Friday, February 8, 2019

La Relación en la Forma Refleja La Relación en la Mente

El mundo constantemente refleja nuestro estado mental. Si me siento bien conmigo mismo (estado mental) estoy bien con todo lo que tenga lugar en el mundo. Si me siento mal conmigo mismo (estado mental) voy a percibir el mundo, de tal manera, que va a corroborar ese estado. Pero no estamos hablando del estado mental del ser humano, aunque en un principio es lo que aparenta ser. Vamos a empezar con un ejemplo que aplica a la condición humana, y luego profundizamos.

Digamos que hay una creencia en mí que dice; “la gente me traiciona”. Independientemente de que la gente se comporte de una manera o de otra, me relacionaré con el mundo desde la traición, sospechando de todo y de todos. Entonces, no importa cómo el mundo, cómo las personas se comporten conmigo, siempre voy a encontrar una razón por la cual sentirme traicionado.

Una persona podría decirme, “si no tienes donde quedarte te puedes quedar en mi casa unos días”. Con una mente libre de miedo ese escenario se ve como un acto bondadoso y amoroso. No obstante, cuando la creencia de que el mundo puede traicionarme sigue vigente en la mente, posiblemente el pensamiento que inmediatamente surgiría es, “¿qué se está tramando esta persona? ¿Qué quiere de mí?” De la misma manera, una persona podría dirigir palabras hacia mi, que con un tono de voz y un vocabulario podrían ser percibidas como un insulto, como un ataque. Cuando la mente está clara, simplemente se reconoce que esa persona esta experimentando miedo, y en vez de percibir su ataque como algo personal, se observa muy claramente que lo que esa persona está expresando es una petición de amor. Si de lo contrario, la mente está identificada con sistema de pensamiento del miedo, sentiré la herida de ese ataque, inclusive pueda que se lo devuelva.

Como se puede ver, el trabajo no se hace en el mundo, se hace en la mente. Sólo que hay un factor, que por lo general se pasa por alto, y es no entender cuál es el trabajo del qué estamos hablando, y cómo se realiza ese trabajo. Aquí no se trata de intenta cambiar una creencia por otra, y es ahí, donde el ego intenta llevar la mente para “resolver” el problema. Este trabajo es para ponernos en contacto con esos sentimientos profundos, escondidos en los cañones más oscuros de la mente, para que puedan ser liberados.

Así que, vamos a explorar este tema compartiendo cómo es que este trabajo me ha servido. Utilizando un ejemplo específico, una vez le envíe un mensaje a una mujer con la que había un vínculo emocional muy profundo. Al ella no responderme surgió un sentimiento muy profundo de traición y abandono. Utilicé las palabras traición y abandono como una manera de describir ese sentimiento. Pero sólo es un sentimiento escondido que aflora en circunstancias como esa.

Como compartí anteriormente, no vamos a intentar cambiar una creencia por otra que diga, “nadie puede abandonarme”, o, “merezco ser amado…”, ni empezar a hacer afirmaciones como, “me siento bien conmigo mismo”, o, “el mundo me quiere” y así sucesivamente. Creámoslo o no, todas esas son diferentes maneras de evasión para no sentir esa herida profunda. Aquí lo que hacemos ahora es entrar en esa herida, sentirla en su totalidad, soltando cualquier historia que la gente quiera adherirle. Pues es así como las capas de miedo se van soltando y lo que termina quedando es esa paz, es el amor subyacente.

Hasta que no estemos listos para este trabajo, generalmente buscaremos maneras de evitar sentir todo eso que aflora: como una meditación guiada, mantener la mente distraída buscando algo que hacer, lo cual, pueda que en ocasiones genere un “alivio” temporal, pero el sentimiento escondido volverá a la superficie una y otra vez hasta que pueda ser ATENDIDO, no rechazado, no ignorado ni “entendido”.

Este trabajo pasa por alto la mente intelectual y nos lleva directamente al origen. Ese origen es donde se deshace el sistema de pensamiento del ego, y es por esa razón que el ego no quiere que sientas, pues no quiere ser visto de frente, ya que una vez visto de frente pierde todo su “poder” y desaparece. Lo curioso del caso es, el ego no tiene ningún poder, se alimenta de nuestro poder. En otras palabras, el ego “existe” porque somos nosotros los que lo alimentamos dado que eso es lo que nos da un sentido de identidad. Continuando, todas esas memorias escondidas que son expuestas a un nivel sentido se van desintegrando ante la luz del amor. Y es así como el miedo se va erradicando.

