vuelve parte de nosotros, tal como nos percibimos a nosotros mismos." W-pII.350.1:1


Si nos percibimos separados, no hemos perdonado. No obstante, si cualquier sentimiento de separación es perdonado, al mi hermano y yo ser parte de lo mismo, lo que reconozco en él tengo que por obligación reconocerlo en mi debido a que, una vez más, somos parte de lo mismo. Por eso, eso que perdono en el, se vuelve parte de mi. Ya no hay sentido de separación entre mi hermano y yo. Otra manera de decirlo, ya no hay sentido de separación alguna, y no hay nada mas que decir.

"Tal como tú creaste a Tu Hijo, él encierra dentro de sí todas las cosas." W-pII.350.1:2

El Hijo, al ser creado en imagen y semejanza del Padre, tiene que por definición compartir los atributos del Padre. Si me distraigo con lo que percibo debido a que no he perdonado, paso por alto su verdadera esencia y me quedo con cualquier creencia que tenga sobre lo que él es, que simplemente corroborar la creencia que tengo sobre mí mismo.

"El que yo Te (recordar a Dios) pueda recordar depende de que lo perdone a él." W-pII.350.1:3

Si perdono a mi hermano, en otras palabras, si puedo percibir solo amor e inocencia en él, solo así puedo recordar a Dios. Que sería lo mismo que decir, poder ver a Dios en todas partes.

"Lo que él es no se ve afectado por sus pensamientos." W-pII.350.1:4

Aquí lo que se nos recuerda, es que la esencia de cada uno de nosotros es amor, no importa lo que estemos haciendo o diciendo. Eso es debido a que lo que sea que hagamos en el mundo es simplemente el resultado de el sistema de pensamientos con el que nos identificamos. Un hermano puede estar completamente identificado con el sistema de pensamientos de el ego, y por consiguiente actuar de cierta manera. Sin embargo, lo que él en realidad es, permanece intacto, y a raíz del perdón, eso es lo que se nos pide, que seamos conscientes en todo momento, de manera que no nos distraigamos con lo que percibimos. Pues si nos distraemos, se nos olvida que Dios está ahí, y al olvidarnos que Dios está en él, no vamos a poder sino que olvidar que Dios está en nosotros. En ese sentido, la mente continúa percibiéndose separada, pasando por alto su esencia como unidad. Y de nuevo, eso es lo que quiere decir con salvar el mundo, con salvar la mente. Que no permitamos que lo que nos muestran nuestra percepción a raíz de nuestro juicio nos distraiga de la verdad, que se mantiene intacta, independientemente de lo que aparente estar teniendo lugar en todo momento.

"Pero lo que contempla es el resultado directo de ellos." W-pII.350.1:5

En esta oración se nos corrobora que lo que estamos contemplando en todo momento son los resultados directos del sistema de pensamientos con el que nuestro hermano se está identificando. Ese no es motivo para juzgarlo. Es simplemente un reconocimiento de que si está eligiendo al ego, su comportamiento lo reflejará. No obstante, nuestro trabajo, a raíz del perdón, es recordar que si a mi hermano se le olvida quién es, que yo le recuerde a raíz de mi ejemplo, que tiene acceso a la paz que hay en mí. Es como decir, si él se olvida, yo puedo recordarle a través de mi elección por la verdad. Sí de lo contrario lo juzgo, yo estoy tan perdido como el, y la mente se mantiene dividida, En otras palabras, para salvar el mundo (la mente) solo necesito mantenerme en constante vigilia del sistema de pensamientos de el Espíritu Santo. Y eso es lo que hago cuando perdono.

"Así pues, Padre mío, quiero ampararme en Ti." W-pII.350.1:6

Si dejo de juzgar a mi hermano, si dejo mis interpretaciones personales a un lado, que es lo mismo que decir, si perdono, estoy amparado en la mentalidad del Espíritu Santo, lo cual es el recuerdo de mi padre. Es ahí donde quiero mantenerme amparado siempre. Es así como la mente se mantiene unida, sin permitir dejarse distraer por lo que percibe. Y de nuevo, en ese sentido es que se salva el mundo (la mente).

"Sólo Tu recuerdo me liberará." W-pII.350.1:7

Solo el recuerdo de Dios nos libera debido a que es la percepción que nos ofrece el Espíritu Santo, libre de juicios, libre de condenación, libre de miedo.

"Y sólo perdonando puedo aprender a dejar que Tu recuerdo vuelva a mí, y á ofrecérselo al mundo con agradecimiento." W-pII.350.1:8


Esa última oración queda ya plenamente explícita.