Saturday, July 21, 2018

Para Sanar Hay Que Mirar

"El Espíritu Santo sólo te pide esto: que lleves ante Él todos los secretos que le hayas ocultado. Ábrele todas las puertas y pídele que entre en la oscuridad y la desvanezca con Su luz. Si lo invitas, Él entrará gustosamente. Y llevará la luz a la oscuridad si le franqueas la entrada a ella. Pero Él no puede ver lo que mantienes oculto. Él ve por ti, pero a menos que tú mires con Él, Él no puede ver. La visión de Cristo no es sólo para Él, sino para ti y para Él. Llévale, por lo tanto, todos tus pensamientos tenebrosos y secretos, y contémplalos con Él. Él abriga la luz y tú la oscuridad. Ambas cosas no pueden coexistir cuando las contempláis juntos. Su juicio prevalecerá, y Él te lo ofrecerá cuando unas tu percepción a la Suya." T-14.VII.6:1-11

Comentario: Cuando el miedo se ha apoderado de la mente, todo lo que en realidad está teniendo lugar es un pensamiento. Generalmente cuando sentimos miedo queremos "entregar" al Espíritu Santo ese miedo para sentirnos "mejor" sin siquiera mirar la historia que la mente fabrica para justificar ese miedo, sin siquiera mirar para darnos cuenta que ahi no hay nada. Para que el niño pueda ser convencido de que no existe un monstruo debajo de la cama, por más que se le diga que no existe el monstruo, su creencia subyacente prevalece. Por consiguiente, él necesita mirar debajo de la cama. Pero nunca lo va a hacer sin la ayuda de alguien en el que él pueda confiar. Pues el miedo que el siente, basado en su creencia, lo paraliza. En otras palabras, el niño tiene mas fe en su creencia que en la verdad. El Espíritu Santo representa la verdad, y por consiguiente constantemente se nos pide que lo elijamos a Él como nuestro único Guía

El hecho de que se está experimentando miedo implica que estamos mirando con el sistema de pensamientos del ego. Cuando el pensamiento surge, o la sensación surge, sin siquiera examinarla de frente, el ego ya la ha examinado, la ha juzgado, y la mente aterrorizada lo esconde para no querer mirarlo y poder darse cuenta que es sólo un pensamiento completamente inofensivo.

Mirar con el ego implica darle significado a cualquier pensamiento, analizar cualquier pensamiento o sensación, juzgar en función al sistema de creencias que consciente o inconscientemente sostenemos. Mirar con el Espíritu Santo es simplemente mirar sin juicio. ¡Eso es todo!

Cuando se le quita el juicio al pensamiento o a la sensación, la cordura puede ser restablecida en la mente y el pensamiento o sensación puede ser liberado inmediatamente. No estoy hablando liberado en el sentido de que el pensamiento o la sensación se va. Liberado en el sentido de que ya no nos afecta. Si se queda o no es completamente irrelevante. Sólo que no hay sufrimiento, lo que hay es paz.

Lo que sostiene al sistema de pensamientos del ego son simplemente los miedos escondidos que no hemos querido mirar. Pero como una pelota de aire que por más que queramos sostenerla bajo el agua su naturaleza es empujar y subir a la superficie, al igual que la pelota de aíre, el amor está intentando salir a la superficie, solo que al estar nublada por nuestras creencias subyacente, nuestros miedo, o como el curso les llama, los obstáculos al amor, se experimenta conflicto.

El ego ahora podría interpretar el extracto del curso que compartí al principio y decir, "adéntrate en el inconsciente y empieza a buscar todos tus miedos" Y no es así. Me acuerdo una vez le preguntaron a Francis Lucille si era necesario mirar todos los fantasmas escondidos. Su respuesta fue, "déjalos dormir tranquilamente. Ellos saldrán en su debido momento si es que tienen que salir." El Espíritu Santo simplemente te dice, "permite que ellos salgan en su debido momento, sólo que en el momento que eso tenga lugar, si es que tiene que tener lugar, quiero que los mires Conmigo." (Llévale, por lo tanto, todos tus pensamientos tenebrosos y secretos, y contémplalos con Él." T-14.VII.6:8)