Volviendo al ejemplo que estaba compartiendo, cuando ese sentir tan profundo y devastador tuvo lugar, en vez de permitir qué las historia que la mente en un principio quería fabricar cuando ella no me contestó, historias como “me siento ignorado”, “me siento abandonado”, “a esa persona no le importo”, bla, bla, bla., tuviesen protagonismo en mi mente, se estableció un punto de comprensión. Me encontré diciendo, “como todo esta orquestado para beneficio del amor, el universo A PROPÓSITO orquestó que ella no me contestara para poder ponerme en contacto con ese sentimiento profundo que necesita ser sanado”.

Ahora, esa experiencia que tuvo lugar hizo perfecto sentido. Porque fue simplemente la oportunidad que se me brindó para que ese sentimiento pudiese ser expuesto y acogido, sentido, amado, en fin, perdonado. Por eso es que se nos dice que nuestra única función es perdonar. Ahora solo estoy muy atento a cualquier sentimiento que surge para despojarlo de significado y permitir que el perdón haga su trabajo. Este trabajo, como dije anteriormente, pasa por alto la mente intelectual, no requiere de interpretaciones, no requiere de justificaciones, sólo permitir ser. Por eso es que el Curso define el perdón de la siguiente manera: : "El perdón, en cambio, es tranquilo y sosegado, y no hace nada. No ofende ningún aspecto de la realidad ni busca tergiversarla para que adquiera apariencias que a él le gusten. Simplemente observa, espera y no juzga. " W-pII.1.4:1-3

Y este trabajo da miedo. Da miedo porque deja a la mente despojada de control, y la mente necesita “saber”. Es entrar en contacto con la incertidumbre, algo que nunca se nos enseñó. Todo lo que hemos aprendido es intentar entender, intentar controlar, todo para poder sentirnos “seguros”.

Este trabajo, su función es deshacer la identidad “yo” con la que que me he creído es mi “realidad”. Eso genera mucho miedo porque se experimenta como una forma de muerte. En otras palabras, si esa identidad desapareciese, entonces, ¿quien soy yo?

Lo curioso del caso es, si estuviésemos dispuesto a soltar ese sentido de identidad, lo que en realidad desaparecería es el miedo. Pues el miedo sólo tiene lugar cuando se adhiere a un “yo”. Si no hay un “yo”, no hay miedo. Lo que hay es simplemente experiencia. Pero, aunque se pueda hablar de ello, la realidad es, se necesita una experiencia. Y según se van deshaciendo las capas de miedo, todos esos sentimientos que afloran para ser sanados, la experiencia que se va asentando es paz interior.

El personaje “yo” continúa “existiendo”. Sólo que, al ser consciente de su esencia, no reacciona al mundo, no reacciona a las sensaciones, y si en ocasiones reacciona dado algún residuo de su condicionamiento pasado, lo pilla inmediatamente y responde. No se cree los pensamientos, no se apega a nada, aun cuando en la superficie cualquiera diría que está viviendo una vida “normal” como la del resto. Hace cosas cuando le apetece, y deja de hacerlas cuando no. Interactúa con el mundo de la misma manera que el resto. Lo único que cambia es su actitud. Que por eso Un curso de Milagros me recuerda: "Hay una manera de vivir en el mundo que no es del mundo, aunque parezca serlo. NO CAMBIAS DE APARIENCIA, aunque sí sonríes mucho más a menudo. Tu frente se mantiene serena; tus ojos están tranquilos. Y aquellos que caminan por el mundo con la misma actitud que tú reconocen en ti a alguien semejante a ellos. No obstante, LOS QUE AÚN NO HAN PERCIBIDO EL CAMINO también te reconocerán Y CREERÁN QUE ERES COMO ELLOS, tal como una vez lo fuiste." W-pI.155.1:1-5

Por lo tanto, la única salida es a través de la oscuridad. Sólo recordemos, la oscuridad no tiene ningún efecto sobre la luz. Simplemente desaparece ante ella. Somos luz. Y No hay nada más. Lo único que toca ahora es permitir que la luz que somos alumbre esa oscuridad fabricada, esa oscuridad inventada, todo con lo que inocentemente nos hemos identificado. No hay nada más que “hacer”. Todos se está haciendo. Lo único que se necesita “hacer” es simplemente salirse del medio. ¿Cómo se sale uno del medio? Recordando que nada significa nada, y desde ese espacio, Y SOLO DESDE ESE ESPACIO de completa apertura y humildad, se permite que el amor sea el que enseñe.

Con una mente transformada solo se puede percibir un mundo transformado. Transformado, no en el sentido de que las cosas vayan de una manera o de otra. Eso sigue siendo una identificación con un “yo”, con un “mundo”. Transformado en el sentido de que se puede ver mas allá de las imágenes lo que está detrás; amor, comprensión, el Santo Hijo de Dios INOCENTE en todos y cada uno de sus diferentes disfraces.