En realidad amar no es difícil, es nuestra herencia natural. Sólo que mientras quiera seguir sosteniendo la creencia de que soy un “cuerpo separado”, amar será imposible. No dije mientras me perciba como un cuerpo, dije mientras quiera sostener la CREENCIA de que soy un cuerpo. Porque sosteniendo la creencia de ser un cuerpo es lo que sostiene la creencia fundamental que dice que soy algo “separado” del Todo. El amor es unidad, no separación. Al percibirme “separado” me voy a percibir carente. Eso es lo que me lleva a constantemente intentar “unirme” a “otros”. Pero esa carencia que me impulsa a “unirme” a “otros” proviene del miedo. Por consiguiente, sin darme cuenta, lo que hago es alimentar el miedo, y es por eso que amar es imposible.
Pero según me voy
haciendo consciente de que lo que realmente soy es conciencia y no cuerpo
separado empiezo ahora a observar como todo forma parte de mi, y en vez de
excluir empiezo ahora a incluirlo todo. Incluirlo todo implica todo aquello que
un pasado rechazaba y condenaba. Porque al ser consciente de que soy conciencia
y no individuo separado reconozco que todo aquello que condenaba o rechazada
tiene que formar parte de mi. Esa aceptación de todo es una aceptación del amor
que soy.
La razón por la
cual en un principio este trabajo se experimenta como algo muy difícil y
doloroso, es porque para reconocer ese amor que soy, los obstáculos a ese amor
necesitan ser expuestos. En un principio esos obstáculos se perciben como algo
“ajeno” a mi. En otras palabras, al percibirme como un cuerpo separado, esos
obstáculos tienen la forma de "otros" cuerpos separados comportándose
de cierta manera que de una forma u otra afloran la rabia, la ira, el
resentimiento, el sufrimiento, el dolor, el victimismo, en fin, el miedo que
hay en mí. Y es por eso que amar se percibe como algo, no sólo difícil, sino
que imposible.
Pero según todas
esas partes obscuras empiezan a ser abrazadas y aceptadas de manera que puedan
ser transformadas por el amor que soy, esa comprensión de que soy amor se va
integrando. Porque sé que si lo que soy es consciencia, todas esas partes
tienen que provenir del mismo origen del que yo provengo. Ese origen es conciencia, o amor. Es por eso que se dice
que para ser consciente de la luz que hay en mi necesito primero atravesar
todas las nubes. Según ese reconocimiento se va arraigando, aunque me perciba
como un cuerpo, surge la tendencia natural de querer amarlo todo. Eso incluye,
no solo todos los “otros” aparentes cuerpos, sino todo. Ya ese deseo no es el
de poseer otros cuerpo, sino que amarlo todo sabiendo que todo lo que estoy es
amándome a mí mismo dado que soy uno con todo.
Ahora el amor no
se le dirige a un objeto específico (cuerpo) y se le niega a otro. Ese amor lo
incluye todo. Eso es vivir en amor. Si quiero de verdad aprender a amar, tengo
que dar la bienvenida a todo aquello que según mi percepción lo consideraba
como algo no digno de ser amado. ¿Cómo se puede poner esto en práctica en
nuestra vida cotidiana? Muy simple. ¿Puedo amar a aquella persona que me
traicionó o me abandonó? ¿Puedo amar al maltratador de animales? ¿Puedo amar al
terrorista, al político corrupto, a todo aquel que de una forma u otra siento
que me haya hecho daño o que le haya hecho daño a algún ser querido? Y la lista
es interminable.
Entiendo lo
difícil que esto podría ser. Pero recordemos de nuevo, sólo cuando me creo ser
un cuerpo separado, dicho de otra manera, una entidad separada de todo es que
amar a todos estos “individuos” se ve como algo imposible. Pero si tomo
conciencia de que lo que soy es conciencia y no individuo separado, lo que
estoy diciendo es que todas esas “personas” que utilicé como ejemplo, forman
parte de mí dado que todos formamos parte de la misma Fuente. Y hasta que no
pueda ver a todas y cada una de esas partes libre de pecado, o dicho de otra
manera, inocentes, es imposible que pueda reconocerme yo como inocente. En
otras palabras, o amo, o ME condeno.
Por eso se nos
recuerda que esos hermanos son mis salvadores. ¿Porque son nuestros salvadores?
