El miedo no
quiere ser visto porque de ser así pierde todo su “poder”. Observemos que puse
la palabra poder entre comillas. Porque la realidad es, el miedo no tiene poder
alguno. El poder que el miedo aparenta tener es el que uno mismo le otorga a
raíz de creerse cualquiera que sea la historia que la mente fabrique.
Lo que hace
temeroso mirar el miedo, aunque ya sepamos teóricamente que si se erradica la
historia el miedo se deshace, es el sentimiento que se genera, que con una
historia añadida, es lo que no nos permite poder mirar el miedo de frente. Se
podría decir entonces que la puerta de salida se mantiene cerrada con la
cerradura que se le conoce como miedo, y que el sentimiento que se experimenta
a nivel psicológico/corporal, es la llave que abre esa cerradura.
Cuando la mente
intenta utilizar la lógica para deshacer el miedo lo que hace es esconder la
llave. Porque si el miedo desapareciese, también desaparecería esa mente.
Entonces, la única manera de utilizar esa llave para abrir la cerradura que nos
lleva a abrir esa puerta es sentir completamente todos los sentimientos que se
genera, sin adherirles, cualquiera que sea, la historia que la mente fabrique.
Porque si nos permitimos sentir cualquier sentimiento, sin historia, todo lo
que queda es una sensación cruda, completamente inofensiva, y que a su vez es
pasajera.
Cada vez que
alguna de esas sensaciones se va atravesando, sería como insertar la llave en
una cerradura para que una puerta se abra. Lo que ocurre es que como se han
cerrado tantas puertas, hay que abrir múltiples cerraduras. Las que son más
difíciles de abrir son las primeras. Una vez que se han abierto esas primeras
puertas, y se le deja de temer al sentir, el resto de las cerraduras se abren
fácilmente.
El que se abran fácilmente
no implica que dejemos de sentir. Sólo que ahora todo sentir es bienvenido, no
rechazado. Ahí es cuando el sistema de pensamiento del miedo empieza a
reconocer que ya tiene su batalla perdida, y durante esa etapa pueda que los
sentires se intensifiquen. Esto me recuerda algunos extractos del curso como:
“El ego atacará
tus motivos tan pronto como éstos dejen de estar claramente de acuerdo con la
percepción que él tiene de ti. En ese caso ES CUANDO PASA SÚBITAMENTE DE LA
SOSPECHA A LA PERVERSIDAD, ya que su incertidumbre habrá aumentado. Es
evidente, no obstante, que no tiene objeto devolverle el ataque. Pues ¿qué
podría significar eso, sino que estás de acuerdo con su evaluación acerca de lo
que eres?” T-9.VII.4:6-9
O, ”A medida que
este reconocimiento se arraiga más, acaba por convertirse en un punto decisivo
en la vida de cada persona. Esto finalmente vuelve a despertar la visión
espiritual y, al mismo tiempo, mitiga el apego a la visión física. Este
alternar entre los dos niveles de percepción se experimenta normalmente como un
conflicto QUE PUEDE LLEGAR A SER MUY AGUDO.” T-2.III.3:7-9
Es por eso que
deshacer el miedo es tan simple. Simple porque no requiere de ningún tipo de
entendimiento lógico, de ninguna práctica especial, de ninguna estrategia
mental, todo lo que se requiere es mirarlo de frente a raíz de sentirlo. PERO
HAY QUE SENTIRLO. Y eso es lo que cuesta. Y no estoy insinuando que alguna
practica, indagación, análisis, etc., sea “incorrecta”. Todo sirve para
preparar el terreno. Pero lo que deshace el miedo es sentir sin juzgar. Porque,
en mi caso, aunque en ocasiones podía ver la creencia que sostenía, el
sentimiento, por alguna razón permanecía. Eso me generaba tanta frustración.
Pues el sentimiento era solo una herida, una capa que salía que necesitaba ser
iluminada, no interpretada, y sobre todo, no rechazada.
Es por eso que la
definición de el perdón según Un curso de Milagros es: "El perdón, en
cambio, es tranquilo y sosegado, y no hace nada. No ofende ningún aspecto de la
realidad ni busca tergiversarla para que adquiera apariencias que a él le
gusten. SIMPLEMENTE OBSERVA, ESPERA Y NO JUZGA. " W-pII.1.4:1-3
Cuando uno
empieza a sentirse lo suficientemente cómodo con los sentimientos que surjan,
nada es una amenaza, todo es bienvenido, y por primera vez es que se puede
vivir la vida. El que tiene miedo a sentir tiene miedo a vivir. Y por
consiguiente se esconde. Pero no por mucho tiempo. Porque el sentir mismo lo
llevará a tomar alguna acción. Para algunas personas es anestesiarse, para
otras, quién sabe, hasta que finalmente dejemos de huir de él, demos la vuelta,
lo meremos de frente, lo sintamos, y así es como se deshace. Porque pierde todo su "poder". El
"poder" que estaba sostenido, no por ningún hecho, sino que por una
historia que la mente fabricó, y se la creyó.