Hay otro extracto del curso que me dice, “Él te exhorta a que lleves todo efecto temible (tus interpretaciones de lo que sientes y de lo que piensas) ante Él para que juntos miréis su descabellada causa y os riáis juntos por un rato (pues reconoces su irrealidad). Tú juzgas los efectos (lo que piensas y lo que sientes), pero Él ha juzgado su causa (la mente que los proyecta). Y mediante Su juicio se eliminan los efectos.” T.VIII.9:1-5

De nuevo, ¿qué implica mirar lo que salga a la superficie con el Espíritu Santo? Que lo hagas sin juicio, sin interpretaciones personales, que por eso se nos recuerda, “Cuando de alguna manera tu paz se vea amenazada o perturbada afirma lo siguiente: NO CONOZCO EL SIGNIFICADO DE NADA, INCLUIDO ESTO. No sé, por lo tanto, cómo responder a ello. No me valdré de lo que he aprendido en el pasado para que me sirva de guía ahora,” T-14.XI.6:6-9

Esa es la practica del perdón. "El perdón, en cambio, es tranquilo y sosegado, y no hace nada. No ofende ningún aspecto de la realidad ni busca tergiversarla para que adquiera apariencias que a él le gusten. SIMPLEMENTE OBSERVA, ESPERA Y NO JUZGA." W-pII.1.4:1-3

Es imposible mirar los hechos cuando ya de antemano hay una interpretación personal. El Espíritu Santo te dice, "Mira los hechos y deja que Yo me encargue de la interpretación. Mi interpretación te brinda paz, la tuya simplemente te aterroriza." Es por es que hay un extracto del curso que nos dice, (Comprende que no reaccionas a nada directamente, sino a tu propia interpretación de ello. Tu interpretación, por lo tanto, se convierte en la justificación de tus reacciones. T-12.I.1:4-5)

Cuando el curso hace tanto énfasis en el Instante Santo todo lo que nos está diciendo es, "deja a un lado tus interpretaciones." No te está diciendo que no sientas, no te está diciendo que no pienses, simplemente te está diciendo que no juzgues tus pensamientos y sensaciones ni como buenas o malas. Es así como Él hace Su trabajo. Ahora es cuestión de confiar en el proceso. La confianza en el proceso no puede tener lugar si tienes alguna expectativa de cómo "deberías" sentirte o como las cosas "deberían" ser.

Confiar en el proceso implica una aceptación total de lo-que-es. De que lo que esté ocurriendo en cada momento está siendo perfectamente orquestado por el amor mismo para beneficio de la salvación. Es por eso que un curso de Milagros es tan simple. No he dicho que sea "fácil" dada la resistencia, pero simple porque no requiere nada "especial". No hay rituales, solo una rendición total a lo-que-es.

Obviamente, hay un entrenamiento mental. Pero no es un ritual como tal. Es un proceso que te lleva de la mano a través del libro de ejercicios, a tu ritmo, con ciertas pautas a seguir como sugerencias, así la mente se va adiestrando sin demasiada resistencia. Es como un caballo que está siendo adiestrado a seguir un camino. En momentos en el caballo se pone reacio el entrenador no lucha contra él. Simplemente le da un poco de rienda suelta, y luego muy delicadamente lo trae de nuevo al camino.

Igual contigo. Mientras haces los ejercicios, la resistencia saldrá una y otra vez. Sin embargo, se paciente contigo mismo. Se amoroso, se bondadoso. El Espíritu Santo lo es, ¿por qué no tú? Él sabe lo que hace. No es tan complicado como parece. El curso mismo nos dice, "Tú que piensas que este curso es demasiado difícil de aprender, déjame repetirte que para alcanzar una meta tienes que proceder en dirección a ella. Y todo camino que vaya en dirección contraria te impedirá avanzar hacia la meta que te has propuesto alcanzar. Si esto fuese difícil de entender, entonces sería imposible aprender este curso. Mas sólo en ese caso. Pues, de lo contrario, ESTE CURSO ES LA SIMPLE ENSEÑANZA DE LO OBVIO." T-31.IV.7:3-7