No porque sus actos sean “correctos” o “incorrectos”. Sino porque a través de
sus actos me ponen en contacto con el miedo escondido que se encuentra en mi.
Yo no estoy de
acuerdo con la forma de actuar de un maltratador de animales, ni de un
terrorista, ni de un político corrupto, ni de ningún individuo que de una forma
u otra le pueda hacer daño a otros. Pero si quiero aprender a amar, y esos
individuos me ponen en contacto con todo el miedo que hay en mí, necesito
atender ese miedo para poder ser consciente de lo que está detrás. Una vez que
el amor se establece mi, que, de nuevo, "ellos" sólo me hacen ver si
todavía me percibo como algo separado del todo, puedo darme cuenta de que
“ellos” no actúan en función a ser “malas personas”, actúan en función al miedo
que hay en ellos al percibirse separados, que es el mismo que existía en mi
cuando los juzgaba, porque repito, me sentía separado. En ese sentido,
"ellos" y "yo" tenemos el mismo problema, solo que “ellos”
lo expresan de una manera, maltratando, y “yo” lo expreso de otra, juzgándolos.
Cuando utilizo
conscientemente cada una de mis experiencias para recordar lo que soy, al el
miedo en mi empezar a deshacerse, el amor mismo dirige cada uno de mis pasos. Y
si la vida requiere de mi que haga algo que de alguna manera pueda servir de
apoyo para una convivencia más armónica en esta experiencia física, eso tendrá
lugar muy orgánicamente. Ese algo puede ser una acción concreta o simplemente
restaurar la conciencia de amor en mi mente sin tener que hacer nada, respetando
el guion de cada uno de mis hermanos, dado que ahí está su oportunidad para
sanar, aun cuando no lo comprenda.
Me acuerdo
estando en el tren, había una pareja muy melodramática. El hombre estaba lleno
de ira y le gritaba a su pareja con una intensidad que resonaba a través de
todo el vagón del tren. En un momento el individuo sale del vagón hacia otro
vagón enfadado tirando las puertas muy abruptamente. Ella se queda en el vagón
completamente desconcertada. Luego él regresa, aun enfadado, pero mas callado,
y se sienta en el haciendo de nuevo. Ella trata de hablarle y el explota de
nuevo. Era una relación pasiva agresiva de pura codependencia, necesidad, y
abuso psicológico.
Yo observaba todo
lo que se movía en mí. Si me dejo llevar por el drama y lo que percibía podía
observar cuán fácilmente la mente quería ver a una víctima y a un victimario.
Sin embargo, al ser consciente de que soy conciencia y que lo que estoy
percibiendo es porque de alguna forma surge de mi, no de mi como “persona”, de
mi como conciencia, ahí, aunque percibido como “afuera”, se me estaba brindando
la oportunidad de ponerme en contacto con ese sentimiento de separación que en
este caso tomaba la forma de ira en “otros” para recordar una y otra vez que
sólo el amor es real. Ese es un ejemplo de cómo poder utilizar cada escenario
que la vida presenta para volver a restaurar la conciencia de amor en mi.
En ese caso en el
que no se requirió que tomase ningún tipo de acción, confío en que el amor está
dirigiendo el guión de esas “dos personas”, y que cada uno de "ellos"
está viviendo lo que tiene que vivir para beneficio de su propio aprendizaje.
En ese sentido, aunque en la superficie se perciba como que eso que está
ocurriendo es “imperfecto”, es “injusto”, a un nivel más profundo de comprensión,
al no cuestionar la Sabiduría del Amor mismo, sé que forma parte de el plan del
Amor mismo. Por consiguiente, ¿quién soy yo para juzgarlo?
Así es como se
reestablece el amor en mi, y todos esos escenarios se me presentan con ese
único propósito. Por lo tanto, aunque en momentos se experimenté como doloroso
dada mi ignorancia, todo escenario es bienvenido porque sé que me está poniendo
en contacto con los obstáculos al amor EN MI para darme cuenta que la realidad
es que no es difícil amar. Todo lo contrario, es lo más natural, siempre y
cuando sea consciente de que no soy este “individuo separado” del todo, sino
que lo que realmente soy es conciencia, o para efectos de este escrito, lo que
realmente soy este amor.